Capítulo 35

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Cuando tiembla todo tu cuerpo, cuando el cansancio se te apodera, cuando solo se siente el frio en tu piel, cuando todo se tiñe de negro, cuando miras al pasado sabiendo que ya no hay nada que hacer, cuando muere la esperanza... solo nos queda esperar a ese héroe que imitabamos cuando eramos pequeños. Ayúdame, Héroe, ayúdame...

Y el héroe llegó.

Graunio fue a dar el espadazo y acabar con Alxhez y Chess, pero justo antes del impacto, un tremendo espadazo cortó en dos al general mandando también su espada a volar. Marc llegó en el momento justo con su espada de aura.

-Marc...- dijo Alxhez.

Los ojos del caballero se llenaron de lágrimas de felicidad, ahora contemplaba la figura de Marc y su espada con toda emoción y admiración posible.

-Os ayudare a salir de esta.- dijo el joven a los dos aliados atravesados.

Chess no abria los ojos, aunque seguia respirando. Alxhez estaba consciente y muy preocupado.

Con delicadeza Marc sacó la espada de sus cuerpos y les dio unos primeros auxilios como vendas. Chess parecía desmayada, pero Alxhez estaba bastante bien, incluso podía caminar.

-Marc, tu también estás malherido.- le dijo Alxhez.- Vamos a reposar, nuestra parte en esta guerra ya ha terminado.

Del cuerpo tranquilo y magullado de Marc comenzó a salir una gran cantidad de aura. El joven empuñó su espada y dijo:

-No ha acabado nada. Voy a ir donde está Helia para protegerla.- Su voz reflejaba una madurez nueva en él.

Alxhez quedó pensativo.

-Mira allí.- Marc señaló el pueblo. - Ya no está la muralla de Capro. Helia debe de estar en peligro.

Alxhez frunció el ceño y dijo:

-Ves a ayudar a tu chica, yo me quedaré cuidando de la mía.

Los dos hombres se despidieron con un apretón y se miraron con admiración.

-Eres de veras un héroe...- susurró Alxhez viendo correr a Marc hacia el pueblo.

Venus sonreía desde lo alto, ya comprendía el poder que le otorgaban esos ojos a Vario. Si ella le había mandado un ataque imposible de esquivar y el lo había conseguido, el estilo de ese poder era la distorsión. La distorsión podría haber sido del ataque, del espacio o del tiempo, también una distorsión anterior de la realidad, como una ilusión falsa de su posición. Lo único que tenia que averiguar ahora Venus, era cual de las anteriores opciones era la correcta.

-Si fuese una distorsión del tiempo y pudiese pararlo para escapar del ataque, me habría matado ya parando el tiempo y cortandome la cabeza, así que puedo descartar esa.-Pensaba Venus.- Si lo que ha manipulado ha sido mi ataque de forma en que no le de o ha creado cierta barrera de protección, deberá ser así siempre, por lo tanto voy a probar a atacar de nuevo... pero esta vez con más ímpetud.

La chica demonio se lanzó en picado contra el líder de blancos ojos extendiendo los brazos y dejando ver sus cuchillos rojos.

-Si el ataque soy yo misma en picado, podré ver que ocurre exactamente.- se decía Venus para si misma.

-No funcionara.- dijo Vario.

Venus se estrelló contra el suelo, Vario pudo esquivar el ataque con agilidad. Sin darse por vencida, la Reina del norte lanzó uno de sus cuchillos rodeado de aura al líder a toda velocidad, pero ésto pudo volver a esquivarlo. Venus se levantó espolsandose.

-No ha distorsionado el ataque ni ha creado una barrera. - seguia pensando Venus.- entonces lo que él controla...

Vario frunció el ceño al ver la mirada analítica de su rival.

-Así que tus ojos pueden calcular la mejor opción por si sólos.- dijo Venus

Vario siguió observándola.

-Pueden calcularte en toda situación, qué opción de movimiento es la mejor. Por eso encontraste rapida forma de esquivar todos mis ataques.- Acabó la chica.

Vario cerró los ojos y sonrió levemente.

-Felicidades, lo has descubierto.- hizo una pausa.- Ahora comprendes tu total inferioridad?

Cuando Vario abrió los ojos, Venus estaba chupando su cuchillo, con semblante feliz.

-Hay veces en las que la mejor opción...-Decia Venus con los colmillos fuera.- Sigue siendo una tragedia.

Vario tragó saliba. Seguia la tormenta eléctrica en Doxidia.

-Cuales fueron las últimas palabras de mi camarada?- seguía preguntando serio Ergo.

Santaki intentó hacer memoria.

Cuando Celio apareció corriendo hacia él, le dio un puñetazo, a continuación, el doxidiano volvió a la carga, pero en la última cruzada, Santaki decidió acabar rápidamente y sin vacilaciones le rebanó la cabeza.

-Sus últimas palabras...- intentaba hacer memoria el emperador.

-No te preocupes, seguro que sus últimas palabras fueron exactamente lo que estoy pensando.- añadió Ergo.- seguro que él no tendria palabras para un gusano como tú. Por eso no dijo nada.

Santaki mostró un poco de enfado y se acercó hacia Ergo con su espada de acero Swadiano desenvainada.

-Te creíste el rey del mundo, pero tu codicia te hizo entrar en mis tierras. Pobre desgraciado...- dijo Ergo sonriente.

-Cierra ese agujero que tienes por boca si no sabes de lo que hablas.- le respondió Santaki con un tono más serio que antes.-Aún no entiendes nada.

Santaki comenzó a brillar con luz propia.

-No hemos venido a Doxidia por codicia. Esta conquista tiene un porqué muy importante para todos nosotros... y para todos nuestros antepasados.

Ergo no movió un músculo.

-Venimos a recuperar lo que fue nuestro.- Dijo Santaki preparandose para atacar.

Los soldados de Doxidia seguían peleando contra Swadia, ahora todos con falcatas con poder. Un corte de estas falcatas propinaba una descarga eléctrica que normalmente mataba al instante. Los Swadianos que empezaron siendo muy superiores empezaban a notar cierta debilidad. El campo de batalla era ya un mar de cuerpos inertes, de sangre y gritos. Helia se encontraba en medio de aquel caos, abusando de su poder para provocar bajas en los invasores. El poder de Helia era su velocidad tan extrema que parecia desaparecer al ojo humano, el problema era que ese poder era demasiado para los musculos del cuerpo de la muchacha. En uno de sus ataques Helia notó un gran tirón en la pierna que hizo detener su velocidad. La chica quedó tendida en medio de la batalla. Irremediablemente una falcata se dirigió a ella, peró su comandante, el que siempre había estado al lado de Helia se interpuso protegiendola con su espalda.

-Ganen esta guerra.- murmuró el comandante mientras la descarga pasaba por su cuerpo.

El comandante cayó al suelo con negra piel quemada.

Helia escapó y comenzó a observar sus alrededores. Los doxidianos habísn comenzado un fuerte contraataque, pero los invasores aún contaban con la superioridad numérica, y poco a poco, las bajas de los de Doxidia se iban notando mucho más que las de los Swadianos. Doxidia estaba cediendo. Los soldados caían uno tras otro. Helia no pudo creerse lo que veía, pero con el corazón en el puño, solo pudo gritar:

-RETIRADA!, VOLVAMOS COMO PODAMOS DENTRO DE LAS MURALLAS!!

DOXIDIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora