Alturas. [Quallicchio]

Parte II: Puesta de sol

Pasan dos meses después de ese incidente con el joven en el puente y Gabriel no piensa mucho en ello ni recuerda al chico, aunque a veces el bello rostro cruza sus pensamientos de manera efímera, pero eso es todo lo que hay.

La madre de Gabriel no mejora, pero no empeora, lo cual es algo que lo hace sentir agradecido. Todos los días se recuerda a sí mismo que ella está ahí, y puede seguir adelante otro día, por más difícil que sea. Ya no pasa todo su tiempo en el hospital, no porque la molestia de todos tuvo algún efecto, sino porque lo que su mejor amigo Andrés le dijo un día:

"¿Estaría tu mamá orgullosa si estuvieras acá todo el día?"

No, ella no lo haría y Gabriel lo sabía. Una vez que las clases comenzaron de nuevo en septiembre, él empezó a cursar y pasaba el resto del día en el hospital con su madre, contándole lo que sucedía en su día y los contenidos que veían, incluso de sus trabajos prácticos. También, más a menudo, Gabriel le lee a su madre alguno de los libros que le interesan actualmente. Algunos son ficción, otros son ensayos; realmente no importa, es como si lo estuvieran leyendo juntos y eso es todo lo que cuenta.

El padre de Gabriel está tan ausente como lo estaba al principio. Su mayor participación fue acordar con el conductor del camión,haciendo que Gabriel se enfureciera porque él quería un juicio,necesitaba esa justicia. Se le quitó esa satisfacción antes de que pudiera siquiera pensar en ello o ponerle las manos encima. El caso fue cerrado, arreglado, y la madre de Gabriel todavía estaba en coma.

Gabriel está empezando a enojarse de verdad con su padre por su ausencia y falta de apoyo. Solo tiene veinticuatro años, no debería lidiar con tanta presión o responsabilidad, siendo el único que cuida a su madre. La carga debería ser compartida, pero su padre se ha lavado las manos y Gabriel está completamente solo.

Hoy, la doctora de su madre viene a verla en una de sus rondas y su expresión está muy en blanco cuando comprueba el archivo y la condición de la paciente. Comprueba si hay algún tipo de reflejo y Gabriel ha visto la rutina tantas veces que incluso a veces la realiza él. Presiona su uña en su pulgar, revisa sus pupilas en busca de dilatación, pero nada. Todos los días, y no hay nada. Gabriel siente que su pecho se contrae con aprensión cuando ve que la doctora mueve su cabeza de manera casi imperceptible, suspirando como si ya se hubiera rendido.

"Todavía no hay una respuesta física y su actividad cerebral no muestra ningún cambio, solo se mantiene estable", dice la doctora con un suspiro, con las manos en los bolsillos del ambo mientras se encuentra con los ojos de Gabriel. "Han pasado casi nueve semanas y no ha mejorado en lo más mínimo. Deberías comenzar a considerar aceptar la posibilidad de que no se despierte. Con el tiempo, las posibilidades se vuelven más y más escasas".

Gabriel aprieta sus puños tan fuerte a sus lados que siente que sus uñas se entierran en la carne de sus palmas porque sabe, todo eso lo sabe,pero no necesita que se le recuerde que su madre está prácticamente con muerte cerebral y solo están obligándola a mantenerse "viva"con las máquinas, y es muy probable que ella no se despierte. Gabriel realmente no necesita eso. Él necesita que la gente le diga que se mantenga fuerte y que es genial que su madre no haya empeorado a pesar del tiempo, que está estable y aguantando.

Solo un poco de esperanza y apoyo, eso es todo lo que necesita gritar en voz alta.

"Sé que es difícil, pero ésa es la verdad. Todo lo que queda es esperar y rezar por un milagro, si sos creyente".

Gabriel no lo es, pero está rezando, con todo su corazón, está pidiendo por su madre.

"Nos vemos por ahí, Gabriel."

La doctora se va, una vez más, Gabriel sin pronunciar una sola palabra,tragándose todas sus quejas y preocupaciones, todo su dolor. Él no se siente comprendido ni apoyado por la doctora, pero la respeta porque, en definitiva, ella salvó a su madre de morir en el quirófano, aunque haya terminado en coma.