Capítulo 7

141 23 10
                                    

Anne dio el primer paso fuera de la habitación y salió con mucha cautela y lentitud, intentando controlar su respiración agitada. A pesar de que su vista ya estaba acostumbrada a la oscuridad, no lograba distinguir mucho más que estantes y aquello que la luz de la noche alcanzaba a iluminar. Connor salió detrás de ella y rápidamente avanzó hasta un estante a tan solo unos centímetros de él de donde tomó dos linternas, una se la dio a Anne y otra la conservo él, abrieron el empaque con cuidado y encendieron la linterna. Pronto, con la luz, notaron que la puerta del almacén estaba abierta.

—Vamos... —susurró Connor con firmeza.

Entonces un crujir en el fondo de la tienda llamó su atención. Ambos giraron su vista súbitamente y distinguieron al fondo del pasillo una silueta alta y oscura, posada de pie e inmóvil. Ninguno se movió ni hizo algún ruido en ese instante, hasta que repentinamente, la silueta comenzó a correr hacia ellos y a la par, Connor y Anne corrieron al almacén.

Anne entró primero al almacén y como Connor se lo había indicado, no se detuvo, continúo corriendo hasta atravesar la cortina metálica que había sido forzada para ser abierta. Connor entró al almacén, se detuvo y se giró rápidamente, para cerrar detrás de si la puerta, pero antes de lograr cerrarla, aquella persona que los seguía empujó con una fuerza tremenda a Connor, haciéndolo soltar el arma y caer al piso, mientras aquel sujeto se posaba en la puerta, cerrando con fuerza su puño, a punto de atacar, mirando a Connor en el piso, indefenso.

Connor comenzó a retroceder, arrastrándose con velocidad por el piso, pero sin despegar la mirada de aquel hombre quien ahora usaba una capucha, aquel hombre comenzó a avanzar hacia él con paso pesados, pero antes de que pudiera alcanzarlo, Connor logró tirar un estante contra el hombre, haciendo caer varios pares de cajas, botellas y otras cosas contra aquel sujeto.

Desde la distancia, Anne corría hacia su auto cada vez más cercano pero cuando escuchó aquel ruido de varias cosas cayendo contra el piso, no pudo evitar detenerse por un momento y pensar en que algo malo le había pasado a Connor, su corazón latía con gran fuerza y velocidad y luchaba por contener las lagrimas que la adrenalina y el terror le querían provocar, pero reaccionó rápidamente, continuó corriendo hasta alcanzar su auto, buscó torpemente sus llaves y con manos temblorosas logró abrir la puerta del auto, entrar y tomarse un instante para respirar mientras colocaba seguro a la puerta y esperaba ver por el retrovisor a Connor aparecer.

Pero no era así, Connor luchaba torpemente por alcanzar la escopeta y por intentar zafar su pierna la cual estaba atorada debajo de cajas y del estante, pero aquel sujeto estaba en el mismo intento, quitándose de encima con esfuerzos las cajas que estaban sobre él y el estante metálico. Connor se esforzaba y estiraba lo más que podía sus brazos, pero la escopeta aún estaba a unos centímetros de sus dedos, casi inalcanzable, hasta que sintió pronto la presión de su pierna liberada, giró la vista y observó como el hombre se estaba colocando de pie ya, liberado de todo lo que había estado encima de él. Connor se arrastró con más velocidad, pero aquel hombre lo tomó de la pierna y comenzó a jalarlo, Connor luchó y se resistió hasta que las puntas de sus dedos alcanzaron la arma, pero entonces un estallido de cristales llamó su atención, Connor una vez más observó a aquel sujeto quien ahora tenía en sus manos una botella de cristal reventada y de un movimiento rápido, clavó en la espalda de Connor aquel pedazo de botella roto.

Un gran grito invadió el lugar mientras un dolor tremendo se esparcía por todo el cuerpo de Connor, el cual sentía como es que aquel sujeto giraba dentro de su piel aquel pedazo de cristal y sentía como se iba desgarrando todo poco a poco, tomó el arma y sin fijarse si apuntaba o no al hombre, disparó. El movimiento desgarrador de su espalda cedió y pronto la fuerza que sujetaba su pierna desapareció. Se puso de pie con grandes sollozos de dolor y avanzó torpemente, pero sabía que detrás de él, aquel hombre se estaba reincorporando y estaba por seguirlo. Avanzó con la mayor velocidad que pudo, intentando ignorar aquel dolor profundo que sentía en su espalda baja y salió del almacén.

No Salgas de NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora