CAPITULO DOS: UN POCO MÁS DE TI.

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Abdel tenía la copia de aquella tesis, no había leído algo tan bien preparado y redactado. Sin duda se había quemado las pestañas con aquella propuesta que ahora implementaban ellos. Debía ser muy inteligente o recibir ayuda extra de su familia para conservar su vida social los fines de semana.

-Abdel.- interrumpió sus pensamientos su madre entrando sin más.

-¿Ocurre algo?- dijo cerrando la carpeta en la cual tenía la copia.

-¿Por qué no has invitado a Xcaret a la hacienda? ¿O tal vez a dar un paseo en moto? Lo que sea que hagan los jóvenes hoy en día.

-Me gustaría adaptarme a mi trabajo y puesto. Te prometo que saldré con ella, pero no ahora.

Carlota tomo su mano y lo miro fijamente a los ojos.

-Es una niña muy linda e inteligente. Ve a César, no cometas un error por no escuchar consejos de tu madre, que sabe bastante bien lo que les conviene.

-No lo haré.- sonrió.- ¿Te gustaría que fuera feliz?- ella asintió de inmediato.

-Bien, déjame trabajar un poco más antes de ir a dormir y prometo invitarla antes de fin de mes.

-Una promesa.

-Una promesa.

Carlota solo quería lo mejor para sus hijos, no quería ser muy aprensiva, pero Fabiola ya había hecho suficiente, no quería que su hijo pasara por lo mismo que su hermano.

Sonrió y salió del estudio, para dejar que su hijo terminara de leer lo que sea que estuviera leyendo, sabía que era un trabajo nuevo y que mejor que llevarlo a casa en vez de pasar tiempo fuera de ella. Así que subió la escalera orgullosa de su hijo.

Al entrar en la habitación, Yuma la esperaba cruzado de brazos.

-¿Qué hacías mujer?- pregunto viéndola entrar. Después de veintiocho años junto a ella, la conocía muy bien y aquella mirada sin duda era de victoria.

-Fui por agua.- respondió mostrando el vaso en su mano.

-Deja que se acostumbre a la casa y el trabajo.

-No lo molestare por ahora.- sonrió y le dio un dulce beso a su esposo.- Vamos a dormir.

-César llamo, todo está bien, él está tranquilo.

-Es un alivio que pueda respirar aire puro. Es muy joven aún para estar triste y perdido en un matrimonio fallido.

-El amor no sabe de edades, recuerda que justo a esa edad éramos felices.

Carlota sonrió ¿Cómo olvidar aquella época? Los Zabalza eran gente muy linda y humilde a pesar del dinero que tenían. Sofía, madre de Yuma la había acobijado como una hija más en cuanto llego a la casa. Así que podría decir que era afortunada y deseaba lo mismo para sus hijos.

Eran las cinco de la mañana y el sonido del celular sonando la despertó, molesta tuvo que responder. Habían pasado tres semanas desde su encuentro con Abdel, y justo en viernes le llamaba.

-¿Hola?- dijo a modo de saludo, aún adormilada.

-¿Cuál es tu hora de trabajo?- ella se enderezo y vio su despertador.

-En dos horas. Nadie busca un abogado a esta hora, al menos no mercantil.

-Así que esa es tu escusa.- ella sonrió.

La verdad era que estaba tan ocupada que terminaba durmiendo a las dos o tres de la mañana, a veces a las cuatro por estar realizando trabajos fuera del bufet.

SERENDIPIAWhere stories live. Discover now