Capítulo 3.

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Llevaba más de dos horas intentando quedarse dormido, pero no podía. El enorme lobo negro que lo ayudó a regresar hasta su casa seguía dando vueltas en su cabeza. Aunque tenía miedo de estar volviéndose loco, era imposible negar que aquel animal había sido capaz de entender sus palabras o qué quería, por lo menos.

A la mañana siguiente, por más que deseaba seguir descansando bajo sus cálidas cobijas, el fuerte ruido de alguien tocando la puerta con insistencia llegó hasta sus oídos y lo obligó a levantarse. Avanzó a paso lento por culpa de su tobillo torcido, hasta que llegó a la entrada y abrió la puerta, encontrándose con uno de los amigos de su padre: Kim Hee Chul. El hombre era simpático y alegre, pero Lu Han detestaba que fuera un cazador.

Simplemente odiaba la idea de atrapar animales y matarlos, así fuera para disecarlos y venderlos o para conservarlos como un trofeo. Jamás entendería por qué los cazadores pensaban que lo que hacían era genial o entretenido, él siempre lo vería como algo muy cruel.

El castaño sintió ganas de decir que sus padres se encontraban en la ciudad y cerrarle la puerta en la cara a Hee Chul, pero su madre le había enseñado a ser amable con todos y ayudar cada vez que pudiera, por lo que decidió escuchar lo que el hombre tenía que decir.

—¡Lu Han! ¡Cómo has crecido! —Lo saludó Hee Chul—. Te ves muy diferente. Tenías el cabello más largo la última vez que pasé por aquí, ¿no?

—Sí... Creo que sí —respondió con cierta inseguridad.

—El tiempo pasa volando —suspiró—. En fin, ¿podrías llenar mi botella con agua fresca, por favor? No puedo creer que ya no me quede ni una gota, no llevamos siquiera medio día aquí —soltó una risa suave y señaló hacia donde los demás cazadores estaban esperándolo—. Mis amigos abusan.

—Claro... No tardo —fue lo único que dijo antes de agarrar la botella del mayor e ir a la cocina a llenarla.

Cuando regresó, Hee Chul señaló hacia el pie lastimado del menor y negó un par de veces, mirándolo con algo de pena.

—Estaba pensando en que te haría bien salir a divertirte un poco y aprender algo de cacería al mismo tiempo, pero no creo que puedas acompañarnos con un pie así —comentó—. ¿Qué te pasó?

—Me caí de la cama —mintió de inmediato.

—Qué mal. Bueno, ya será en otra ocasión —agarró su botella—. Gracias.

—De nada.

Hee Chul se alejó y Lu Han cerró la puerta, susurrando un débil "Espero que hoy no les vaya nada bien".

Lo más conveniente para él era quedarse en su casa y no hacer mucho esfuerzo para que la recuperación de su tobillo fuera más veloz, pero se ponía un tanto intranquilo con sólo pensar en aquel lobo negro atrapado en una trampa o recibiendo un disparo. No quería que los cazadores le hicieran daño.

Después de un rato pensando, Lu Han volvió a empacar lo que necesitaba en su mochila y, a pesar del dolor, salió hacia el bosque, decidido a encontrar al lobo y tratar de advertirle que los cazadores estaban por ahí con malas intenciones. Fue sencillo entrar por un camino distinto al que usaban Hee Chul y su grupo.

El bosque estaba lleno de cebos para atraer a los lobos y cepos, cosa que disgustó mucho al joven mientras caminaba como podía entre los árboles, recogiendo algunos pedazos de carne que encontraba sueltos por el lugar.

—¿Lobo negro? —Lo llamaba con cuidado, haciendo todo lo posible por que los cazadores no supieran que él estaba ahí.

Más o menos un cuarto de hora después, Lu Han escuchó cómo una trampa se cerraba y un animal empezaba a quejarse. No estaba muy lejos, por lo que realmente no tuvo muchos problemas para encontrar a un lobo mediano con pelaje café lloriqueando mientras luchaba por salir corriendo.

El lago en el bosque [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora