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Capítulo 3: Un baño merecido.

Ya me cansé de estar con los apoditos y me dejo de tonterías y la llamo por el nombre que desde un principio acordé.

—¡Akira! —grito mientras me levanto, ya estaba despierta por lo que al escuchar mi grito voltea su cara y se levanta rápidamente asustada—. ¡Ayy, lo siento! Quería saber si el nombre te gusta Akira.

Akira por ser raza Golden Retriever, le calculo unos tres meses o dos de edad, está muy cachorrita, pero sin embargo los Golden pueden tener muy poca edad y aparentaran ser perros mucho más grandes. Y deduzco por el tamaño que debe tener esa edad aproximadamente.

»Bien, amiguita ¿Estamos listas para bañarse?

Ladea la cabeza en confusión.

Bajamos juntas las escaleras, aún torpemente pero si logra bajarlas. Me recuerdo que deje todo arriba y me regreso.

Akira torpemente intenta subir las escaleras ¿Cómo lo sé? Pues la siento detrás de mí y debido a que Akira aún es un poco pequeña para subir con éxito las escaleras.

—¡Ayy, pero que mona! ¡Eres una perrita muy inteligente, pronto aprenderás a subirlas!

Y como si entendiera mi comentario, bajo y subió su cabeza en afirmación, se regresó perezosa y dejó caer todo su cuerpo y con la cantidad de pelaje que tenía se rodó por las escaleras y bajo los pocos escalones que había logrado subir y al estar abajo se tumbó allí.

Al verme de nuevo, se levanta y agita la cola se emociona tanto que como las baldosas del suelo están resbaladizas, ella al agitar la cola automáticamente su cuerpo se mueve haciendo que un par de veces se resbale.

Llegamos al patio y comienzo a llenar la bañera. Al abrir el grifo, el chorro de agua sale disparado mojándome a mí y a Akira también. Ella por otra parte le consiguió el lado bueno, comenzó a perseguir el chorro de agua por todos los lados que salía disparado.

Se llena la bañera y la coloco adentro y rápidamente se humedece su pelaje.

—Bien, Akira, vamos a rociarte un poco de champú —le hago un caminito por todo el cuerpo con el champú—. ¡Wao, mira toda esa espuma!

Akira dulcemente comienza a comerse las pompas de champú que hacía, estaba disfrutando el baño. Por lo menos eso era bueno; pero malo porque mi espalda dolía, y mucho. El estar encorvada por su pequeña altura me hacía un dolor horrible en la espalda.

La terminé de bañar, revise su pelaje con cuidado y elimine todo sucio que podría tener.

—Listo, ya estás guapa.

Lo siguiente no lo esperé.

Akira salió dispara al apartamento, por mi parte también salí disparada detrás de ella.

Lo cual fue mala idea ya que cuando hago contacto con las baldosas hace que me tropiece; pero por suerte no caigo de trasero, Akira llegó a la sala y se empezó a secar con los pequeños muebles que habitaban ese espacio dejándolos con esas bolas de pelo con toque amarillento de su pelaje.

—¡Akira! ¡No!  ¡Los muebles! —ya era muy tarde ya su desastre lo había hecho—; ahora como castigo, te vuelvo a mojar.

La volví a mojar y ya comenzaba a hacer un poco de frío porque el sol se ocultó, por lo que Akira temblaba de frío, lloraba por el frío que había; sin embargo castigo es castigo.

Aunque no pude hacerle tal maldad porque si yo tenía frío, teniendo algunas partes de mi cuerpo húmedas ¿Cómo estaría ella que tiene todo el cuerpo húmedo? Rápidamente la lleve a la casa y la seque bien

Ya no tenía frío.

Cada día me sorprendo más con ella. Es inteligente, jamás imagine que con solo observar pudiera hacer cosas que uno como humano cree que los animales no son capaces ¡No, todo lo contrario! Akira es una perrita ladrona.

De no ser porqué la encontré con las manos en la masa, no sé qué hubiera sucedido, tal vez una gran hecatombe en la cocina. 

Uno de los cajones en donde almaceno su comida y croquetas, ¡Lo estaba intentando abrir! ¿Cómo? ¡No lo sé! Sólo sé que con su patota estaba intentando abrir el cajón para robarse las galletas.

Por esa razón entendí que es una perra especial, es muy inteligente y capta muy rápido todo, parece que fuera un perro de películas esos de los que roban o los que hacen unas travesuras que te quedas ¿Cómo lo ha hecho? Exactamente así.

Cada día me sorprende más y cada día me enamoro más de ella. Hice bien en traerla junto a mí.

Hice bien en apodarla como quería, es mía y solo mía. No entiendo como aún ella me llamó a mí, como ella estaba esperando por mí, y estoy muy muy segura...

Ella me quería mí, es como si ese día estuviese hecho para ambas. No me arrepiento de nada.

Cuando vi como su mirada se iluminaba en felicidad y brillosidad por tener mi atención mi corazón hizo un pequeño hinco en tristeza, ¿Cuanto tiempo estuvo esperando por alguien?

Inevitablemente la vista se me nubló y una pequeña lágrima me abandonó la mejilla.

¿No hubo nadie que se tomara la molestia en solo servirle un pequeño charquito de agua?

Cuando niña recuerdo que siempre lloraba porque mis padres no me dejaban tener un perrito adoptado, y me hacía tanto pesar me dolía grandemente ver como había tantos perritos flacos, y enfermos bebiendo agua sucia en charcos que se hacían por lluvias. Eso siempre me dolerá, nunca compartiré el hecho de saber que hay gente que abusa de ellos.

Nunca.


Mi Compañera y Yo. © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora