Condujimos hasta tu apartamento en silencio, con demasiada resaca para escuchar música o si quiera hablar.
Tu maquillaje estaba esparcido por toda tu cara, creando pequeños círculos bajo tus ojos.
Las ondas de tu pelo que ayer encontraba tan perfectas volvían a su forma original.
Y estabas descalza y casi sin ropa que cubriera tu cuerpo.
No era la primera vez que estaba en esta situación, llevando a una chica a casa por la mañana después de una noche de discoteca.
Pero era la primera vez que quería volver a verla.
Dios, quería verte otra vez.
Cuando te quitaste el cinturón de seguridad y estabas lista para irte, hablé.
-Ey, em, ¿Eve? ¿Me podrías dar tu número? Ya sabes para, um, bueno, decirte como sale el proyecto.
Asentiste y alargaste la mano para que te diera mi teléfono, que saqué del bolsillo del pantalón.
Apuntaste tu número y me devolviste el teléfono antes de mirarme a los ojos y decir:
-¿Sólo para el proyecto, no?
Y abriste la puerta para coger toda tu ropa del asiento trasero y después alejarte de mí.
Justo cuando ibas a subir las escaleras y entrar a tu propio mundo sin mí, te giraste.
Y me guiñaste un ojo.
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