CAPITULO CINCO: CONFESIONES.

1 0 0
                                    

Xcaret revisaba nuevamente los términos del contrato. Después de aquel beso, las cosas volvían a la normalidad, quizás era por la ausencia de él ya que había tenido que viajar al extranjero. No era algo que extrañara, sin embargo se sentía un poco ansiosa.

Llamaron a la puerta, era Carlota así que se colocó en el rostro su mejor sonrisa.

-Hola hermosa ¿Lista para el juego?

-Es verdad.- vio la hora.- Lo olvide por completo.

-Siempre en la luna. Vamos, tenemos mucho por calentar.

-Claro.- guardo todo a prisa y apago el monitor.- Escuche que se casara Ofelia.- dijo mientras guardaba unas carpetas bajo llave.

-Sí, todos se sorprendieron, pensé que tú y Abdel...

-Falta que él me lo pida.- sonrió y ambas mujeres dejaron la oficina.

Durante todo ese mes Carlota iba por ella cada semana, no quería rendirse ante la posibilidad de perderla como nuera.

El trayecto fue corto, ambas entraron al club y se dirigieron a la cancha de tenis. Jugaron el partido que se debían. Luego fueron a casa de Carlota a cenar.

César sonrió al verla un cuarto viernes junto a su madre.

-¿Saliste de nuevo temprano?

-No hay mucho por hacer, así que sí.- sonrió.

-Sin duda, la plastilina ni congelada se vuelve dura.- comento mostrando un trozo de aquella masa, como si hubiera estado esperando ese momento.

-¿Para qué es eso?- pregunto Carlota mirando a su hijo extrañada.

-Un proyecto, estaré ocupado, pero antes de irte pasa a mi cuarto, quiero hablar contigo.

Abdel tomo el taxi en el aeropuerto. Un mes lejos de ella no lo dejaba dormir, no podía dejar de pensarla y soñar con aquella noche en la cual juraría haberla besado. Claro que solo había sido un sueño, pues ella hubiera puesto una demanda o lo hubiera arrojado a mitad de la nada. A pesar de ello, no dejaba de pensarla, de volver al día en el cual lo flecho, ese lado que no conocía nadie más aparte de él.

Tanto cuidarse de ella y ahora se veía estúpido sin poderse concentrar si no sabía de ella. Incluso le había pedido algo absurdo solo para oír su voz.

-Cambiaremos de dirección.- dijo al taxista sonriendo.

Dos horas más tarde César y Xcaret paraban en un bar. Abdel sonreía mientras caminaba de forma bastante peculiar hasta ellos.

-¿Qué sucedió?- pregunto César mirándolo.- Voy a pagar.

-¿Estás loco? Si sabes lo que te hace el alcohol ¿Para qué tomas?

-Diversión.- continuaba sonriendo.

-Puedes hacerlo sin exponerte, sin lucir como imbécil.- dijo molesta.

-¿Qué vas a saber tú de mí?

-Que tus padres te aman, tienes una familia estable, dinero y un hermano que se preocupa por ti. No tienes la menor idea de lo que es sufrir. Ni yo.- movió la cabeza.- ¿Tan mal fue el viaje?

-Sí.- borro la sonrisa.- El arte del amor es una materia absurda.

-No cambies el tema.- lo tomo del brazo.- Vamos subiendo.

-¿Te importo?- sonrió de nuevo- ¿No me odias?

-Nunca he dicho que te odie.- abrió la puerta ayudándolo a entrar, quedando muy cerca de él.

SERENDIPIAWhere stories live. Discover now