Capítulo 31

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Las nubes se habían ennegrecido, todas las personas dentro de la ciudad estaban escondidas en sus casas, todas ellas rezando para que los Swadianos no consiguieran pasar. Los soldados rasos del ejercito de los de Doxidia se habían encargado de mantener el orden social y ahora estaban en guardia por las calles por si el plan fracasaba y los Swadianos entraban.

La muralla de poder de Capro se mantenía intacta. Helia se sentía imporente, ella también quería ayudar, pero tenía que cuidar del desmayado capro. Los Swadianos ya no atacaban viendo la dureza de la muralla, así que esperaron un momento y refuerzos aparecieron. Eran 4 catapultas enormes cargadas con enormes piedras. Helia se quedó un poco asustada.

Marc había sido alcanzado por el filo de Kapútilo, al joven le sangraba un pequeño corte en la cara.

-Un poco más y me habría matado - pensó el Marti.

La batalla se habia puesto seria. Uno de los dos iba a ganar y el restante a morir. Marc se concentró como nunca antes en su vida.

-Basta de tonterías, joven.- dijo Kapútilo poniendose en posición

El general frunció el ceño y dejo salir su aura intimidatoria. Marc tragó saliba, miró fijamente a Kapútilo y mostró también su poderosa aura.

-No solo los generales somos usuarios de este poder. Todos los soldados de Swadia llevan armas con aura propia.- dijo el Swadiano.

-No importa lo que lleven, Helia y Capro defenderán la ciudad. Doxidia no caerá.

Al nombrarla, Marc pensó en Helia, y en que cuando todo esto terminase se casarían. Así que el joven dejó los nervios y sonrió con mirada heroíca ante Kapútilo.

-A que viene esa confianza de repente?- Preguntó el general un poco molesto.

-Simplemente es que sé que no voy a morir. Asi que preparate.

Kapútilo en un arrebato convirtió su aura en un puño gigante y lo lanzó sobre Marc. Este lo esquivo en el momento justo, el puñetazo consiguió romper varios arboles y levantar bastante tierra, fue bastante potente.

-Soy la fuerza bruta de Swadia, no seas tan arrogante, te aplastaré.- dijo enfadado Kapútilo.

-Interesante... en ese caso yo soy "el estruendo" de doxidia.- Marc sonrió.- De un solo puñetazo paré la última guerra de estas tierras, sepas con quien te metes...

A Kapútilo le cayó una gota de sudor por la cara.

-Entonces demuestrame lo que tienes, mocoso- el tono del Swadiano era nervioso.

Marc comenzó a acumular el poder en su puño, pero esta vez el visible aura tomaba forma eléctrica, como si el poder estuviese electrificado.

-No va en broma.- pensó Kapútilo.- He de frenarle antes de que asente el golpe.

Y mientras Marc acumulaba poder, el general volvió a lanzar el puño de poder hacia él. Justo cuando parecía que el golpe iba a ser certero, el joven empuñó su espada con el puño cargado cual mandoble. La espada pareció que se hiciese mas grande, ya que se rodeó de aura y esta se prolongaba casi 2 metros hacia arriba. Con su nueva espada de poder electrico Marc cortó el puño de Kapútilo y creó un carril para ir hacia él. El general no supo reaccionar al contemplar a su enemigo con una espada gigante formada por aura. Marc la empuñaba y parecía otra persona distinta, de verás era un heroe.

Graunio había estado siguiendo en sigilo a Alxhez y Chess, lo que el general no contemplaba era que los dos guerreros se habían percatado. Sabiendolo, ambos fueron a un descampado en el bosque, donde Graunio no se podría esconder. Los dos se quedaron parados en medio del llano.

-Estan esperando a alguien, o quizás ya saben que les sigo y me han traído hasta aqui?- se preguntó el general Swadiano.

La espera duro unos pocos minutos, suficientes para salir de dudas.

-No podemos perder más tiempo, voy a usar mi habilidad.- Dijo Chess.

Alxhez asintió.

La mujer dejó salir su aura y la concentró en sus oidos. Cerró los ojos y se dispuso a escuchar. De repente miró exactamente hacia donde estaba escondido Graunio y lo señaló indicándole a Alxhez su posición. Graunio se quedó de piedra, era imposible que le pudiesen haber visto o escuchado, estaba ocultando al máximo su presencia. Alxhez y Chess comenzaron a andar hacia allí. Entonces Graunio salió sin importarle que le viesen.

-Cómo has podido detectarme?.- Preguntó molesto.

-Te he escuchado.- Respondió Chess.

-Imposible, estaba en el más absoluto silencio.

-Puedo escuchar tus latidos.- Acabó Chess tajante.

El tono de superioridad de Chess asustó por un momento a Graunio.

-Tambien puedo escuchar tu miedo.- dijo la chica dejando ver su aura.- aunque pronto no escucharé nada proviniente de ti... la muerte hace callar a las personas.

Un pobre viento se levantó bajo el ennegrecido cielo. Ennegrecido como las auras que rodeaban a Venus y a Mogga.

-Por fin te encuentro.- dijo la Sancenon.

-Pensé que habías muerto...- dijo Venus extrañamente emocionada.

La rabia entonces llenó a Mogga que fue a atacar a Venus, pero cuando iba a moverse, Vario la agarró.

-No seas imprudente.- le dijo el líder.

-Mogga... por que me tiene que pasar esto a mi?!- gritó Venus.

La chica felina cayó de rodillas al suelo, parecía que por dentro estaba sufriendo de alguna forma.

-Acaso sufres resentimiento, maldita asesina?- preguntó Mogga aún rabiosa.

-No me hagas esto hermana...-Dijo Venus desde el suelo temblando.- No me hagas matarte.

Un rayo sonó.

-Cómo puedes tener tan poca dignidad?! ya mataste a un hermano!.- seguia furiosa Mogga.

-No!!, No lo digas!!- gritó a pleno pulmón Venus mientras temblaba de miedo y se le salían las lágrimas.

-Tú los mataste! tú mataste a papá, mamá y a Rodo!- le gritó entonces Mogga sujetada por Vario.

En ese momento, al oir esas palabras, Venus estalló. El aura negra creció de forma indescriptible, de repente aquel lugar se sumergió en una oscura neblina formada por Venus. La Reina del norte se levantó y dejó ver el blanco de sus ojos completamente negro y la pupila de un amarillo intenso. Había cambiado, pero no solo su cara, todo su cuerpo parecía desprender humo negro, toda ella en sí se tornó más oscura. Entonces, de su espalda surgieron dos alas negras formadas por aura y la hicieron levitar. Vario y Mogga no podían articular palabras. Era imposible pelear contra eso.

-Por qué tuve que llevarme el dolor?...- dijo Venus.- Por que me tuve que convertir en la mala...?

otro rayo cayó.

Celio quedó petrificado ante la mirada de Santaki, esa mirada que te hacia que te cayera el pelo. Una mirada terrorífica.

-Tengo miedo... no puedo ganar a alguien así...- se dijo a si mismo Celio.

Santaki se bajó de la piedra donde estaba sentado y comenzó a andar hacia el Martí.

-Sea como sea, acabe como acabe, he de enfrentarme a lo que me venga encima, sin miedo...- dijo Celio mientras desenfundaba el arma.- Sé mi fuerza, sé mi destino... Pero también sé que no existe un Martí cobarde!

Celio comenzó a correr hacia El emperador. La suerte estaba echada.

DOXIDIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora