Alturas. [Quallicchio]

Parte XXXVI: Miedo

"¡Tato!" Gabriel grita, con los ojos muy abiertos por la sorpresa, la cabeza girando de un lado al otro en busca del otro chico, pero la terraza está vacía. "¡Renato!"

Su ritmo cardíaco se acelera cuando se da cuenta de que el más joven no está cerca. No era su intención que las cosas se pusieran así. Estaba pensando, en un momento sólo estaba considerando todo lo que ya es tan difícil de entender cuando está tan cansado y privado de sueño, y al siguiente segundo Renato ya no estaba ahí.

"Ay, ¿por qué sos tan impaciente?" se queja, pasándose las manos por el pelo con frustración. "¿No podrías darme un poco más de tiempo?"

Infinitamente cansado pero derrotado, Gabriel se empuja a sí mismo para alejarse de la terraza. Aunque no tiene un objetivo claro de hacia dónde se dirige, sólo se está moviendo, sus pensamientos son consumidos por Renato. Aunque sabe que todavía tiene sentimientos profundos y fuertes por Renato, no está en Gabriel seguir ciegamente a su corazón y elegir sin pensar en las repercusiones. No es un romántico como Andrés, que elegiría a Gastón por sobre todas las cosas. Gabriel tiene que pensar con cuidado antes de tomar una decisión y el amor romántico es algo que nunca antes había experimentado, algo que nunca tuvo mucha importancia para él. Es la primera vez que realmente siente algo por alguien, por lo que no tiene experiencia. No ayuda que la situación en la que se encuentra sea tan imposible y confusa, con sus vidas tan enredadas que parece que fuera del destino.

Es posible que estén predestinados o algo digno de un drama, Gabriel recuerda que Andrés le dijo, y las muchas otras veces que lo molestó con estar destinado a Renato y todo eso. Ahora que lo piensa, no puede evitar resoplar en medio de la calle, pareciendo un bicho raro.

Bueno, parece que Andi tenía razón porque sus vidas están tan enredadas y retorcidas, desde el accidente hasta que Gabriel es el único que puede ver a Renato, y cómo parece que Renato sólo es real cuando está cerca del mayor. ¿No parece que están realmente predestinados?

Es un pensamiento divertido pero abrumador.

¿No podríamos habernos encontrado de otra manera si estuviéramos destinados? Gabriel piensa, deseando haber conocido a Renato en un entorno normal, enamorándose lentamente el uno del otro como lo hicieron Gasti y Andi, sin tantos problemas de vida o muerte.

Pero mientras piensa eso se da cuenta de que tal vez no le habría echado una segunda mirada a Renato, se habría mantenido alejado de un bicho raro como él. Fue porque Renato seguía apareciendo de la nada a su alrededor, fue porque estaba vulnerable, solo y necesitaba a alguien que pudiera contenerlo y volverlo a armar como lo hizo Renato. Se abrió y se enamoró inevitablemente de Renato.

Predestinados.

Y parece que el destino está riéndose en su cara porque cuando Gabi se da cuenta de dónde lo han llevado sus pies, se encuentra en uno de los puentes que cruzan el río Gualeguaychú. Se ríe, sin gracia y cansado porque ¿no es ahí donde conoció a Renato?

"Bien, voy a aceptar que es el destino, pero nunca se lo diré a Andrés," murmura Gabriel para sí mismo, riéndose entre dientes.

Respira hondo y da un paso adelante, pero en cuanto lo hace, ve un cuerpo delgado junto a la baranda. Su corazón se detiene cuando ve a la persona que intenta subirla, su mente sólo piensa en Renato y un grito se atasca en su garganta, todo su cuerpo se congela. Cuando la persona logra sentarse en la baranda, se da cuenta de que un vestido se vuela con el viento y un cabello largo baila alrededor de la cabeza de una niña, delgada y frágil que parece que el viento se la va a llevar.

Cuando Gabi se da cuenta de que no es Renato y simplemente es otra persona, su cuerpo reacciona y corre hacia adelante justo cuando la niña pone sus pies al otro lado de la baranda, con las manos aún sujetándola pero el cuerpo inclinado hacia adelante, lista para saltar.