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Capítulo Final: Tus mejores recuerdos.

Esa noche que el veterinario me pidió que fuera de emergencia. Jamás imagine lo que iba a suceder.

Al llegar Akira tenía una solución para dormir, porque ha tenido mucho dolor y no podía descansar. Le hicieron muchos exámenes hasta que por fin detectaron que tiene parvovirosis.

Es una peste que ataca tanto a perros bebés como a perros adultos, es una peste que hace que los perros acuden con mucha más insistencia al baño, logrando así que se deshidraten por completo llevándolos a la muerte.

Noté en muchas ocasiones eso mismo, la insistencia en ir para el baño.

Es ahora donde entendí la gravedad del asunto, fue donde entendí por qué el corazón me iba tan rápido y porque el pitido en mi audición era cada vez más constante.

Por tal razón Akira no comía. La enfermedad la tiene hace casi dos semanas y estando en clínica su cuerpo rechaza los sueros para mantenerla hidratada, le provocaban una cierta alergia, me dijeron que estaba reaccionando bien ya después de un momento no, era una reacción a ellos. 

Por lo que el doctor me ha pedido asistir para conversar conmigo y tomar una decisión.

La decisión y recomendación por parte del doctor es suministrarle para animales domésticos, casi siempre suele utilizarse la inyección de una dosis alta de pentobarbital o tiopentato de sodio. Inconsciente, el animal deja de respirar y el paro cardíaco llega rápidamente, en unos 30 segundos. ​

Los observadores la describen como una técnica rápida y que genera una muerte indolora, para así, permitir que Akira no sufra más.

Fue devastadora la idea de tener que matar a mi bebé, pero es lo mejor para ella. Las lágrimas eran un río que bajaba por mis mejillas. Duele, duele como nunca antes había dolido, me duele saber que mi bebé no estará más junto a mí.

Me dieron alrededor de media hora para despedirme de ella.

Debía ser todo lo más pronto posible.

¡No lo quiero hacer!

¡No puedo!

—Tienes media hora para despedirte de ella, sé que no es fácil, pero es lo mejor para ella. Sí dejamos que la enfermedad la maté, será muy duro para ella y para ti verla sufrir.

El doctor sale de la habitación dejándome con Akira. No hallo palabras, no quiero hacerlo...

—Akira... Sabes que desde el momento en me llamaste para ir a tu rescate, pensé que sería mala idea que yo te adoptara. Sin embargo cuando vi lo cariñosa y amorosa que eres, supe que rápidamente pondrías mi mundo de cabeza. Y no me equivoqué. Entraste en mi corazón tan profundamente que me duele mucho saber que estás aquí y que pronto ya no lo estarás.

»Me duele mucho saber que tu último aliento de vida, lo tengo en mis manos, no quiero herirte; pero sé que es lo mejor. No quiero verte sufrir. Por lo tanto te pido perdón por acabar con tu vida, pero quiero que sepas que yo te amo y te amaré hasta el final.

Lloré, lloré como nunca jamás lo había hecho, lloré tratando de liberar mi dolor, pero sólo aumentaba. Sentía una enorme opresión el en pecho mientras la acariciaba, estaba con el pecho apretado y con una gran sensación de asfixia.

Las lágrimas caían pesadas en mis mejillas logrando empapar mi cuello de la gran cantidad de lágrimas que salía de mis ojos. Jamás imagine que me tocaría vivir un momento tan doloroso como este. 

Su vida estaba en mis manos, era mi decisión si hacerlo o no.

Gracias por todo, Akira, por tus besos en la mañana, por enseñarme cada día mucho más. Por estar junto a mí en estos cuatro años, gracias por tu amor incondicional.

Mi Compañera y Yo. © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora