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Capítulo 5: Primera Salida de Akira.

Ya con sus vacunas ahora si podía estar segura de poder llevar a Akira al parque a que descargue sus energías porque ¡Diablos! 

¿Se recarga con el sol? 

Todos los días me despertaba lamiendo mis pies, después cuando veía que ya estaba despierta corría a buscar su hueso chillón, todos sus juguetes los que pudiera para que yo los lanzará y ella los buscará.

Compré un lindo collar rosa y morado con unos dibujos de patitas, me pareció tan atractivo para ella y lo compré. Después mandé a soldar la parte metálica del collar con su nombre.

Estaba más feliz que una lombriz.

—¡Akira!  —llamo y sale corriendo de la habitación bajando las escaleras mucho mejor que yo, sin tropezarse. Meneó su cola al aire y comienza a dar vueltas y a perseguir su cola emocionada—. Vale, vamos.

Ninguna se hace esperar y nos vamos.

Es increíble ver lo emocionada que estaba cuando agité la correa. Bebió un poco de agua y al salir me estaba llevando a rastras, cada día crecía mucho más  pesaba mucho más y tenía más fuerza. Un día de estos ella me arrastrará a mí por todo el edificio.

—Cálmate Akira, un momento necesito cerrar la puerta.

Cerré la puerta y caminamos o mejor dicho corrimos al parque ya que Akira no caminaba si no que corría y por lo tanto yo también corría para ir a su paso. 

Ambas llegamos al parque y solté su collar y salió hacia los demás perros que hacían una cadena para oler sus traseros, raro.

Akira corrió todo el parque en una velocidad impresionante. Le hacía falta salir. 

Como unos veinte minutos corriendo sin cesar, jugando con perros, revolcándose, de vez en cuando le tiraba la pelota la traía y luego la soltaba a mitad de camino y me tenía que levantar a buscar la pelota. En una de sus tantas corridas se acercó a mí con una rama entre sus dientes los cuál me causó mucha ternura.

Ya teníamos media hora en el parque ya era hora de regresar, cuando alzo mi vista del celular ¡Akira no está y no la veo por ningún lugar!

Comencé a desesperarme ¿Dónde está? ¡Hace poco estaba jugando cerca de mí y ahora no! 

¿Dónde pudo haber ido?

Comencé a buscarla por todo el parque, llamándola y preguntado a las personas si la habían visto, les mostraba alguna imagen que tuviera y  ninguno la había visto. Corrí para adentrarme más y la logró divisar con un chico muy cariñoso, salgo corriendo hasta llegar al chico el cuál al verme corriendo y desesperada por no conseguirla, solo me regala una sonrisa tranquilizadora.

—Hola, mucho gusto Marlene —extiendo mi mano al chico y la acepta gustoso.

—Hola, el gusto es mío soy Marcos, veo que buscas a tu perrita —dice el joven. Con sus hombros relajados y sube y baja al verme un poco más tranquila.

—Sí, ¿Cómo llego hasta aquí? —digo mientras le coloco el collar a Akira. Ya me volvió el alma al cuerpo, me sentí tonta por no haberla conseguido.

Sentí la audición obstaculizada por el miedo que estaba creciendo en mi interior por no conseguirla y entre tantas personas ninguno la vio y ninguno la conoció.

—Persiguió a mi perro hasta llegar a mí, es él se llama Rocky —Señala a un perro color negro muy juguetón con Akira.

—Oh, bueno ¡Muchas gracias! Fue un gusto —digo sonriendo y con un gesto de mano comienzo a despedirme mientras empiezo a caminar con Akira a mi lado.

—Igualmente ¡Adiós Akira! —hace un gesto gracioso con su rostro.

—¡Akira! ¡Me has dado un susto gigante! —le reprocho un poco enojada, su culpa no es, es mía por quitarle el ojo de encima. Pero es que su curiosidad la mata como el refrán.

Un pequeño momento en donde no supe donde estaba ni con quién y me sentí tan asfixiada. La tengo siempre conmigo y no quiero que vaya tan lejos de mí.

Emprendo mi camino al apartamento, llegamos y de una vez le doy agua y comida. Su larga lengua comienza a tomar de nuevo aquella rojez que me advertía que se estaba recuperando de la extrema sequía que había pasado en el parque y poco a poco su respiración se controló y bajó a su ritmo habitual.

Para mí lo mismo, me recuperé de sus halones en la correa, me recuperé de ese susto, me recuperé de todo cuando la vi conmigo y muy bien.

Llega la hora de dormir y Akira comienza a roncar ¡Sí, a roncar! No lo creí posible, pero es verdad. Hacía ruiditos con su respiración suave, una sonrisa tierna tira de mis labios.

Y una vez más digo que estoy maravillada con ella, ya a estas alturas estaba rendida de decir lo mismo; sin embargo la conexión especial que tenía con ella me tenía presente lo maravilloso que fue traerla conmigo a casa.

Tenerla de frente, verla correr, atenderla. Enseñarle todo y nada a la vez. Ver como ella en ningún momento pese a lo que le sucedió bajó su dulce forma de ser, siempre fue al contrario, se encontraba muy emocionada y feliz de tener a alguien nuevo en vida y yo también estaba feliz por ella.

Mi Compañera y Yo. © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora