Parte XXXV: Razones

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Renato inmediatamente se tensa, pero para su sorpresa, no retrocede. El joven respira hondo, encorvando los hombros y mirando a los ojos de Gabriel. El mayor, después de reunir todo el coraje para decir eso, ahora está en blanco. Sólo observa a Renato pero no puede encontrar las palabras para iniciar la importante conversación. Hay tanto que quiere saber, tanto que necesita comprender y que no sabe por dónde empezar.

"Yo... fui a verte, digo... a tu habitación, acá en el hospital," comienza Gabriel, aunque no está seguro de a dónde va con eso. "Fue un alivio verte vivo... de alguna manera."

"Por ahora," Renato se encoge de hombros. "¿Por qué fuiste? No puedo escucharte ahí ni nada, realmente no estoy ahí, ya sabés."

"Lo sé... pero necesitaba saber que no te habías ido para siempre. Vos, apareciéndote así, daba miedo, ¿lo sabías?"

"Perdón," Renato mira hacia abajo, viéndose realmente arrepentido. "No lo hice a propósito para asustarte o algo así, sólo... te necesitaba. Sé que no querés verme, pero no pude evitarlo."

"¿Cuándo... cuándo hiciste eso?" Al principio, Renato no entiende lo que quiere decir Gabriel y frunce el ceño en señal de confusión. Le toma unos segundos más darse cuenta, sus expresiones muestran que entendió y sus rasgos se endurecen.

"Hace tres o cuatro años, no estoy muy seguro. La estaba pasando muy mal," responde el joven, frotándose las manos en sus antebrazos.

"¿Por qué lo hiciste?" Gabriel pregunta, dándose cuenta de que necesita entender esa parte de Renato. Estar fascinado con la muerte ya no es suficiente para él, y necesita saber qué es lo que está llevando al joven a intentar suicidarse... varias veces.

"¿Por qué alguien intenta suicidarse?"

Gabriel no capta el descaro que el otro chico le está dando, su propia expresión se convierte en piedra y le da una mirada de desconcierto al más joven. Renato tiene la decencia de mirar hacia otro lado, mordiéndose los labios con pesar.

"Quería morir, quería acabar con todo. Fallé, claramente. Pero lo deseaba tanto."

La voz de Renato es profunda y está quebrada, ronca como si fuera difícil sacar las palabras de su boca. Gabriel puede ver cómo el joven entierra sus dedos en sus brazos, apretando tal vez demasiado fuerte. Su propio corazón duele tanto como su mente no puede entender la razón detrás de ese deseo.

Como un tonto insensible, pregunta: "¿Por qué?"

Renato deja escapar un suspiro exhausto, sus hombros hundiéndose como si estuviera cargando el peso de la Tierra sobre ellos.

"No tengo una buena razón," se ríe el joven, pero carece de humor. Es seco e irónico, y está teñido de profunda tristeza.

"Igual quiero saber, incluso si es la razón más tonta," lo presiona Gabriel. "Necesito saberlo, Renato. Siento que no entiendo nada de vos, como que no te conozco."

"¡Ya sabés cómo soy!" el más joven grita. "Mejor que nadie..." agrega en un susurro, sus ojos temblando en emociones.

"Entonces decime, quiero entenderte mejor."

"¿Por qué?" es el turno de Renato de exigir razones.

"Porque lo necesito, para seguir adelante, para dejar esto atrás... Necesito entender."

Sus palabras parecen herir a Renato, su expresión está rota y desesperada. Mira a Gabriel como algo que sabe que ha perdido y no puede recuperar, algo que ya extraña mucho. Hace que Gabriel se sienta incómodo y abatido al mismo tiempo, porque odia ver a Renato tan triste.

Alturas. [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora