The Walking Dead (Rick Grimes)

Capitulo 1

Narra Nerea:

Me pasaba las tardes viendo aquellas películas apocalípticas divertida, incluso me reía de como la gente se asustaba, siempre quise poder vivir una experiencia asi, hasta que ese día llegó y lo único que quería era volver a atrás y no pensar en aquel pensamiento estúpido.

Unos años después...

- Cariño despierta, vamos a llegar tarde-dije abriendo las ventanas mientras un rayo de luz alumbraba toda la habitación de mi querido hijo, William Blake.
- Un poquito más mamii!-dijo metiéndose debajo de las mantas.
- Tienes 5 minutos para levantarte, lavarte los dientes, hacer pis e ir al salón.

Baje a la cocina a terminar de hacer el desayuno, lo puse todo en la mesa del salón y William bajaba por las escaleras algo adormecido.

- Desayuna, mientras iré a vestirme-le di un beso en la frente y me dirigí a mi dormitorio.

Tras vestirme coji mi arma y lo deje en mi cinturón, baje abajo y vestí a William para llevarlo al colegio. Cuando terminamos le dejé en la puerta pero antes de irse hacia dentro me abrazó y me dió un beso - te quiero mami.

- Yo también mi vida - dije mientras le daba palmaditas en el culo para que entrara.

Me diriji hacia el gran edificio justo al lado de la armería, entré por el gran portón hacia mi despacho. Mientras recorría los largos pasillos algunas personas me saludaban y yo les correspondía.
Brandon me seguía detrás cerrando la puerta del despacho, me senté en la silla de detrás del escritorio y miré por la ventana.
Blakenit había cambiado mucho a lo largo de los años, ya no era aquella comunidad pequeña de a penas unos pocos habitantes, liderada por una joven con un hijo... No. Ahora era la única comunidad que no tenia problemas con nadie, y de echo la más modernizada.
Pero la voz de Brandom me sacó de mis pensamientos.

- Tenemos que realizar los horarios de guardia- dijo sacando un papel y un lápiz.
- El Equipo A y B en el portón principal, Equipo C y D en la parte trasera, Equipo E y F entre las calles- mientras le dictaba apuntaba cada una de mis palabras.
- No te olvides que hoy tienes nuevas clases con las futuras interrogadoras- dijo saliendo del despacho, cerrando la puerta.

Suspiré mientras me arrascaba la nuca- ¿de verdad puedo liderar una comunidad entera yo sola? ¿la gente confía en mi? Supongo que sí, sino no me hubieran aceptado como líder de Blakenit, de echo, no quisieron poner un segundo lider por si yo algún día faltara, aunque eso sí me negué rotundamente, Brandon seria mi sucesor, y eso estaba mas que dictado. A pesar de ello a Brandon no le gustó mucho la idea pero le conozco, sé que él podrá liderar Blakenit igual que yo o incluso mejor, yo lo entrené.
Salí del despacho hacia el edificio de enfrente, era algo así como unos calabozos, aunque casi nunca lo utilizábamos.
Al llegar me encontré con Natalie y Paula, unas chicas jóvenes, atractivas y dulces pero fuertes y muy muy objetivas, tal y como todos conocéis, las chicas somos algo así como... ¿videntes? No sé pero tenemos un sexto sentido en averiguar las cosas con tan solo observar y eso, eso a mi se me da genial. Asi que lo aproveché y estoy enseñando a otras chicas a desarrollar esa habilidad.
Las llamo interrogadoras, les enseño trucos, les explico como actuar en cada momento, que preguntas hacer, como observar... Todo. Todo para poder conocer a una persona con tan solo mirarla. Y diréis que es una tontería pero no... Gracias a esto podemos hallar si las personas que llegan a Blakenit, lo hacen para sobrevivir o simplemente para atacarnos. Asi qué todo aquel que llega es interrogado por alguna de estas chicas, y esto nos ha servido de mucho.

- Chicas, última clase. Como última clase habrá una última prueba, pero no una como las anteriores, sino de verdad.
- ¿ A qué te refieres Nerea?- dijo Natalie sentándose en una de las sillas mientras Paula se apoyaba en la pared.
- A que hoy, vosotras, sereis quien interrogareis a dos chicos que acaban de llegar.
- Pero... No se si estamos preparadas- dice Natalie
- Claro que si - dije dándole una palmaditas ambas mientras abría la puerta y ambas me seguían