Q U I N C E

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Capítulo 15.

Era jueves 12 de marzo, cosa de qué faltaban dos días para que la castaña partiera a su país, ¿lo malo?: Qué ella tenía un gran resfriado, la noche anterior no durmió nada, su temperatura sobrepasaba los treinta y nueve grados centígrados, mientras temblaba de el frío y su cuerpo se sentía como plastilina.

¿Qué es lo bueno?: seis chicos entre ellos: una pelirroja, tres castaños, un  pelinegro y un Moreno estuvieron  con ella todo esa larga noche y no se marcharon hasta el amanecer, claro, no sin antes verificar unas diez veces qué ella estuviera bien.

Ella veía por su ventana las hojas secas color rojo y naranja qué caían aquel día por el otoño.

Un sonido proveniente de su teléfono la despertó de su trance.

--¿Hola?--contestó ella.

--¡Hola, pasaremos por una farmacia a comprarte un jugo de manzana y todas esas cosas qué comen los enfermos!--le dijo jaeden al otro lado de la línea.

--Mmmmm--refunfuño ella.

--Y gomitas también...--concluyo Jaeden.

Una risa tierna salió de sus labios.

--Gracias jae jae--le agradeció.

--De nada, en unos minutos estaremos allá.

--Okay.

La llamada Finalizo y ella se cansó de ver las hojas, bueno digamos qué no es algo muy divertido, así qué veía videos en YouTube, no pasaron ni cinco minutos cuando el timbre sonó.

Mientras bajaba las escaleras solo pensaba en el cermon qué le daría a Jaeden por conducir muy rápido, ¡Vamos, pudieron tener un accidente!

Pero al abrir esa puerta no se encontró ni a Jaeden, ni las cosas para enfermos y mucho menos las gomitas.

De todas las personas en el mundo no se imagino verlo a èl ahí, con más pecas de las qué ella recordaba la última vez, su cabello todavía morado con ese corte tan sexy, sus carnosos labios rosados, la luz de el sol traspasando esos hermosos ojos negros, el se veía igual qué hace seis meses solo qué con algunas ojeras bajo sus ojos.

Dio un pequeño vistazo a sus labios, ¡oh! Esos labios qué incontables veces le dijeron "te quiero", ¿Se los habría dicho de verdad?

Ellos se habían quedado mirando un rato pero luego esas pobladas cejas negras se fruncieron ligeramente y su expresión volvió a ser fría a esa qué ya se había acostumbrado.

--Antonella, ¿por qué mierda no me habías dicho qué te ibas, ¿qué rayos pasa contigo?, ¡No te puedes ir!--movio  exageradamente sus manos, queriendo una explicación.

Se lo habían dicho...

Pero eso a ella no le molestaba porqué ella sabía qué tenia que despedirse de él, en el fondo lo sabía, solo qué no lo quería aceptar.

--Finn eso no es tu problema.--Su respuesta fue simple, pero ¿qué más le podía decir? Ellos ya no eran nada como para qué ella le este dando explicaciones.

--¿Qué no es mi problema? !
¡Antonella todo lo qué tenga qué ver contigo es mi problema!

Su estómago se revolvió, ella no sabía bien por qué, si por las palabras de el chico o por tantos medicamentos.

Ella solo bajó la mirada, ya no era capaz de responder.

Finn suspiró.

--Solo dime qué es mentira--en su voz había una tristeza inmensa.

--No lo es.

Finn guardó silencio, estaba esperando qué ella continuara.

--Necesito tiempo, tiempo lejos de ti, muy lejos.--su voz se quebró, ya no podía seguir haciéndose la fuerte.

--Perdoname, maldición por todo, soy una mierda, nunca quise hacerte todo este daño-- Tenia un hilo de voz, como si se fuera a quebrantar

Se sintió algo culpable porqué no le gustaba ver a Finn así, le dolía un infierno, pero era lo mejor para los dos.

Se armó de valentía.

--Finn, es lo mejor para los dos, y...¡Vamos! Podrás encontrar a alguien mejor y yo igual, ¿bien?-- no lo decía en serio, solo trataba de herirlo para qué él no la buscara y ellos se terminaran haciendo más daño, decir esas palabras dolieron como el mismo infierno.

Finn la miro con el corazón roto.

--Lo siento mucho, Finn.

Y con eso cerró la puerta en todas sus narices, cuando lo qué más quería eran unos de eso cálidos abrazos qué él le daba.

Se colocó una mano en su frente caliente, debido al estrés mientras sollozaba sin parar, el ya no estaría más en su vida pero ¿Como vivía ella sin Finn dejándole todos esos girasoles?

Porqué esa era la presencia de Finn de una forma silenciosa, como recordándole qué el no se había rendido.

Y de repente la puerta se abrió de golpe.

Y...era Finn, su nariz y ojos estaban rojos, al igual que sus labios.

--No te voy a dejar ir.

--Finn...por favor, basta.--le suplico.

Finn se acercó tanto qué ella tuvo que inclinar su cabeza para verlo a los ojos.
Finn tomó su cara con ambas manos juntando sus frentes.

--Finn...

--No me dejes.

Y como respuesta ella rompió el poco espacio qué los separaba con un beso, su último beso.

Finn saboreó cada parte de ella, disfrutando de ese glorioso momento.

Ella se separó y le dijo:

--Tomalo como un último beso--trato de sonreír pero salió como una mueca, y con cuidado quitó las manos de Finn de su rostro.

Finn suspiró derrotado.

--Finn por favor vete.

Finn alcanzó el picaporte de la puerta mientras la miraba con aquellos ojos de amor qué él solo le daba a ella mientras susurraba un adiós.

Pero.

Finn si se fue, pero no de su vida, Finn jamás podría irse de la vida de aquella castaña.

No promises||Finn Wolfhard.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora