TaeWin

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Vanilla (Missionary)!
Fingering!

TaeYong siempre ha querido proteger a SiCheng, y mucho más en esos momentos. Para él era un chico que necesitaba cariño y constante atención, y cuando Yuta se despistaba, TaeYong estaba ahí agarrando sus mejillas, cocinándole, abrazándolo. Pero últimamente TaeYong ya no veía a WinWin como uno de sus niños, cada vez tenía más ganas de encerrarlo en su cuarto y tirarlo a la cama. Quería saber qué se sentiría al acariciar su piel, al morderla, escuchar sus gemidos y ver en primera fila su rostro al llegar al orgasmo.
Las feromonas realmente le estaban afectando.

Había quedado con SiCheng para ver una película en el salón ahora que ya era de noche. Tenía miedo de no ser capaz de controlarse y acabar dañándolo, pero aún así no había sido capaz de cancelar el plan.
Estaba haciendo palomitas mientras esperaba al menor. Incluso había cogido una manta por si les entran frío después.

Enseguida lo notó cuando SiCheng estuvo cerca. Cada vez que lo tenía a su lado, su cuerpo se volvía muy extraño. Siempre se moría de ganas por tocarlo. El chino le sonrió y aspiró el agradable olor de las palomitas.

—Hyung, ¿les falta mucho? —preguntó aproximándose, y agachándose un poco para apoyar su cabeza en el hombro ajeno.

—N-No, tranquilo, ya casi está.

TaeYong debía mantener su respiración regulada. Posó uno de sus brazos en la espalda de WinWin y la acarició. Lo miró directo a los ojos y cuando sus miradas conectaron sintió el impulso de lanzarse a sus labios y saborearlos. Sin embargo, el sonido del microndas indicando que las palomitas estaban hechas le detuvo.
Se separó del menor y puso las palomitas en un bol. Ambos se situaron en el sofá y TaeYong pulsó el play para comenzar la película. Era una comedia de hora y media, así podrían ir a dormir medianamente pronto.

En el sofá, SiCheng se recostó sobre TaeYong. El coreano se dedicaba a pasar sus dedos por el sedoso cabello de WinWin. Al ser un híbrido canino, siempre buscaba mimitos, caricias y que le dijeran lo buen chico que era. Tal como si fuera un perro.

Repentinamente, SiCheng subió su rostro y lo dejó en el hueco del cuello de TaeYong. El híbrido ahogó un sonido en su piel y trató de hacer desaparecer absolutamente cualquier espacio entre ellos. El líder estaba al límite, su erección estaba alzándose en el interior de sus pantalones, y tener a WinWin constántemente moviéndose contra él no ayudaba. Solo podía pensar en SiCheng.

—Hyung, por favor —habló en susurros.

—¿Q-Qué pasa?

—Tócame, p-por favor... Te necesito...

El jadeo quebrado que el menor dejó salir fue la gota que colmó el vaso. El rapero se giró sin previo aviso y estampó sus labios junto a los de SiCheng. El híbrido no tardó en subirse a horcajadas sobre él, profundizando el beso.
Cuando se alejaron, WinWin no reconocía la mirada oscura y deseosa de TaeYong, fija en él. Atacó su cuello con lamidas y pequeños besos, y tan solo con eso, WinWin gemía y comenzaba a segregar el lubricamente corporal típico de los híbridos.

—Hyung —lloriqueó—, p-por favor, a-aah...

—¿Qué? ¿Qué quieres, pequeño? Dímelo.

—N-n... Hyung —avergonzado cubrió su cara, pero el mayor le quitó los brazos.

—Dime lo que quieres. No soy adivino.

SiCheng empezó a llorar.

—A-Abajo, por favor... n-necesito tus de-dedos...

—Muy bien, así me gusta —TaeYong besó sus pómulos con cariño.

Se deshizo de la camiseta de SiCheng y, posteriormente, bajó sus pantalones. Descubrió lo mojado que estaba y mordió su labio inferior. Las feromonas eran mucho más notables en esa zona. Tofavía con la ropa interior puesta, TaeYong pasó un dedo por su perineo, haciendo saltar al menor.

—¡Hyung, de-deja de...! Agh, por favor... —SiCheng sollozó con más incapié.

Se estremeció de sobremanera, poniendo sus manos en la chaqueta del pijama de TaeYong y apretando la tela. El mayor siguió molestándolo hasta que subió su dedo por toda la extensión de su miembro a una velocidad tortuosa.

