Mr. and Mrs. Problems [MAMP #1]

10. Un juego para tres

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LIAM

Ya casi eran las siete de la noche y estaba solo en casa, nada que hacer, nada divertido por lo menos. Tras el miserable temblor que tuvimos, mi sobrino de tres años se orinó sobre mí, si lo preguntan, deseché lo que llevaba puesto en ese instante. De verdad que era un pésimo tío, no podía más con esto. Sin pensarlo mucho llamé a Rita, la mujer que cuidaba de mí cuando era niño, se alegró mucho cuando le pedí que cuidara a Peter. No la había visto hace un tiempo, pero cuando llegó a casa con su radiante sonrisa recordé muchos lindos momentos de cuando era pequeño. Su cuerpo era más pequeño de lo que recordaba, las arrugas de la edad habían tomado su piel, pero no dejaba de irradiar ternura y calidez.

—Liam, eres un joven apuesto. —acaricia mis mejillas y sigue con mi sobrino—. Tú igual, pequeño Peter. Es un placer conocerte.

Peter se sonroja ante las cálidas palabras de Ritay le tiende la mano para un amistoso saludo. Veo el panorama y siento un cosquilleó de envidia al ya no ser un niño y ser consentido. Mi sobrino comprendió que quizá saldría, pero no me hizo muecas ni rabietas, pues él igual entendía que a veces me gustaba darme mis tiempos. A pesar de que Vane, mi hermanastra, me pidió que lo tuviera unas horas, ella había tardado más de lo planeado, ya que ahora se volvió casi una semana entera. Adoro tener a Peter conmigo, pero no todo el tiempo.  Con todo dejaría todo asegurado para salir y Vane no tendría quejas. Comprendía que ella tenía sus problemas, y para mí y mis padres no era molestia tener a mi sobrino en casa. Ya no, por lo menos. Mamá amaba a su hijastra, sobretodo porque su primer matrimonio fue muy lindo y con su ex pareja todo terminó de cierta manera bien; pero mi padre antes tenía múltiples peleas con ella por los problemas que Vane provocaba y de paso me metía en ellos. Papá una vez la encaró y hubo una gran discusión hasta que se marchó. Finalmente, mamá no la convenció de volver y con el paso de los años cambió. Mi hermana, porque así la consideraba al fin y al cabo, se casó con un gran hombre y formaron su vida, notó muchos de sus comportamientos tóxicos y los cambió. Por esa razón mi padre dejó que la volviera a ver y convivir con ella.

—Peter es divertido, me recuerda a ti de niño. —bromea Rita.

La veía más de cerca, ya estaría llegando a sus sesenta años quizá y aún así irradiaba la luz de hace muchos años. Era tranquilizante.

—Es un buen niño, por ahora saldré unas horas. Volveré pronto. —le doy un sonoro beso en la frente y llego a la puerta, pero su voz me detiene.

—¡Liam! —volteo a verla—. Sabes, extrañaba poder verte. Siento mucho haberme alejado.

—No te preocupes por eso. Lo entiendo. —le sonrío dulcemente.

Rita se tensiona y noto como sus ojos están al borde de las lágrimas.

—¡Hey, no! —la abrazo lo más pronto que pude—. No llores, nana. Sabes que te quiero mucho y eso no cambiará nunca.

—¡Oh, pequeño! —me rodea con sus brazos—. Debió ser duro para ti.

—Eso ya pasó, nana. —a pesar de todo, sentí una punzada en mi pecho—. Lo he superado.

—No volveré a dejarte, mi niño. —me abraza más fuerte—. Ve a divertirte, cuando vuelvas aquí estaré esperándote con una rica taza de chocolate.