Solos

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Capítulo 10 (Narra Sara)

¿Qué iba a hacer ahora? No podía huir de Lucka porque acabaría encontrándome y tampoco puedo contarle la verdad...

Después de que su amigo se fuera yo aún seguía pensando, sentada en el sillón, con miedo.

- ¿Sabes? hay una cosa que sigue dándome vueltas y no le he preguntado a Marcus - me dijo Lucka volviendo a sentarse a mi lado

- ¿El que?- le pregunté

- Pues, sí la casa está protegida ¿porqué yo puedo entrar? Es decir, lo lógico sería que nadie pudiera ¿no? ¿Tu que opinas?

- Bueno, quizá sólo este protegida de él- le contesté algo dudosa aunque obviamente sabía que eso era exactamente lo que pasaba

- Supongo, eso tendría más sentido, pero si fuera así sólo significa que Marcus sigue ocultándonos muchas cosas, la verdad, esto no me gusta nada. - susurró más para sí mismo que para mi.- ¿sabes de que amuleto hablaba?- dijo más alto

¿Que hacía ahora? ¿Mentía o le decía la verdad? Si mentía corría el riesgo de que se diera cuenta y eso sería mucho peor. Sólo dios sabe que puede llegar a hacerme este bipolar.

- Si - respondí no queriendo decir nada más

- Bueno, pues dentro de dos noches iremos a buscarlo, así recoges algo de ropa y la traes aquí. - se levantó y estiró su mano para que la cogiera, cuando los dos estábamos de pie me guió hasta la habitación

- ¿A donde vamos?- pregunté aunque era más que obvio, el se río

- ¿Tu que cres preciosa? - susurro con voz pervertida, cuando lo dijo me paralicé al instante provocando que nos paráramos. Se lo que estaba insinuando y no me gustó nada

- Oh vamos - dijo con cara de risa - Era una broma, va a amanecer y debo dormir, me gustaría que me acompañarás

- De acuerdo, pero estás siendo demasiado civilizado, debería sospechar- volvió a reírse

- Deja las sospechas y muévete, no me gusta tener que darte explicaciones asique camina

- ¿Pero que te pasa idiota? - le dije casi gritando cabreada y tirando de la mano que tenía agarrada, es un puto bipolar, un segundo me habla bien y al sí siguiente es un hipócrita ¿realmente se cree que voy a hacer todo lo que diga sin hacer preguntas? La verdad, no debí haber abierto la boca porque tan pronto lo miré furiosa, él ya estaba apretando mi muñeca tan fuerte que no pude contener un gemido de dolor. Sus ojos pasaron del verde al negro en un segundo , tanto, que daban miedo

- Ya me estas cansando Sara, no tientes a la suerte ¿de acauerdo?- dijo con un tono fúnebre del que no podía esperar nada bueno, cada vez me apretaba más la mano y no la aflojó hasta que yo asenti.

Cuando entramos en la habitación me dirigí hacia la cama pero se ve que Lucka tenía otros planes porque me arrastro hacia la puerta del armario. Hice mal al pensar que era un armario. Dentro, había unas escaleras que te llevaban a otra habitación oculta y sin ventanas. Era muy bonita. En el centro había una cama vestida de terciopelo rojo. ¿será cosa de las novelas o realmente los vampiros son fetichistas del terciopelo? Pensé sonriendo mentalmente.

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(Narra Lucka)

Ella lo miraba todo con detalle, como si estuviera analizando cada rincón. En su cara apareció una sonrisa casi imperceptible que me lleno de curiosidad, ¿que sería tan gracioso?

- ¿que te causa gracia pequeña? - pregunté y se sobresaltó sorprendida como si no entendiera porque yo sabía que algo le hacia gracia, se sonrojó, vaya, ahora si que tengo curiosidad.

- bueno... - dijo indecisa y sonrojandose más- me preguntaba si los vampiros son unos obsesos del terciopelo. Ya sabes... -

Volvió a sonrojarse y señaló la cama. Asíque era eso, le sonreí, mi pequeña pervertida, ella se sonrojó aún mas, estaba preciosa así, con el vestido verde, el pelo recogido y las mejillas sonrosadas.

- sabes? estas preciosa- me acerque lentamente y rocé su mejilla con los dedos sintiendo su pulso bajo mis llemas. Deseaba probarla, hacerla mía y sólo mía, encerrarla y encadenarla para que nadie pudiera disfrutar de ella, solo yo. Esa idea empezó a formarse en mi cabeza. - Y hueles tan bien...- susurre acercándome a su cuello, ella se tensó y dio un paso atrás, ¿me estaba rechazando? La mire enfadado

- No puedes morderme - dijo desafiante

- ¿Y quien dice eso? ¿Tu? ¿Cres que podrías impedirmelo ?- me reí - acuéstate y duérmete antes de que te demuestra que no me llevaría ni medio minuto dejarte seca.

Se puso pálida, tanto que casi parecía vampira. Me miro asustada, así me gusta, asústate, a ver si así dejas de desafiarme, pensé cabreado, si no estuviera tan cerca la salida del sol la haría mía ahora mismo. Nos acostamos en la cama y en menos de diez minutos ya estábamos dormidos, yo, preocupado por las sensaciones que Sara despertaba en mi, posesivas y sádicas, y además, estaba el tema del famoso colgante, mis instintos me decían que no me fiara de Marcus, pero supuestamente el es mi amigo, es decir, ¿porque un amigo me ocultaría cosas?

El secreto de SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora