El pequeño Harpuia estaba ocupado con su cajita de crayones y las tres hojas de papel que estaban esparcidas por el suelo.
Cada una de ellas era similar a la otra, una mancha verde tomada de la "mano" con una mancha azul y una roja que "abrazaba" a la azul.
Sobre la mancha verde estaba escrito "Arpuya", sobre la azul "Mamá" y sobre la roja "Siro".
El pequeño estaba orgulloso de sus niveles artísticos, tanto que tomó la hoja más bonita entre sus brazos y se paró frente a la puerta a esperar.
Zero no había llegado, así que el pequeño supuso que el rojizo tenía trabajo que hacer.
Mientras que su madre, había salido desde muy temprano con una pila de papeleo en brazos.
Cuando el niño se aburrió de ver la puerta, tomó la hoja, la enrolló y se fue caminando a traer una silla.
X le había dicho una y otra vez que no saliera de la habitación si ninguno de ellos estaba con él.
Pero él quería enseñarles... Queria que se sintieran igual de orgullosos que él con sus dibujos.
Así que, con la poca fuerza que tenía, arrastró la silla hacia la puerta para luego girar la perilla lentamente.
La puerta se abrió, revelandole un lugar que nunca había visto antes. Un pasillo metálico que reflejaba poco la luz.
Harpuia se bajó de la silla y se aseguró de llevar el pedazo de papel con él para poco después salir de la habitación.
Ya afuera, revisó una y otra vez el lugar. Obviamente, por miedo a que alguién le viera.
Su sigilo lo llevó hasta el lobby del cuartel, donde finalmente encontró a su madre mientras caminaba con un grupo de reploids.
Su intención fue acercarse a él, pero al notar la alta afluencia de reploids de esa area decidió no hacerlo.
-¿Cómo llegaste hasta aquí?- Escuchó una voz familiar por detrás suyo.
Su cabecita se volteó hacía el chico rubio bastante sorprendido que lo veía.
Había logrado uno de sus objetivos, aunque habría preferido mejor encontrar a su madre.
-Ven.- Ordenó el rojizo mientras se agachaba para quedar a la altura del niño.
Harpuia no pensó dos veces, acercandose a este para rodearlo con sus cortos brazos.
El rojizo devolvió el abrazo poco antes de levantarse del suelo con el niño en brazos.
-Regresemos a la habitación de tu madre.- Dijo suavemente, al mismo tiempo que se escabullía de las miradas de los otros hunters.
No fue tan difícil llegar pues, la mayoría de reploids estaban más ocupados en su trabajo que en mirar a Zero con el obvio niño en sus brazos.
El rojizo suspiró mientras pasaba caminando frente a la habitación del azulado y dirigía sus pasos hacía un nuevo lugar.
El niño no lo cuestionó, solo se hundió un poco más en sus brazos para acomodarse y mirar los lugares por donde pasaban.
Esta vez, unos cuantos reploids notaron la presencia del niño y corrieron a saludarle alegres.
Los ojitos verdosos del pequeño y el cabello rubio les dieron indicios de quienes más o menos eran los padres. Así que no hicieron preguntas.
El pequeño solo veía a los otros hunters decirle una y otra vez que era una lindura. Pero este decidía ignorarlos para esconder su carita en el pecho del rojizo.
Esto causó muchos gritos de ternura por parte de los reploids, que si no fuera porque Zero los regañó, hubiesen llamado la atención de los otros hunters que caminaban por allí.
Luego de esa reunión, ambos siguieron por la ruta que el rojizo había tomado.
Esta vez pasando por la enfermería donde unas cuantas enfermeras y Lifesavers saludaron al rojizo.
El rubio sonrió aunque esta vez no se detuvo para hablar un rato con los reploids.
Ahora pasó caminando luego de saludar con su mano y mostrar con cuidado al niño.
En este punto, ya parecía que Zero solo llevaba a Harpuia para presumir de su existencia y no porque iban a alguna parte.
Aunque luego de unos minutos, llegaron a una puerta automática con un vidrio templado.
En la cual lo único que se podía ver desde afuera era una mancha azulada caminando dentro.
Harpuia reconoció instantaneamente el tono azulado y forcejeo un poco para que Zero lo dejase caminar.
Luego entró al lugar, encontrandose con maquinaría de laboratorio y cuatro cápsulas de las cuales una ya estaba abierta.
-¡Mamá!- El niño corrió hasta las piernas del azulado para abrazarlas.
-¡¿Harpuia?!- Gritó con miedo y asombro combinados, el hunter azulado.
-Mamá, mira lo que hice.- El niño tomó el pedazo de papel y con cuidado lo desdobló mostrando sus contenidos.
El reploid azulado sonrió al ver las manchas de crayones y los nombres mal escritos pero hechos con mucho amor.
-Me encanta.- Dijo suavemente mientras cargaba al niño en sus brazos y lo acercaba para besar su frente.
Zero no se acercó, solo miró de lejos como si sabía que ese momento familiar iba a acabar en algo triste.
El rojizo suspiró y se acercó al azulado para robarle un beso mientras Harpuia le golpeaba la cabeza.
Al cortar el beso, Zero miró directamente a los ojos del azulado.
-X, tenemos que hablar.- Dijo en un tono entre triste y aliviado.
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The Perfect Child
FanfictionHarpuia miraba constantemente al reploid rubio, siempre pensando lo mismo. "¿Por qué Zero es tan feo?" -------- Una historia de la vida de Harpuia