—¡TaeYong, p-por favor!

—¿TaeYong... ? —El aludido paró en seco sus acciones al no escuchar el honorífico.

—Hy-Hyung...

Sonrió. Abrió con cuidado las piernas de SiCheng, dejando una de ellas apoyadas en la parte superior del sofá y la otra sujeta por su mano. Observó la entrada de WinWin, húmeda y goteando debido al lubricante propio segregado por sus características híbridas. Su cola se movía inquieta a un lado de su pierna, enrollándose en esta cuando TaeYong rodeó alrededor su ano con su dedo índice. WinWin sacudía su cuerpo sin cesar, agarrando con más fuerza a TaeYong.
Decidió dejar de torturar al híbrido introdujo por fin el dígito en el interior de SiCheng. Se deslizó con facilidad, casi sin tener que hacer presión. TaeYong se asustó con el gemido alto y de alivio que dejó escapar el menor. Lo besó para impedir que se le escuchara demasiado.

—Más, m-más, hyung... —sus brazos pasaron a estar en la nuca de TaeYong.

Sus orejitas perrunas se removieron al TaeYong meter otros dos dedos a la vez. Se movían sin esfuerzo alguno. Además, SiCheng empujaba hacia los dedos de TaeYong, embistiéndose a sí mismo. El coreano sonrió ladino, la expresión de Winwin no tenía precio; estaba con la boca entreabierta, las mejillas irremediablemente rojas y sus párpados cerrados.
Continuó sacando y metiendo sus dedos hasta que Sicheng volvió a chillar y arqueó su espalda.

—¡Sí, sí, ahí, más, más, quiero más...!

—Shhh, p-pequeño.

TaeYong estalló, sin poder aguantar más bajó sus pantalones y sus boxers lo suficiente como para sacar su pene. Se quedó a la altura de SiCheng, devorando sus belfos mientras se abría paso en su interior. SiCheng trató de empujarse de nuevo, esta vez hacia la polla de TaeYong. El mayor gimió ronco por la dulce presión que había en el interior de SiCheng. Era cálido, lo absorbía.

Desesperado, WinWin sacudió su cuerpo.

—Muévete, muévete, hyung, Dios, por favor... a-aah...

En ningún momento SiCheng había pensado en Yuta. Únicamente tenía el instinto sexual de un animal, sin importarle con quién.

TaeYong agarró los muslos del híbrido y comenzó a embestir. Primero las penetraciones fueron suaves, y paulatinamente se hicieron más bruscas y profundas. Enseguida encontró su próstata, y SiCheng gemía y gritaba sin control. El líder intentaba ahogar sus propios gemidos y los contrarios a través de besos. Seguramente habrían despertado a medio NCT solo con los sonidos agudos que salían de los labios de WinWin.

Pronto el ritmo que tenían era muy rápido, TaeYong ya era incapaz de controlar el ruido que hacían.

—Aagh, WinWin... —jadeó con dificultad.

—¡Hy-Hyung...! ¡Por fa-favor, s-sigue...! ¡Ah, ah! Y-y...

TaeYong supo que estaba cerca de llegar al orgasmo. SiCheng encogió los dedos de sus pies mientras lágrimas salían de sus ojitos. Su piel ardía y las paredes de su interior aprisionaban la polla de TaeYong, provocando que este mordisqueara su cuello por el placer.

—¡Hyung... a-aah, v-voy a...! ¡OH, J-JODER!

—S-Sí, pequeño... a-aagh...

TaeYong mordió su cuello en cuanto se corrió en su interior. SiCheng llegó al clímax al segundo, soltando un último y audible gemido. Dio unas cuantas embestidas perezosas más y miró la carita de WinWin. Deslizó el dorso de su mano por su mejilla y acto seguido la besó.

—Gracias, hyung —murmuró casi sin voz.

—Eres precioso, WinWinnie.

Justo cuando el mayor iba a salir de SiCheng, el menor enredó sus piernas en la cadera de TaeYong y lo mantuvo dentro. Colocó la mano del líder en su pelo y ronroneó; quería ser acariciado.
TaeYong rió suavemente y obedeció.

—Tenemos que limpiarnos —dijo con cariño.

—So-Solo quince minutos más, por favor...

—Bueno.

Era imposible negarle algo a esos ojitos de cachorro.

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