3. 最後

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Pasado

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Jimin bajo del avión y después de tomar un tren a Busan se encontraba sin saber a dónde ir, de su familia no había ni una persona viva, quería tomar un barco en el puerto de Busan a la isla Jejú, pero deseaba volver al barrio de su infancia para recordar como había terminado enamorado de un coreano americano que era tan hostil como un puerco espín en eterna mortificación y con hambre.

Jimin sonrió ante el recuerdo del Jungkook enfurruñado que había conocido entonces con su pretencioso pasaporte estadounidense en el bolso.

Se encontró caminando calle abajo en la calle, era de los barrios mas tranquilos de Busan y a Jimin le gustaba asegurar que del mundo.

Detuvo el rodo de la maleta frente a la casa en la que había crecido, tenía colores diferentes en las paredes pero el nuevo dueño había conservado la infraestructura.

Una ahjumma agitó la mano a Jimin para llamar su atención.

—Eh, Jiminie —gritó entusiasmada.

—¡Halmeoni!* —exclamó Jimin antes de correr abrazarla.

[*Aclaración: Halmeoni (할머니) es una palabra coreana que literalmente significa abuela, pero esta ahjumma no es abuela de Jimin, es solo un apodo de cariño como le dirías mamá a tu abuela que te ha criado. ]

La ahjumma lo estrechó con cariño y nostalgia.

–Mi pequeño Jiminie —dijo en su hombro acariciando los rubios cabellos de Jimin—, tan rubio como el sol igual que en mis recuerdos. Tan tiempo..., me alegro que hayas venido en este instante.

—¿Cómo estas, halmeoni? —preguntó él sorprendido separándose para verla.

—No es momento de hablar de mi —dijo ella quitándole importancia—, hay algo demasiado importante que te concierne solo a ti, mi niño —Jimin frunció el ceño—. ¿Has venido por tu hermana? —preguntó tomándolo por sorpresa.

—Halmeoni, tú lo sabes, no tengo hermanas.

—Es porque no la recuerdas, Jiminie, era demasiado joven, dame tu mano —le pidió la ahjumma. Jimin dudoso lo hizo y recibió en la palma de su mano una pulserita desgastada de hilos y piedritas de colores desteñidas—, es el rakhi que tu noona hizo para ti cuando ambos tenían dos años —le explicó—.Tu noona, ella está en el hospital —le dijo la ahjumma aprisa con las palabras atropelladas una con la otra—, —Tu noona está pasando por un momento difícil y ha estado rezando al rakhi que hizo para que tu vayas a protegerla.

Jimin aferró su maleta, quería correr lejos decirle a la ahjumma que en ese instante se encontraba demasiado perdido y con el corazón roto como para creer en sus desconciertos. Tal vez se había vuelto muy anciana y los años le habían hecho delirar.

La ahjumma lo miró enfadada, Jimin siempre había tenido miedo de ella cuando era pequeño, pensaba con firmeza entonces que ella tenía la capacidad de leer su mente.

—Si no confías en mí, ven conmigo a verla —le dijo apretando su mano.

Jimin accedió y después de dejar su maleta en la casa de ahjumma que estaba a unos metros de la que él había vivido, la ahjumma le contó que era la única propiedad que había sobrevivido a las deudas del padre de Jimin y que con gusto se la dejaría si el buscaba regresar a Corea. Jimin avergonzado le respondió que solo estaba de visita.

La ahjumma lo llevó hasta un hospital cerca del centro. Al entrar en una habitación encontró un par de ojos iluminados que le recibían con admiración y esperanza, un par de ojos de colores diferentes.

RAKHI • KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora