Prefacio |Mal momento

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Prefacio | Mal momento 

—Bien, esto es lo último y, terminé— Digo para mí misma, metiendo un par de cosas en la maleta de color rosa que siempre suelo llevar conmigo a todos lados, segundos más tarde, la tomo entre mis manos para salir de aquel sitio y caminar un par de calles hacia el pequeño lugar. Sonrío en cuanto estoy de pie frente a su imponente entrada, con una gran puerta de madera, paredes pintadas de verde y un gran letrero que dice "bienvenidos" Este es uno de esos lugares que solemos llamar, mágicos, es encantador y acogedor, con sus mesas de madera relucientes, el aroma de la comida, los empleados andando con disfraces curiosos y sobre patines por todos lados, y siempre lleno de gente que, entra, disfruta, y luego sale para continuar con su vida. Justo como haré en este momento, voy a entrar, y continuar con mi vida.

Al abrir la gran puerta de madera, la pequeña campana de la entrada suena, haciendo que todas las miradas reparen en mí. Tayuya, la pelirroja más grosera que hay en el mundo me saluda con una de sus típicas sonrisas burlonas, mientras termina de acomodar su diadema con orejas de perro sobre la cabeza, Sai, el pelinegro amargado, solo me saluda con una mano, mientras toma la bandeja llena de trastes sucios y los lleva a la parte trasera de la cocina, gracias al cielo que no soy yo quien deberá lavar todo eso.

Trabajo a medios turnos en una cafetería temática después de la universidad, en realidad lo hago desde que estudiaba la preparatoria, y el lugar me ha resultado agradable desde entonces, porque, como dije, es acogedor, tengo buenos amigos aquí, y me pagan lo suficiente para darme mis gustos, sé bien que no necesito trabajar, pues mi familia aunque no nada en dinero como otras, es estable económicamente, mis padres aun me mantienen casi al cien por ciento, pero trabajo porque me gusta sentirme independiente, prefiero ganar y gastar en niñerías mi propio dinero.

—Lo siento tanto— Me disculpo con el cliente, sin embargo el chico de cabello rojo solo sale corriendo, sin siquiera mirar atrás, y lo que es peor, sin pagar, pero claro, ha sido mi culpa, pues estoy tan nerviosa que he terminado por tirarle un jugo de procedencia dudosa encima.

Pero no puedo evitar que los nervios me estén consumiendo, no puedo evitar ese sentimiento que es desagradable y agradable en sí mismo, ese sentimiento que se instala ferozmente en tu estómago, la sensación de que cosas buenas y agradables pasarán, esa misma que te hace sonreír hasta que tus mejillas comienzan a sentirse adormecidas, no puedo evitarlo. Porque es amor, o al menos eso dice Ino.

Estoy perdidamente enamorada de alguien desde el momento en que nuestros ojos se cruzaron aquel día, desde que lo conozco, desde casi siempre. Uzumaki Naruto, mi mejor amigo, y mi primer amor, siempre creí que entre él y yo no podría haber nada, no guardé esperanza alguna, e intenté mantener mis sentimientos a raya, porque llevo años de conocerlo, lo conozco demasiado bien como para hacerme demasiadas ilusiones con él.

Pero hace una semana ha montado un espectáculo en la universidad, gritando en medio del tumulto de estudiantes que se forman para salir que yo le gustaba, y ese simple hecho, ha sido suficiente para que yo deje que las barreras que existen entre mis sentimientos y él se rompan, para que mis barreras respecto al romance se rompan, y dejar que mi corazón se ilusione.

—Demonios— Murmuro mientras termino de deshacerme de mi uniforme de trabajo que ahora porta una gran mancha naranja, producto del incidente con el cliente pelirrojo y su jugo extraño.

En cuanto mi turno termina tomo mis cosas sin siquiera ordenarlas, para poder salir corriendo a la puerta trasera, pues, aún tengo cosas de la universidad que necesito terminar y no puedo quedarme a charlar con Sai y Tayuya, quienes se encargaran de cerrar el lugar.

Justo en la salida me topo con Naruto, quien provoca que me tambalee un poco, debido a que he frenado muy aprisa, él lleva el rostro serio, y se nota que ha estado un buen tiempo sentado en las bancas a las afueras del lugar —Necesito hablar contigo— sentencia, su voz seria hace que la frase se vuelva aterradora.

—Y bien, dime—Sonrío, intentando aligerar el ambiente, pero no me devuelve el gesto, por el contrario, él esconde su mirada, y se niega a verme, mientras muerde su labio con fuerza, con lo que a mí me parece culpabilidad.

—Me caso en tres meses con Hinata —

—Me caso en tres meses con Hinata —

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