Parte XI: Crisis nerviosa

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La sonrisa de Renato es amplia y honesta, cálida de una manera que Gabriel nunca podría esperar de alguien como el joven. Renato sonríe como alguien que está feliz con la vida, que está contento y no cambiaría nada, alguien que acepta todo lo que la vida le presenta, alguien fuerte y decidido. Como alguien que no se parece en nada al chico que Gabriel conoce.

"¿Cómo me encontraste?" Gabriel pregunta, sospechando desde sus entrañas.

"No te estaba acosando si eso es lo que te estabas preguntando," responde Renato con facilidad, mirando hacia adelante, a todos los autos que pasan mientras se inclina hacia atrás casualmente, con las manos en la baranda, aunque no parecen servir de apoyo. "Vine acá porque sí, realmente no pienso en los lugares a los que voy, sólo... voy. Estaba acá y te vi y parecías alguien que perdió todo en la vida."

Gabriel suspira, sintiéndose sin energía nuevamente mientras sus preocupaciones y pensamientos regresan a él. Renato no es una distracción para su caos interno, la vida lo escupó en la cara y a él sólo le queda lidiar con sus emociones que son demasiado para él. Son meses de haber reprimido cosas, se siente ahora que el contenido llegó al límite.

Abrumado y asustado, podría llorar frente a alguien que apenas conoce, Gabriel se da vuelta y se enfoca en la puesta de sol.

"No perdí nada todavía... pero es posible que tenga que dejar ir algo demasiado importante," Gabi susurra, demasiado bajo para que nadie pueda oírlo mientras el sol apenas se está poniendo y la ciudad suena más fuerte que su voz.

"¿Tenés que hacerlo?" Renato pregunta y Gabriel se voltea tan rápido para mirar al más joven, sorprendido de lo que realmente lo escuchó. Renato lo mira a los ojos sin girar la cabeza, pero Gabriel puede ver la pequeña sonrisa que confirma que sí, lo escuchó.

"Cómo...?" no termina la pregunta, entrecerrando los ojos para ver mejor a Renato, ese tipo extraño que sigue sorprendiéndolo. Sólo está ahí, sentado en la baranda tan casualmente como si no apareciera siempre de la nada, como si no pudiera escuchar los susurros de Gabriel destinados a ser arrastrados por el viento sin que nadie los escuche.

"A menos que te fuercen, no tenés que dejar de lado las cosas que no querés," continúa Renato, sonriendo con más amabilidad esta vez. "¿Alguien te está forzando?"

Gabriel respira profundamente, sintiendo que su garganta se cierra porque parte de él se siente presionado a dejar a su madre y la esperanza de que ella pueda despertarse. Y acá está Renato, recordándole que no tiene que hacer eso si no quiere.

"¿Podrías hablarme sin sentarte en la baranda?" Gabriel pregunta en lugar de hablar sobre el tema. Renato puede escuchar sus susurros, así que ahora sus pensamientos sólo están guardados en su cabeza.

"Uh, ¿por qué? ¿Te da miedo que me caiga?" Renato se burla, con humor en su voz que se refleja en su sonrisa cuando comienza a reclinarse, con la cara burlándose mientras sus ojos se abren. "Uh, uh, uh!" Exclama y Gabriel siente que su cuerpo se paraliza del miedo cuando Renato se inclina hacia atrás, peligrosamente.

"¡CORTALA!" Gabriel grita, saltando a la vida y moviéndose, sus brazos alcanzando a Renato inmediatamente, envolviéndose alrededor de la delgada cintura y sosteniéndolo. Su propio cuerpo se desliza entre las piernas del joven y Gabriel sólo lo agarra salvando su vida, evitando que se caiga.

"Euuu," se ríe Renato. "No iba a caerme, mis pies me mantienen enganchado," continúa, pero Gabriel no lo suelta. "¿Es sólo una excusa para abrazarme? No es necesario, con sólo pedir es suficiente. Soy muy generoso con mis abrazos."

Gabi no se mueve, su corazón está martilleando con miedo ante la idea de ver morir a Renato. Ver a alguien morir lo aterroriza porque es un recordatorio de cómo su madre está con un pie en la otra vida. El miedo de perderla le está quitando lo mejor, todos sus sentimientos y emociones se vuelven locos. Está ahogado y abrumado, asustado y solo. No deja que la gente lo consuele, no realmente. Viene llevando toda la carga por su cuenta y está agotado. Hay una calidez que ahora lo rodea y Gabriel simplemente no puede salirse, sus rodillas están débiles y está agotado. Tiene el corazón roto y perdido.

Alturas. [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora