Corazón roto.

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John se levantó de su cama sin ganas de nada.
Había pasado una semana entera desde lo sucedido en la fiesta. ¡Freddie había olvidado todo con respecto a ese día! ¡Maldito alcohol!
Para colmo, ahora que sus padres habían vuelto de su luna de miel, el pelinegro volvía a comportarse frío y distante con él.

Se sentó en el colchón y miró hacia la cama de Freddie para encontrarla vacía.

Bajó las escaleras con cara de asco debido a la gran iluminación que provocaban los rayos del sol.
Llegó a la sala y encontró a los dos esposos, a Freddie y a Mary.

-¡John! -Llamó Jer-. Acércate. Freddie y Mary nos van a contar algo importante.

-Vaya que dormiste -exclamó su padre-, es la una de la tarde, hijo.

John alzó las cejas y miró a los dos amigos.

-Mary y yo somos novios -dijo el pelinegro sonriendo.

El castaño sintió como si un luchador de sumo le hubiera dado un golpe en todo el cuerpo, para luego estrellarse contra la pared y ser orinado por un perro.

La rubia abrazó el brazo de Freddie mientras se acurrucaba en él.

-¡Y se va a mudar a mi departamento! -Exclamó con emoción la chica.

Eso fue la gota que derramó el vaso. John soltó un quejido, sus ojos se fueron hacia arriba y su cuerpo se desvaneció. Cayó de espalda y se estrelló contra el suelo. Se había desmayado.

-¡Wah! -Gritó despertando asustado.

-Oh, genial. Ya despertaste -dijo Veronica a su lado.

Miró hacia sus alrededores y se dió cuenta de que estaba en la sala de su casa y era de noche.

-Tuve un horrible sueño en el que Freddie se hacía novio de una rubia... -Susurró John.

-No fue un sueño -afirmó Veronica comiendo un puñado de dedos de queso y llenándose de migajas la boca-. Yo también los ví.

-¡Ah! ¡Santa tostada! ¡Esto es horrible! -Se volvió a tirar en el sillón-. ¡Estoy triste! ¡Voy a a caer en depresión!

Pese a que John parecía estar haciendo un berrinche, todo lo que decía era la forma en la que se sentía en aquel momento.

-Te tardaste en despertar -dijo la chica viendo el televisor-. Son las siete de la noche. Te la pasaste toda la tarde como un cadáver.

-¿Dónde están mis padres? -Preguntó con tranquilidad el castaño.

-Fueron a una cita, y me dejaron cuidándote. Me van a pagar por ser tú niñera -apretó la nariz de John con ambos dedos.

El castaño apartó la mano de la chica de su rostro.

-Voy a volver a dormir. No quiero saber nada de nadie -se acomodó y se durmió de nuevo.

Durante toda la noche no abrió ni un ojo, se fundió en su propio dolor.

Las semanas pasaron y John, tal y como había dicho, estaba en medio de un mar llamado: depresión.
Freddie se había ido de la casa. Jer no se opuso puesto que confiaba en que Mary podría cuidar bien de su hijo. Todo iba de mal en peor.

Cansado de pasarse el día durmiendo y quitándose las lágrimas, decidió ir a visitar a su mejor amiga. Salió de su cuarto y se fue en dirección a la casa de Veronica.
Las parejas que John se encontró en el camino no ayudaban en nada al pobre chico, más bien lo hacían sentir desdichado.

Tocó la puerta y la castaña abrió.

-¡John! ¿Qué haces aquí? -Preguntó con alegría.

Los ojos de Veronica vieron la cara enrojecida y los ojos hundidos de John. Estaba preocupada por su amigo.

Nuevos hermanos (Deacury)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora