Capítulo XIV: Luchando por amor

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Emma Swan

Había sido una tonta, una estúpida. Que Regina ya no estuviese con Robin no significaba que fuese a escogerme a mí. Ruby era mucho más sexy que yo, más divertida… y seguro que comprendía a Regina mejor que yo. Estaba en mis pensamientos, cuando escuché que me tocaban la bocina. Me giré, y vi a Ruby tocando desesperadamente para llamar mi atención porque mi escarabajo amarillo estaba en el camino de su deportivo.

_ Sí… lo siento, ya lo quito._ Dije, acercándome, entonces caí en la cuenta de algo._ Un momento… ¿No estabas ahí dentro ligándote a Regina?

Ruby me miró con cara de pocos amigos. Mi corazón se encogió por un momento mientras Ruby se decidía a hablar.

_ No le gusto, ¿Vale?_ Dijo, suspirando._ Me dijo que la enternecía, que ella también atesoraba nuestro tiempo juntos y me dio un beso de despedida. En cualquier caso, después de lo que pasamos, no estaba entre sus personas favoritas. Así que supongo que tienes vía libre.

_ ¿Cómo?_ Pregunté, mirándola.

_ Está claro que estás loca con ella._ Me dijo, mirándome._ Mueve ese coche y ve a por ella.

Sí, era lo que debía hacer. Debía estar decidida. Luchar por Regina y dejar de sentirme derrotada. Ya era hora. Aparqué el escarabajo y me acerqué a la puerta. El pulso me latía a mil por hora mientras tocaba en la puerta con insistencia. Regina me abrió, y vi una dulce sonrisa en su rostro que me derretía. Duró tan sólo un segundo, antes de ponerse tensa. Ya imaginaba el motivo.

_ Hola, señorita Swan._ Dijo, apartándose el pelo de la cara._ ¿En qué puedo ayudarla?

_ He dejado a Hook._ Dije, directa al grano._ Y quiero salir contigo.

Regina me miró directamente a los ojos. Le brillaban los ojos, y volvía a sonreír. Mi corazón latía cada vez más deprisa.

_ Las cosas no son tan sencillas, señorita Swan._ Dijo Regina._ No esperarás que sólo por lo de anoche salte corriendo a tus brazos y me convierta en tu novia en una sola noche.

_ Oh… yo pensé._ Bufé._ Lo siento, Regina…

_ No me has entendido._ Dijo, tomándome el mentón, y obligándome a mirarla._ A una reina se la debe cortejar, embelesar… y eso no lo has hecho.

_ ¿Una cita?_ Regina, asintió. Yo sonreí, como una tonta.

_ Te prepararé una cita._ Dije, sonriendo._ La mejor de todas.

_ Emma… esta vez sé tú misma. Nada de trajes caros, ¿De acuerdo?_ Me advirtió.

_ De acuerdo._ Estaba fundida de amor ante sus palabras.

_ Y no te olvides esto._ Dijo, dándome un beso en la mejilla.

Zelena Mills

Miedo… Esa era la emoción que había hecho raíces en mí en el momento en el que me encontraba. Sabía que tarde o temprano acabaría en aquellas circunstancias, prácticamente desde que había llegado a mi casa y había encontrado a mi hija en la mesa de la cocina, llorando. La había tomado entre mis brazos, la había acunado y había besado su cabecita tiernamente para consolarla.

Y entonces él había aparecido. Robin, arco en mano, y me apuntaba fijamente. Yo estaba cansada de esta batalla. Sólo quería estar con mi hija. ¿Era tan difícil? La dejé sobre el capazo y miré a Robin. No pensaba dejarle acercarse a ella. Usaría mi magia si era realmente necesario.

Pero no tuve tiempo antes de escuchar el silbido de la flecha. Vi la vida pasar por delante de mis ojos, y finalmente un sonido metálico me hizo abrir los ojos. La fecha no me tocó. Es más… la flecha había desaparecido. Sólo había un montón de astillas en el suelo.

Una pésima madre, dos curiosas hijas (SwanQueen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora