Capitulo 60

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Ailey:

-Aquí no hay nadie- Bufe

-Es imposible- Dijo Felix

-¿Ahora qué?-

-Recorre el lugar- Ordeno Felix

-¿Y eso de que va a servirnos?- Pregunte- Felix- Dije tomando su mano e intentando no llorar- Cada segundo que pasamos aquí pierdo las esperanzas de que podamos hacer algo por los demás-

-Ailey, sé que es duro; yo también estoy asustado. Pero no podemos darnos así como así por vencidos- Dijo abrazándome- Tenemos que dar nuestro último aliento

-Está bien- Dije haciendo grandes esfuerzos por tragar saliva y lograr desatar el nudo que sentía en la garganta

-Ve con cuidado, y no te alejes mucho- Dijo Felix

Me costó soltar su mano, pero lo hice

Camine con cautela por las celdas. Parecían chiqueros. Ni siquiera el peor de los animales debería ser sometido a vivir en semejantes condiciones

Seguí caminando hasta que me topé con mi celda. El maldito lugar en el que me habían mantenido prisionera esos detestables hombres. Un escalofrió recorrió mi cuerpo al recordar a Tristán mirarme fijamente con esos cautivadores ojos y decirme que Felix iba a morir por culpa mía. Sentí un sabor amargo en la boca

El polvo que despedían mis alas estaba repleto por doquier, era imposible pasar desapercibida cuando tienes alas translucidas que siempre despiden un polvo pálido y brillante

Me adentre en la celda y comencé a mirar muy de cerca todo a mi alrededor. Mire las esposas que me habían mantenido atada al piso. Mire los barrotes de hierro en los cuales me había quemado. Todo se veía y se sentía como si hace tan solo un segundo estuviese allí, pero ya había pasado tiempo desde que había escapado, aunque no tenía noción de él. Me di cuenta de que había escaneado todo en mi memoria y que esa maldita celda sería algo que jamás podría olvidar. Quedaría marcado en mi conciencia con tinta indeleble; absolutamente todo. Salvo una cosa: la pared

Todo el tiempo le había dado la espalda y no pude verla bien. No era la gran cosa: era una pared de ladrillos viejos exactamente igual a las demás, salvo por un pequeño hueco que tenía en ella

Me acerque intentando ver algo más allá del orificio, pero cuando toque la pared mis manos se quemaron y una sensación de dolor hormigueo en mis palmas

A las hadas solamente una cosa puede quemarnos con tal magnitud: El hierro

Salí de mi celda y entre a la del lado. Con cuidado fui acercando mi mano para ver si el calor irradiaba al estar mi piel más en contacto, pero nada paso. Esa pared era de ladrillo

La única pared de hierro era la de mi antigua celda

-Felix- Llame

-¿Qué sucede Ailey?-

-Tienes que ver esto-

Felix se paró al lado mío y miro la pared confundido

-Es una pared Ailey, no entiendo que tiene de extraño-

-No es una pared cualquiera. Es una pared de hierro- Dije- La única; las demás son todas de cemento-

-¿Y que con eso?-

-Es por eso que te llame, tienes que ver si hay algo del otro lado. Yo no puedo porque me quemaría-

Felix arqueo una ceja y se puso al frente de la pared. Dio unos golpecitos en el hierro y se escuchaba hueco

La Sombra Brillante, EncerradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora