Paramos en una gasolinera de camino a la discoteca porque dijiste que querías “llegar elegante”.
Te pusiste el vestido y, dios santo, me perdí.
La parte de arriba era baja y la tela apenas llegaba a tus muslos.
Y para rematar el negro te hacía sexy.
Tenía un DNI falso que me había hecho un amigo hacía unos meses y lo enseñé con tu tarjeta de estudiante debajo.
Sólo enseñando la foto.
El portero ni se enteró y entramos fácilmente por la puerta.
Una vez estuvimos dentro la música hacía vibrar el pequeño edificio. Fui a la barra y nos pedí un par de bebidas.
Ya sabes, como hacen en las películas.
Nunca piden nada en especial, sólo cogen lo que el camarero les da.
Y después de un par de esas estábamos borrachos.
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Lo prometido es deuda, uno al día. Aquí está el de hoy, ¡espero que os haya gustado! Sólo quedan siete capítulos para el final.