Capítulo 33

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Eran cerca de las cuatro de la madrugada cuando mi móvil no dejaba de sonar.
Adormilado miré la pantalla, no reconocía el número y tampoco estaba para pensar de quién podría tratarse. Por lo cual acepté la llamada siendo la persona que me habla al otro lado Manuel, el manager de Alba.
Confuso  escuchaba todo lo que me decía, al darme la noticia del accidente que había tenido Alba durante el rodaje me alarmé.
Empecé hacerle preguntas de cómo estaba Alba, qué había ocurrido y en qué hospital se encontraba.
Con toda la información que disponía, esperé inquieto para que Marina se despertarse y poder llevarla con la familia de Alba, mientras tanto yo reservaría un vuelo para New York.

Mientras hacía la reserva comiéndome los nervios por saber cómo se encuentra Alba, miré las últimas fotos que habían publicado sobre ella.

Durante todos estos meses he preferido mantenerme al margen, hablar con ella lo necesario, siendo paciente de poder algún día alcanzar mi sueño.
Siempre se dice que hay que ponerse en los zapatos del otro, para poder juzgarlo. Y precisamente yo no era el más indicado como para juzgarla por haberse distanciado durante todo este tiempo de mí.

Intenté volver de nuevo a mi profesión, pero la sombra de lo ocurrido en México con esas declaraciones seguían persiguiéndome.
Mi manager hacía lo posible para que fuera de nuevo ese actor de éxito, al parecer la fama es así. La gente puede quererte y tú parecer en algunos momentos un Dios, o tú imagen y tu persona acaben por el suelo. Cómo me pasó a mí. Toqué fondo en el mundo de la interpretación, ahora era padre de una niña de 4 años que requería toda mi atención.
Mientras seguía sin poder quitarme de la cabeza Alba con la cobardía de no querer borrar nada de lo que hemos vivido juntos.
La amo a pesar de todo, y aunque estemos ella y yo a miles de kilómetros, presiento que nuestro amor es sólido, podemos incluso estar ausentes en cuerpo, pero no en alma. Entonces pensaba con alegría que cada día que pasa quedaría menos para poder verla, o incluso podría viajar y darle una sorpresa y poder darle unos besos de esos de telenovela que tanto nos gusta expresando lo mucho que la extrañaba, abrazarla fuerte con sabor a que no deseo que te vaya tan rápido.
Así es el amor, y pienso que la espera ha merecido la pena, he tenido mucha confianza puesta en ella y ahora su afecto y cariño serán míos.
Sencillamente el tiempo ha transcurrido, hemos recapacitado y ahora es el momento de ir junto a ella.

A primera hora de la mañana, llego a casa de Alba para comunicarles lo de su accidente antes que se enteren por la prensa.
Isabel, comienza a llorar de la preocupación, Consuelo me hace preguntas mientras Francisca abraza a la niña llevándosela a otro lugar para que no escuche la conversación.
Mientras les cuento lo sucedido, llaman a la puerta.
Se trata de mi abuelo, Alois y Laura.
Los tres están preocupados por Alba, hablamos durante un rato hasta que mi tiempo se agota, debía tomar un vuelo hacia New York.
Mi abuelo convenció a Isabel y Consuelo de que podrían viajar nada más se hiciera otra reserva de vuelo, mientras yo me marché hacia el aeropuerto junto con mi primo.

— Héctor, ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

— Tranquilo Alois, tengo todo bajo control. Encargate de reservar una habitación en algún hotel para cuando viajen la familia de Alba y cuida mucho de mi hija en mi ausencia.

— Me gustaría acompañarte pero debido al estado tan avanzado de Laura temo que le ocurra algo a ella y el bebé.

— Lo entiendo, te hablo nada más llegar a New York. Te encargo todo.

— No hay problema. — Me despedido de mi primo tomando la puerta de embarque para ir hacia el avión donde en unos minutos volaría rumbo a New York para poder saber cómo se encuentra Alba.

La Obligación de Quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora