Volvimos al parque donde todo había empezado y aparcamos de nuevo en el mismo sitio.
Paseamos junto por la calle hasta el restaurante llamado chop’t
Era mi lugar favorito de la ciudad y esperaba que a ti también te gustara
Funcionaba como un autoservicio tú elegías lo que quisieras que llevara tu ensalada, el tipo de lechuga, los ingredientes y el aliño.
Después cogían este tipo de cucharas gigantes y lo mezclaban todo.
Y, voila, tenías tu ensalada perfecta preparada.
Hicimos cola un par de minutos y por fin nos tocó a nosotros.
Tú elegiste tus ingredientes muy rápido y yo también, pues ya los tenía memorizados de las muchas veces que había comido allí.
Nos tomaron nota y comenzaron a prepararlas.
Te quedaste pasmada un par de minutos, observando al hombre manejar los cuchillos con mano experta.
Entonces te giraste y me dijiste: “este sitio es super guay”. Asentí y saqué la cartera para pagar las
ensaladas. Tu hiciste lo mismo y te paré.
-Yo me encargo. –Te dije, sin dar lugar a discusión.
Comimos envueltos en una conversación sobre música y resulta que teníamos algunas bandas favoritas en común.
Y, dios, me estaba enamorando de ti cada segundo más rápido.
Salí cuando terminé de comer y te hice un par de fotos a través del cristal, sentada en la mesa.
Le diste un bocado a un trozo de lechuga y en seguida grité: “¡sonrie!”