¿Quién es ella?

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*NATALIA P.O.V*

—¿Tío esta chica es real?- pensé. —Pero es que estoy escuchando un ángel...- seguí impactada.

Observé fijamente a la chica rubia, de baja estatura que se paseaba con la mayor naturalidad del mundo sobre el escenario, como si llevara dominándolo toda su vida.

—Que mona que es...— examiné. —Ojos marrones gigantes, como grandes cántaros de miel.

Provocaba ternura. Podría pasar por uno de aquellos personajes de caricatura de animé.  Y ni qué decir del cuerpo y ese rollazo....-seguí analizando.

Habían pasado ya unos cuantos concursantes en la larga fila del casting pero ninguno la había enganchado e interesado tanto como esa chica.

­—"But I'm a creeep..." —resonó el cover de canción de la famosa banda inglesa, en una versión que mezclaba géneros como el soul y el jazz.

–¡Buah!...que voz... —pensé impresionada mientras la escuchaba.

La rubia coreaba con la boca bien abierta, sujetaba el micrófono como si fuera un instrumento esencial para mantener su propio equilibrio; su rostro hacia arriba dejaba ver la tensión en las venas de su cuello; su ceño fruncido y su mirada directa expresaban un lamento tan crudo que incluso sentí mis músculos retraerse ante la incomodidad que me provocaba.

Cada palabra que salía se su boca estaba cargada de significado; como si estuviera reviviendo un momento específico de su vida y lo estuviera desahogando.

Los escalofríos recorrieron poco a poco mi cuerpo.

—¿Quién es esta chica y como es que puede desgarrarse de esta manera así, sin reservas? —me pregunté asombrada.

Si yo me sentía de esta manera no querría imaginar lo que habrá sido para los integrantes del panel de juzgado, a quienes miraba directamente con fiereza.

Parecía que sus ojos se clavaban hacia un objetivo específico y lo desnudaba, dejando expuesto su psique para devorarlo por completo.

—Con las paredes que yo me he construido, no sé si lograría hacer algo así...—concluí en mi mente.

La gente que ha llegado a intercambiar pocas palabras conmigo siempre piensa que soy muy borde.

En un principio me las doy de chulita. "Fingir para sobrevivir" dice el dicho.

La realidad es que me he creado fuertes barreras para protegerme ante mi propia susceptibilidad y la insensibilidad de los demás; tal como, desafortunadamente, muchos lo hacen.

Leí por ahí que existe una forma de "engañar" a tu cerebro para adaptar tu personalidad a tu conveniencia, una especie de atajo de auto adiestramiento, que consiste en actuar de la forma en la que quieres ser para poder, eventualmente, hacerla parte de tí por completo. Ejemplificando, si lo que buscas ser una persona más segura, entonces deberás actuar como si tuvieras tal seguridad; y todo cuenta, desde tu postura hasta la firmeza con la que conversas.

Lo malo de todo esto es que hasta ahora había podido engañar a todos, menos a la persona más importante: a mi misma.

Desde niña recuerdo que jamás pude entender como era que los demás vivieran de forma tan libre y despreocupada, como en automático. Y aunque no lo comprendía, lo envidiaba. Nunca he sabido como gestionar la intensidad de mis emociones, lo que es pasar un solo día sin sobrepensar o sentir de sobremanera. Es una parte de mí a la que, contradictoriamente, odio y me aferro a la vez.

Una bomba de tiempo indeterminado, eso es lo que soy.

Un volcán activo que nunca ha hecho erupción; ni lo hará, pues jamás dejaría que lo que soy afecte a terceros. Mi sensibilidad me hace, al menos, una de las personas más consideradas.

La chica de la voz aterciopelada (Albalia Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora