Capítulo 2.

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Lu Han no pensó demasiado, pues sabía que iba a cambiar de opinión si se detenía. Guardó una linterna, una brújula, una navaja, un kit de primeros auxilios, un repelente contra insectos, una botella de agua y unos bocadillos en una mochila grande, colgándose la misma en la espalda y saliendo en dirección hacia el bosque.

Sus padres no estaban ahí, ya debían estar en camino hacia la ciudad, no podían detenerlo. Tenía una oportunidad de encontrar el lago que tanto deseaba ver, así que iba a aprovecharla, aunque una parte de él sentía mucho miedo.

—¿Qué tan difícil puede ser llegar al centro del bosque? —Se preguntó, tratando de tranquilizarse—. Sólo debo... caminar y... ¡Claro! Eventualmente tendré que llegar hasta donde está el lago.

El inicio no fue difícil, pues había estado en las entradas del bosque antes. ¡Era su lugar favorito para jugar cuando era un niño! Sin embargo, su nerviosismo iba en aumento con cada paso que daba. Ese sitio que era tan hermoso como peligroso había estado a su alcance durante casi toda su vida, mas no lo conocía bien, por lo que podía llegar a perderse.

Su plan de avanzar sin parar hasta encontrar el lago no estaba funcionando. Lo único que conseguía era cansarse y asustarse al notar que el bosque empezaba a parecer un laberinto sin salida. No podía decir con seguridad cuánto tiempo llevaba caminando exactamente cuando sintió que sus pies no podían más, pero se detuvo y se sentó encima de una roca grande para descansar.

Después de un rato corto, el joven castaño se levantó y siguió con su camino, tratando de ignorar la horrible sensación de que sólo se estaba moviendo en círculos.

Cuando cayó la noche, ya no quería llegar al centro del bosque, sólo quería regresar sano y salvo a su casa. Temblaba por culpa del frío, su botella de agua estaba casi vacía, le dolían mucho los pies, estaba perdido, quería comer algo más que una galleta salada como las del paquete que llevaba en su mochila y comenzaba a desesperarse. ¿Quién podía ayudarlo? Estaba solo.

Se quedó paralizado cuando escuchó algo parecido a un gruñido. No tenía ni la más mínima idea de qué debía hacer en caso de que un animal salvaje lo atacara, cosa que lo hizo empezar a sudar frío y a sentir que ahí terminaría todo para él.

Sabía que correr no era una buena opción. No tenía mucho sentido tratar de huir de un animal que probablemente se movía más rápido que él... Tal vez, sólo tal vez, podía salvarse si lograba trepar un árbol y si tenía a la suerte de su lado.

El gruñido no cesaba, tampoco se alejaba. Lu Han pasó saliva por su garganta con cierta dificultad, sintiendo que hasta el movimiento más pequeño invitaría a lo que fuera que estuviera cerca de ahí a saltar sobre él y devorarlo sin piedad.

—No... —Susurró—. No quiero morir aquí...

Casi sin pensar, el castaño empezó a correr tan rápido como pudo. Ni siquiera sabía hacia dónde tenía que ir para salir del bosque, pero en esos momentos no quería hacer otra cosa que no fuera alejarse del animal salvaje al que había escuchado.

Se arrepintió cuando, por culpa de su prisa, cayó hasta el suelo al no notar que la raíz de un árbol sobresalía. Quiso levantarse y seguir, pero el fuerte dolor que sintió en su pie derecho con sólo intentarlo lo hizo entender que ahora estaba lastimado.

No era demasiado grave, en un segundo supo que no podía tratarse de algo más que una torcedura, pero si quería atenderse, primero tendría que salir de ahí con vida. No se necesitaba ser un genio para saber que el animal lo había estado siguiendo y que sin duda lo alcanzaría. No tenía tiempo suficiente para sacar el kit de primeros auxilios de su mochila y hacer algo por su pie ahí mismo.

Lu Han soltó un grito ahogado cuando vio a un lobo saltar desde unos arbustos. Era la primera vez que veía a un animal así frente a frente: era enorme, medía al menos un metro y medio de largo, tenía pelaje completamente negro y unos brillantes ojos verdes que se veían aterradores en la oscuridad.

El lobo se acercó a él a paso lento, mostrando sus colmillos filosos y largos, sin dejar de gruñir.

—No me hagas daño, por favor —sollozó.

No sabía qué tan indefenso se veía ante los ojos del lobo, pero sí suponía que éste ya lo veía como una presa fácil.

Asustado, herido, cansado y arrepentido por no haberle hecho caso a su padre, Lu Han no pudo hacer más que abrazarse a sí mismo y, entre lágrimas, esperar lo peor. Por eso se llevó una gran sorpresa cuando vio que el lobo, tan cerca de él, simplemente lo olfateaba.

El ritmo de la respiración del castaño iba volviendo a la normalidad poco a poco, pero aún no se animaba a moverse.

—Sólo... Sólo quiero volver a mi casa —le contó al lobo, sintiéndose algo tonto al darse cuenta de que estaba hablando con un animal, un ser que no podía entenderlo—. No me hagas daño...

El lobo olfateó a Lu Han un poco más, llegando hasta su pie herido y retrocediendo un par de pasos. Después, se quedó quieto, viendo hacia una sola dirección hasta que el joven pareció entender que intentaba decirle algo.

Lu Han no se movía, por lo que el lobo corrió a ponerse detrás de él y a darle un leve empujón en la espalda con su frente.

—¿Quieres... que me levante? —Empezó a creer que se estaba volviendo loco por hablarle así a un animal, como si fuera a obtener una respuesta clara de su parte.

Cuando el castaño fue capaz de mantenerse parado por más de tres segundos y cojear sin perder el equilibrio, el lobo empezó a caminar lentamente, como si deseara ser seguido. Y Lu Han entendió bien el mensaje, pues anduvo detrás de él sin decir ni una palabra.

Sintió ganas de llorar de felicidad cuando, después de cojear detrás del lobo durante diez minutos, finalmente reconoció la entrada del bosque. Volteó a ver al enorme animal y, sorprendido, le dijo:

—No puedo creerlo... Tú... Tú me trajiste hasta acá... —Sonrió—. ¡Gracias! ¡Muchas gracias!

Emocionado, Lu Han empezó a moverse en dirección hacia su casa, ansioso por llegar y sentirse a salvo de una vez por todas. Iba planeando todo en su mente: se atendería el pie torcido, se daría un baño con agua caliente, comería algo delicioso y se iría a descansar.

Se detuvo a los pocos pasos y dio media vuelta con la única intención de ver una vez más al lobo que lo había ayudado, pero éste ya se había ido.

Si le contaba lo ocurrido a su padre, terminaría metiéndose en graves problemas. No obstante, sin tomar eso en cuenta, lo que Lu Han en verdad quería saber era si el hombre podría creer todo.

Continuará.

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Espero que les guste este capítulo.

Me duele la cabeza. 😭 Mañana leeré y responderé los comentarios, lo prometo. Por ahora sólo quiero acostarme y dormir.

Gracias por leer.

¡Bye-bye!

El lago en el bosque [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora