Apenas un par de horas habían pasado desde que Jesús había abandonado la tienda, Connor finalmente se decidió a comenzar a realizar las tareas que le fueron encargados, como Jesús había mencionado, aquel turno de trabajo no era demandante en lo más mínimo, apenas iban a ser las once de la noche y no había atendido a más de cuatro personas en aquellas horas, todas únicamente recargaban gasolina y otra había entrado en la tienda a comprar algunas provisiones para su viaje, nada fuera de lo normal.
Se puso de pie de aquel banco que usaban los empleados y salió del mostrador para dirigirse a lado de este, hacia la puerta que daba al cuarto que servía como almacén, esa puerta estaba a un lado de la puerta de la oficina.
Abrió con las llaves que guardaba ahora en su bolsillo aquella puerta azul y encendió el interruptor que estaba en la pared, para encontrarse con otros tantos estantes y anaqueles llenos de cajas sin abrir y otros productos, y con un par de refrigeradores recargados en una pared que almacenaba las bebidas y algunas cosas que requerían refrigerasen. En la pared opuesta a donde estaba la puerta, había una cortina metálica que solían abrir cuando venían a dejar las cosas encargadas y que estaba cerrada con unos candados en el interior. Tomó la tabla que estaba a un lado del interruptor, colgada en la pared y observó que en la hoja de papel se encontraba una lista corta de lo que había sido tomado. Ahora Connor debía comprobar que es lo que se había tomado y cuanto restaba de aquel producto.
Comenzó a inspeccionar anaquel por anaquel, contando la cantidad restante de los productos marcados en la lista, mientras un zumbido fastidioso provocado por las viejas linternas del cuarto, comenzaba a molestarlo. Cuando estaba pro terminar su tarea, un sonido proveniente fuera de aquella habitación llamó su atención, era como el sonido de un carro estacionándose, pero en el estacionamiento trasero, el que quedaba justo enfrente de la cortina metálica que estaba cerrada.
La idea de que un cliente había llegado cruzó por su mente, pero cuando estaba por salir, un tremendo golpe contra la cortina metálica sonó, como si esta hubiera sido golpeada intencionalmente. El sonido exaltó a Connor, quien se alejó de la cortina con lentitud y un pulso cada vez más acelerado. Dejo la tabla donde pudo, apagó la luz y salió de la habitación tan rápido como pudo, cerrando tras de si la puerta con llave.
Recargó la cabeza contra la pared, cerrando los ojos e intentando recuperar el aliento y tranquilizarse, abrió los ojos y giró la vista para observar a través de los ventanales que daban a las bombas de gas si alguien más había llegado, pero no vio algo fuera de lo normal.
Se convenció a si mismo que no había sido nada y cuando estaba por dirigirse a la oficina para revisar las cámaras de seguridad un ruido fuera de la puerta de cristal que daba acceso a la tienda lo distrajo. Se acercó con pasos firmes y cuando estaba frente a la puerta, una mujer aprecio de un brinco dándole un gran susto a Connor.
Pronto las risas de esta comenzaron a sonar mientras Connor intentaba recuperar la posición por tan terrible susto que le habían provocado.
—¿Me vas a abrir, tonto? —preguntó Anne entre risas descontroladas.
Connor la miró desde el interior con un tanto de furia, pero finalmente abrió la puerta.
—No fue nada gracioso —le dijo Connor molesto mientras esta entraba y detrás de ella, Connor cerraba la puerta.
—Debiste ver tu cara, si que lo fue.
Connor la observó con un tanto de enojo, pero esta vez mucho más tranquilo y relajado, finalmente decidió olvidar el terrible momento.
—¿Fuiste tú? ¿La del estacionamiento de atrás? —preguntó regresando detrás del mostrador.
—Sí... —dice un tanto apenada—. Creo que el ruido me delató, ¿no es así? No sé que tiré que cayó contra la cortina.
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No Salgas de Noche
Mystery / ThrillerUna serie de desapariciones, una noche oscura y fría, un turno nocturno que no debía aceptar y sin saberlo, Connor Lauper está en el lugar y momento equivocado a punto de ser la victima de algo atroz. Cuando un par de gente misteriosa aparezca en la...