Una isla en medio de un drama de amor

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El avión de una sola hélice sobrevuela el espacio aéreo de una pequeña territoriedad insular. El monoplano llevaba a bordo a la periodista y socióloga estadounidense Ruth Clark Owen. Desde lo alto el paisaje expresaba una vista panorámica espectacular de tonalidades fascinantes, de una preciosidad impresionante, con sus playas azules y arena plateada dando la impresión de estar en un paraíso que se redescubría así mismo.

El pequeño aeroplano desciende y cruza acantilados escarpados y desfiladeros entre montañas que dejan ver desde la altura largos ríos zigzagueantes que se bifurcaban formando caminos de aguas para luego ir a confluir sigilosos en un mar inmenso y azulino, sin piratas y sin galeones.

El avión finalmente desciende sobre tierra firme; una hilera de cocotales bordea la pista de aterrizaje. Una dama esbelta, de ojos azules desciende del aparato. Su larga cabellera cubierta con un sombrero de cana de alas anchas, una vistosa cinta roja rodeaba la copa de aquel sombrero blanco haciéndolo más llamativo.

Un empleado del aeropuerto recibe la recién llegada. Toma las maletas y seguidamente le pregunta con extremada cortesía:

¿A qué hotel se dirige o quizás viene alguien a recogerle?

No, señor, voy al hotel Jaragua en el centro de la ciudad.

Mientras el taxi se desplazaba por el ancho bulevar a lo largo del océano verde mar, la dama baja lentamente el cristal de la ventana del vehículo y deja entrar la brisa marina que acaricia suavemente sus mejillas.

Ruth Clark Owen se dirige al Desk del hotel a registrarse, luego de ejercer esta función, el botone la encamina a la habitación, la cual queda con una hermosa vista al mar. Pasada una hora ella baja al lobby precisamente con vestido fauna tropical y colores deslavados con toques glamorosos que acentuaban su belleza y su sensualidad.

Ruth se sienta en el lobby del hotel como quien espera algo o por alguien. Seguidamente camina hacia el bar donde un pianista acompañado de un trío de guitarras toca música romántica.

Ella le pide al bar tender que le sirva un Martini y se pone a escuchar con interés el bolero «Caminemos« «.https://youtu.be/JbFDhkyio4Q

Terminada la hermosa pieza musical se le acerca dulcemente al pianista y le solicita otra canción en la misma línea que la anterior. Y le dice con voz melodiosa:

«Acabo de llegar de un largo viaje y siento que mi alma está salpicada de romanticismo y de nostalgia«.

«No se preocupe usted señorita. Somos músicos y estamos aquí para ayudar a los invitados a mitigar esa melancolía que a veces invade sutilmente corazones solitarios. .

«Gracias, son ustedes maravillosos- Me gustaría compartir una copa de Martini con ustedes o de la bebida que más les guste«, dice la bella y simpática mujer.

«Muchas gracias, señorita por su gentileza. A propósito, podríamos preguntarle ¿de dónde es usted?

«Soy inglesa, pero vivo en Nueva York desde hace algún tiempo«, respondió.

Mientras hablaba con aquellos músicos, se le acerca un caballero elegantemente vestido y le saluda: «Ruth, ¡Cuánto gusto de volverte a ver! Jamás pensé que nos íbamos a encontrar en esta isla maravillosa. ¿Qué tal?, Excúsame que no haya llegado más temprano«, exclama.

«Descuida, Marcos. Me entretuve oyendo unos boleros hermosísimos«. A propósito ¿Para donde me llevas?, pregunta Ruth.

«Sabes!, está en una isla estupendamente divertida. Aquí hay para escoger. Primero, vamos a cenar en un antiguo hostal con una decoración que te va a encantar donde se mezcla lo antiguo con lo moderno. Además, la cocina es netamente española, con un toque de sabor tropical«, le sugiere Marcos a su invitada.

«Uh! Suena delicioso«, exclama Ruth

Termina la noche de Ruth envuelta en música romántica, baile, buena comida y diversión. Al día siguiente tempranito de mañana baja al gimnasio del hotel a ejercitar su cuerpo después de una noche de jarana. Luego, recuesta su cuerpo debajo del sol a broncearse alrededor de la piscina.

Desayuna con frutas tropicales. Sube a su habitación a preparase para recorrer la mar plateada en un pequeño yate, tomarle fotografías a sus contornos, bajar al fondo del océano a retratar las variadas especies submarinas.

Su elegante y bien moldeada figura, su sonrisa y su simpatía son cualidades que destacan en Ruth Clark Owen. Después de un tour maravilloso por las aguas azul turquesa de la isla regresa de nuevo al hotel. En la tardecita se reúne en el piano bar con su amigo Marcos, quien esta vez esta acompañado de una preciosa joven.

Ruth les cuenta sus hermosas experiencias en la isla bajo el marco musical de nuevas canciones para despedir la bella visitante, esta vez con la voz melodiosa de Rafael Colon. .

La joven que acompaña a Marcos impresionada por el efecto que le ha causado la isla a Ruth, le dice, refiriéndose al poema Isla mía, a lo dulce María Loynaz:

«Ella es toda de aire y de agua fina. Un recuerdo de sal, de horizontes perdidos, la traspasa en cada ola, y una espuma de barco naufragado le ciñe la cintura. Le estremece las yemas de las alas...«

Después de esta historia Ruth Clark Owen, la hermosa mujer inglesa, residente en Nueva York, regresa varias veces a la isla, y en unos de sus viajes encuentra a Steven, su viejo amor y bajo la plenitud y complicidad de una Luna llena que ilumina su vida, ambos juran esa noche de plenilunio jamás decirse adiós. https://youtu.be/qkSykyflado

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⏰ Last updated: Jan 07, 2019 ⏰

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UNA ISLA EN MEDIO DE UN DRAMA DE AMORWhere stories live. Discover now