Capítulo 2

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Connor salió de su casa tan pronto termino de comer en compañía de Noah, se colocó su casco y en su mochila guardó su celular junto con su chaqueta, cargador y su laptop por si la llegaba a ocupar, pues la computadora de la estación de gas era un tanto vieja y no podía hace mucho más que lo que el trabajo demandaba, cobrar y llevar inventario de lo que ocurría en la tienda.

Montó su vieja bicicleta y comenzó a viajar por las tranquilas y amplias calles de Dumbar, siempre había amado aquella pequeña ciudad, especialmente por su tranquilidad, aquel suburbio siempre había gozado de una paz y calidez extraordinaria, eso hasta el momento en el que las desapariciones comenzaron a ocurrir, cosa que en ciudades más grandes no cobraría importancia, pero en un suburbio como Dumbar sí que tenía gran impacto, al pasearse por las calles, Connor podía notar anuncios de papel, colocados en los arboles o sobre los autos, todos con los diferentes rostros de los desaparecidos, pidiendo información, no sabía si había como esos con el rostro de Albert.

Continuó recorriendo las calles tranquilas y rodeadas de casas y arbustos a sus costados, ya no encontraba a niños jugando por las calles, otro efecto colateral del temor generalizado que se vivía, descendió por la colina, siendo rebasado por un grupo de amigos tal vez un poco menores que él y que iban entre risas y gritos dirigiéndose a algún lugar en sus bicicletas también, pasó frente al viejo cinema que le daba un toque de antigüedad a la ciudad, frente a la biblioteca, un museo local, y un par de negocios para finalmente incorporarse a una avenida un poco más transitada y en el centro de esta, el parque al que tanto le gustaba salir con Anne.

Cruzó la avenida en cuanto un auto le cedió el paso, el parque conservaba aún la cotidianidad que tanto le agradaba, gente paseándose por sus pasillos de concreto, otros sentados sobre el pasto, en los bancos o en la orilla de la fuente en su centro, y algunos niños correteando bajo el cuidado de sus padres, quienes observaban que sus pequeños no salieran de las rejas que limitaban el lugar. Connor entró y solo hizo falta un par de segundos para reconocer a Anne, la cual se encontraba sentada a la sombra de un árbol, leyendo un libro, la simple imagen le daba felicidad.

Se acercó a ella, dejó la bicicleta recargada en el árbol y se sentó a su lado, saludándola y dándole un besó tierno.

—Siento la demora —le dijo viéndola con una sonrisa, se veía hermosa, su pelo rubio levemente ondulado que le llegaba poco más debajo de sus hombros, su rostro claro y sin maquillaje y aun así se veía espectacular y su mirada profunda—. Te ves... hermosa —le dijo Connor con una sonrisa tímida, pero sin quitar su mirada de ella y lo consiguió, consiguió sacar a relucir su sonrisa, era lo que más le encantaba de ella.

—Basta ya —le dijo ella entre risas y desviando la mirada para guardar su libro en un bolso que tenia a su lado—. No debería estar feliz contigo, debería estar enojada —le dijo intentando quitar la sonrisa que tenía en su rostro.

—¿Así? —le dijo Connor aún sin despegar la mirada de ella y acercando su rostro a ella—. ¿Por qué? ¿Olvide nuestro aniversario? ¿O tu cumpleaños? —le dijo bromeando.

—No, Connor, lo de mis padres —le contestó Anne seriamente, pero intentando contener su sonrisa—. ¿De verdad creíste que me ibas a engañar?

—No te mentí —le dijo Connor desviando ligeramente la mirada y rascando ligeramente su nariz.

—¡Ahí esta! Lo sabía —exclamó Anne sin sorpresa y abriendo sus ojos aún más—. Eres terrible mintiendo, ese gesto con la nariz te delata. Me mentiste Connor Lauper.

—Yo... —dijo Connor un tanto sorprendido y finalmente desvió la mirada, pegó sus rodillas al pecho y ocultó su rostro —. Lo siento... no debimos hablar de este tema—le dijo en voz baja.

No Salgas de NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora