Capítulo VIII - Hechicería y Antiguos Enemigos

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Mientras en Narnia todos recibían a los recién llegados, Tareesha se regocijaba desde el salón del Trono de Anvard, pues aquel día en el bosque de Shurima, cuando se le presentó al príncipe Corin bajo la forma de la vastaya de ojos verdes, se había encargado de lanzar sobre él un poderoso encantamiento, que le permitiría observar a través de sus ojos, y una vez completado el maleficio, sería capaz de interferir con los deseos de su corazón, convirtiéndolo no solo en su espía, sino en el medio por el cual fragmentaria a la gente de Narnia.

-Amada Tisroc, que en el favor de Tash se encuentre eternamente- dijo Deva mientras hacía una reverencia- He traído lo que me encomendó

La joven entregó a Tareesha un pequeño jarrón de barro, decorado hermosamente con grabados Calormenos. Dentro del jarrón no había nada más que agua, pero no cualquier agua, sino una preparada especialmente.

-Serás una buena doncella de la corte de Tashbaan- le dijo la bruja mientras tomaba con sus manos el jarrón.

Acto seguido bebió el agua. Los ojos de Tareesha cambiaron a un color que resplandecía como fuego ardiente. De haberlos visto habrías pensado que eran muy bellos, pero así mismo, espantosos.

-Se ha completado el maleficio- exclamó ella con su habitual y horrenda sonrisa-

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-Se ha completado el maleficio- exclamó ella con su habitual y horrenda sonrisa-

Deva se retiró del lugar, no sin antes hacer otra reverencia a Tareesha, y se dirigió hacia uno de los jardines del castillo. De pronto, entre los arbustos vislumbró una esponjada cola roja.

-¡Sal de ahí!- ordenó

El zorro que había sido enviado desde Cair Paravel salió de su escondite, con la cabeza agachada y fingiendo ser un simple lobo mudo de los que habitan en Archenland.

-Acércate- le dijo al zorro mientras le extendía la mano como para acariciarlo

El zorro se acercó, como quizás lo habría hecho otro de su especie, la verdad es que no sabía cómo debía comportarse un zorro no parlante.

-¿De verdad creyó, noble zorro, que podría engañarme?- dijo ella en un tono que sonaba amable pero atemorizante- He vivido la mitad de mi vida en este castillo, y he convivido lo suficiente con los Narnianos como para darme cuenta que usted no es un zorro ordinario

El zorro no tuvo más remedio que asentir, había sido descubierto.

-Ahora bien, ¿Qué hace uno como usted dentro de Anvard?- cuestionó la joven

El zorro no emitió palabra o sonido alguno. Si lo que suponía era cierto, estaba en ese preciso momento frente a la joven que se había unido a Tareesha durante el baile de coronación.

-¡Vamos! No seas tímido- insistió ella- ¿Quién te envió?- preguntó directamente

-No insista más, señorita, pues jamás revelaré a una traidora nada del motivo que me trae hasta aquí- exclamó el zorro

Las Crónicas de Narnia: Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora