Capítulo I: Trampas y consecuencias.

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Narrado en tercera persona

- ¡Has hecho trampa! - La voz de la mujer se expandía por el infinito, sin encontrar nada que la hiciera reverberar.

Su compañera, se puso en pie, dejando que sus pies tocasen las nubes que conformaban el suelo. Comenzó a cambiar alrededor de la mesa que conformaba lo que parecía un gigantesco mapa, en el que había piezas aquí y allá. Piezas que se movían sin que ninguna de las dos mujeres las tocasen.

_ ¿Trampa?_ Yo no veo ninguna trampa._ La morena sonreía, pícara, ante la mirada enfurecida de su compañera de juegos._ Zelena simplemente... ha hecho algo propio de ella.

_ ¿Te crees que he nacido ayer?_ Le espetó la rubia.

La morena se rió, con ganas, y con un chasquido de dedos, dos figuras del tablero, que poseían un resplandor rosa, cambiaron de color a uno gris.

_ Sí... He hecho trampa. ¿Y ahora que hará su divinidad?_ Se rió_ ¿Matarme porque he sacado a Robin Hood y a Killian Jones de la ecuación?

La rubia se puso en pie y dio un golpe sobre la mesa, provocando que algunas de las figuras se tambaleasen.

_ Si pudiese, quizá._ Dijo la rubia.

_ Pero querida... Esos dos eran aburridos. Además... las discusiones de parea están a la orden del día. Y ya sabes las normas. Si yo puedo romperlo... no es amor verdadero._ Se rió, aún con más ganas._ Aunque... tampoco es como si eso existiese, ¿Verdad?

_ ¡Cállate!_ Ante las palabras de la rubia, las nubes empezaron a arremolinarse.

_ Calma... calma..._ La morena seguía sonriendo._ De acuerdo, Afrodita. Es sólo un juego, no te sulfures. Son mortales, después de todo.

_ No tiene gracia, Discordia._ Afrodita la apuntó con un dedo acusador._ Has roto dos de mis historias favoritas.

_ Bueno... se ve que no tienes ningún criterio. Eres una ñoña._ Bufó la morena, apartándose el pelo de la cara._ ¿Sabes que te digo? Que si tantas ganas tienes de que haya un romance, no tengo nada en contra.

Afrodita intentó acercarse, oliéndose las intenciones de Discordia, pero no llegó a tiempo. La diosa había cogido las dos figuritas favoritas de Afrodita, las que representaban a Emma Swan y a Regina Mills.

_ ¿Qué tal estas dos? Las he dejado libres, después de todo._ Afrodita alzó una ceja, al ver que su contendiente usaba sus poderes de imitación para imitar las voces de sus muñecas._ ¿Por qué no me acompaña a comisaría, Alcaldesa? Tengo unas esposas que llevan su nombre escrito... ¿Acaso está intentando seducirme, señorita Swan? No esperará que le suba el sueldo con esas actitudes...

Sin embargo, aunque la actuación de Discordia le parecía bastante patética, lo cierto es que la idea estaba arraigando en la cabeza de su rival, que empezaba a sonreír. A Afrodita le gustaban las historias imposibles. Dejar de jugar no era una opción y, además, ella había hecho trampas cuando instó a campanilla a mostrarle a Regina cómo llegar a Robin.

_ Muy bien... acepto el reto._ Dijo la Rubia._ Juntaré a Emma Swan y a Regina Mills. Pero... pero pero... quiero hacer un cambio de escenario.

_ Oh..._ La morena sonrió de oreja a oreja._ ¿Quién hace trampas ahora? Muy bien... cambia el escenario cuanto quieres. Pero sabes... que te voy a ganar esta mano, como todas las anteriores.

Discordia se sentó en su silla, viendo como la otra diosa se desvanecía, con un curioso resplandor. Ella seguía jugueteando con la figura de Regina. Sus ojos, sin embargo, enfocaron el tablero cuando una nueva ficha, de marfil, apareció en el tablero. Afrodita había aterrizado junto a Zelena.

Una pésima madre, dos curiosas hijas (SwanQueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora