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Capítulo 1: ¿Cómo conocí a Akira?

«Cuando un hombre se apiade de todas las criaturas vivientes, solo entonces será noble».


—¿Hoy, enserio? —reclamo mirando al cielo—. ¡Jesús, tenía mucho tiempo sin salir! ¿Y es así como me pagas? —resoplo fastidiada por las pequeñas y transparentes gotas que me salpicaban el rostro. Hoy cuando estoy libre de mi trabajo y salgo a respirar el ambiente sucede lo que sucede.

Continúo caminando y la lluvia no cesa, sólo aumenta mucho más. Me dirijo de nuevo a mi apartamento a paso rápido; pero de nada sirve porque la lluvia es tan intensa que en un momento logré ser una regadera ambulante, el agua se corría por toda mi ropa. Agradecía en cierta parte que vivía cerca y estaba a pocos pasos de mi casa.

Distraída por mi andar y chocando con personas que corrían desesperados para tratar de no mojarse y refugiarse en algún lugar. Al levantar la cabeza y fijar la vista en otra cosa que no sean mis pies andando, a lo lejos en un frondoso árbol, una hermosa perrita golden ladraba en mi dirección. Lucía moribunda, estaba delgada y a la vez enojada. 

Ladraba fuertemente en mi dirección.

Miro a ambos lados creyendo que el animal podía estar llamando a su dueño, pero no, sólo pasaba yo por ahí. Extrañada me le acerco y emocionada comienza a agitar su cola, imagino que alegrada porque alguien se había detenido a atenderla ¿Quién tiene el corazón tan oscuro para dejar a un pobre e indefenso animal en la calle? La pobre perrita jadeaba en busca de un poco de agua y desesperada comenzó a agitar y ladrar escandalosamente pidiéndome que la soltara. Porque además la dejaron sin agua, sin siquiera un poco de comida y amarrada con sogas viejas y desgastadas, me molesta ver que la indefensa perrita ella misma se estaba ahorcado por haberle dejado la soga fuertemente al cuello.

—¡Shhh! —intento silenciarla mientras sigo caminando hasta ella, pero es tanta su emoción que no logra hacer silencio—. ¡¿Quién fue el culpable de dejar a esta preciosura aquí?! —al parecer me entendió ya que ladró sólo una vez, tal vez me estaba afirmando.

Como pude desaté a la perrita, e inmediatamente saltó hasta mí, ladrando y agitando su cola. ¡Es tan linda!

»No tienes collar, no veo nada que identifique con tu dueño. Y creo que tenías malos dueños. ¡Vamos, sígueme!  

Dicho y hecho, ella saltó una vez más y ahí como pude la cargue entre mis brazos y me la llevé.

Bien ni tan mal resultó el día, ambas estábamos felices, ella por haber sido liberada después de quién sabe cuánto tiempo duró allí. Y yo pues, porque iba a casa acompañada.

Mientras está en mis brazos comienza a llorar dulcemente, mi corazón brinca de felicidad por ella. Emprendo mi camino al apartamento junto con la perrita que saluda a todos en el camino, incluso un niño le pasó por un lado le dijo alegremente «Hola» y ella ladró para él. Es una ternura, yo jamás tendría el corazón y la desfachatez de abandonar a un perro, o cualquier clase de animal. Es un acto de poco corazón.

Y con la mejor bienvenida ella bajo de mi brazos y se sacudió fuertemente y las gotas grandes que desprenden de su cuerpo vuelven a hacer contacto con el mío que en un torpe intento de cubrirme con una toalla en el proceso tiró de la toalla y se echó en ella.

O.o

Siempre dije que desde pequeña cuando tuviera mi primera mascota, fuera lo que fuera, la apodaría Akira; pero no la puedo llamar así, no sé si tiene dueño, o incluso si la están buscando. No me puedo encariñar con ella, debo esperar un tiempo.

—Oye roba toallas —ella me mira y menea su cola de arriba a abajo—. No tengo para ofrecerte por hoy, comida. Pero algo haré.

Por lo visto mi comentario le valió, porque ella comenzó a lamer su pelaje.

Ella se sumió en su mundo, olfateando cada rincón del apartamento, yendo a un lugar y luego corre a otro. Regresa a donde me encuentro y vuelve a irse. 

¡Es tan linda jugando!

»¿En qué momento recargaste baterías? ¡Estás hiperactiva!

Y como si mi comentario le hubiera bajado la adrenalina que tenía, se detuvo bruscamente en el pasillo junto a la alfombra de la calefacción se tumbó y se quedó dormida. 

Aproveché que estaba dormida y preparé su caldo, mañana me encargaré de comprarle algunos bocados para tenerla sana mientras esté junto a mí.

Unos rasguños en la puerta vaivén me distraen y veo como la perrita se impulsa hacia adelante y logra atravesar la puerta.

—Vaya, para haberte conseguido en la calle y con lo pequeña que eres, estás muy hiperactiva y fuerte.

Me río asombrada de ver como un animal tan pequeño como lo es ella, tiene la inteligencia y fuerza para una puerta así y lo más extraño ¿Cómo supo que la puerta la impulsas y abre? Es magnífico ver como los perros rápidamente se acostumbran y aprenden rápido las órdenes.

Como lo supuse, la pobre no había bebido agua y mucho menos comido.

Mañana la bañaré, compraré lo necesario para ella, tal vez por una semana. La atenderé bien, está muy desmejorada.

—La pregunta del millón... ¿Estaré preparada para un mascota? —indecisa miro a la perrita durante unos segundos—. Seeeee, y sí no, en el camino se aprende ¿Verdad? —y para darme la razón un lamido por su parte.

«Bueno Marlene, para todo hay una primera vez. Eso sí, no te encariñes con ella, puede que la estén buscando»

Mi parte razonable no se hace esperar, tal vez, sí tenga razón; pero ¿Y si no la tiene? ¿Me la podría quedar?

Si me la puedo quedar, ella estuvo mucho tiempo sola y esperando a que alguien la rescatara y nadie pasó. Entonces si estuvo allí y la conseguí yo, yo fui su salvación ¿quizá?

—¡Sí, yo te quiero conmigo!

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¡Feliz lunes! 

Como prometí, traigo de nuevo la historia mucho más detallada y re-escrita. No estaba conforme con el resultado por lo tanto decidí anularla para traerla de nuevo más detallada y mucho mejor. 

Espero que le guste esta historia, sí es así,  recuerda votar y dejar un lindo comentario.

¡Hasta luego!

&gendimar

Mi Compañera y Yo. © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora