Capitulo VII: Responsabilidades maternas

642 71 8
                                    

Emma Swan

_ Llévatela en el coche, Rubs._ Exclamaba Regina._ Yo iré en el bus.

No… por favor… No quería quedarme sola con Ruby. Tendría que hablar con ella sobre su cita con Regina… porque aunque imaginaba que Regina sería bastante discreta, estaba segura de que Ruby no tendría reparo en ir contándome cómo había sido su cita con Regina.

_ Llévalo tú… yo soy una torpe._ Las llaves, de manos de Ruby, pasando a las de Regina.

Sí, por favor. Llevaba demasiado tiempo sin ver a Regina. Un momento… ¿Prefería que me llevase Regina antes que el pivón de Ruby? ¿Qué me pasaba por la cabeza? Regina me tomó por los hombros y me ayudó a subir al asiento del copiloto. Quizá si el coche de Ruby tuviese cuatro plazas hubiese tenido que aguantar a la pareja como me temía.

_ Tranquila, Emma. No voy a tardar…_ Dijo, poniéndome el cinturón.

El coche arrancó, y Regina pisó el acelerador con todas sus fuerzas. Yo, por mi parte, me sentía algo atontada. Regina estaba hablando, pero yo no la escuchaba. Mis ojos habían terminado en aquel escote cuadrado que llevaba y que se había puesto para su cita con Ruby. La delantera de Regina era mucho más llamativa que lo que sugería sus habituales atuendos sobrios.

Y entonces fue cuando esa verdad que llevaba aquellos días reprimiendo. Ruby no me gustaba… me gustaba Regina. Era de ella de quién estaba celosa. De su media melena morena… de sus labios siempre bien pintados, pero sin hacer alardes. De sus vestidos, tan sexys… de su delantera y de ese endiablado culo. Y yo la había liado con un pivón. Un pivón que no era yo.

_ ¡Emma!_ Me zarandeó._ Vamos.

Recuperé la consciencia y dejé de mirarle las tetazas a Regina. Parecía que no se había dado cuenta… o al menos lo fingía, y yo se lo agradecía enormemente. No quería tener más discusiones. Aún seguía mareada en la sala de espera. Me dejé caer sobre Regina y ella me sostuvo. Acabé recargada en su pecho. Notaba su respiración, relajándome por completo. El sonido de su corazón era relajante. Acabé durmiéndome sobre ella. Mi Regina…

Ruby Lucas

El autobús había tardado lo que a mi idea fueron horas. Me preocupaba que la rubia terminase desangrada, la verdad. Regina era su hermana, era la que tenía que estar con ella en aquellas circunstancias. Me encontré a la morena en la sala de espera. Miraba a la sala en la que estaban atendiendo a Emma fijamente. No era nada grave, y sin embargo, se la veía visiblemente preocupada.

_ Gina… ¿Cómo está?_ Pregunté, sentándome con ella. Le di un beso en la mejilla.

_ No me dicen nada, salvo que en principio no es grave._ Suspiró._ Espero que no le queden cicatrices.

_ Tranquila nena… no será grave. Emma es una chica fuerte._ Le dije, tratando de animarla.

Regina se acurrucó sobre mi hombro y yo le acaricié el pelo con delicadeza. Le besé la frente y ella ronroneó ligeramente. Su voz era muy dulce.

Amelia Valentine

La rosas negras quedaban genial en el jarrón que tenía en el salón. Me traían recuerdos. A Discordia siempre le había gustado regalarme ese tipo de flor. Una de ellas se encontraba ahora en mis manos, mientras me encontraba respirando su aroma. Desearía no parecer una colegiala enamorada. A mi edad ya no estaba para eso. Aunque mi apariencia bien podía hacer pensar que sí que era una colegiala. Mi cuerpo era joven. Y sentía las ya olvidadas hormonas revoloteando.

La puerta de la casa se abrió de par en par, y una parte de mí pensaba que tendría que ser ella. Pero sólo era Henry. Me sentí casi decepcionada. Pero me lo guardé para mí. Fuera acababa de empezar a nevar. Era un día frío, desde luego. Henry entró temblando. Yo me acerqué, con la chaqueta que ya tenía preparada, y se la coloqué sobre los hombros.

Una pésima madre, dos curiosas hijas (SwanQueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora