Prologo

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¿Qué se siente al amar de verdad a alguien?

Hubo un tiempo que pensé que lo sabía, creí tener la respuesta a esa pregunta porque creía estar enamorada. Lo que sentía por Daniel era lo más fuerte que había vivido nunca, imaginaba que quería estar con él para siempre, quería que me cuidara y que me amara hasta el fin de los días, sentía que no podía vivir sin él y que si me faltaba, la vida era un poco más triste.

Alguien me dijo una vez que la vida no tenía nada de especial, enamorarse, casarse, tener hijos y formar una familia, vivir toda la vida con la misma persona y esperar a que un día nos llegue el momento de avanzar o de aprender a vivir sin esa persona. Y yo estaba dispuesta a eso con Daniel, estaba convencida de estar enamorada. Ya vivíamos juntos y habíamos hablado de lo que sería nuestra vida en un futuro con hijos, Daniel se había propuesto tres veces y aunque las dos primeras le dije que no porque creía no estar preparada, la tercera vez le dije que sí, sabía que la vida me lo había puesto en el camino por alguna razón y siempre pensé que era para ser feliz, para vivir hasta hacerme viejita con su anillo en el dedo, en una casa, en un pueblito chiquito y con nuestros cinco hijos. Tampoco era tan inalcanzable ¿no? El que dos personas que se aman vivan hasta el final de sus días juntas. Y todavía creo que es posible, que se puede conseguir, pero ya no tengo tan claro si Daniel es LA persona.

Todo parecía ir bien, pero cuando llegaba el final del día y podía por fin tumbarme en la cama y quedarme sola con mis pensamientos, me daba cuenta que hasta el momento que cruzaba la puerta de casa y lo veía sentado en el sofá con su cerveza en la mano, no era consciente que estaba prometida y que tenía pareja. No pensaba en él durante el día y no se me hacía más largo de lo normal por el simple hecho de no verle. El transcurso de las horas eran igual que siempre, yo era feliz igual que si hubiera estado con él y la vida pasaba sin más sentido que el habitual.

Con Daniel todo empezó muy de golpe, yo tenía 20 años y él 23. Nos conocimos en el típico bar de carretera, literalmente cuando le tiré la copa, me miró para decirme cualquier cosa sin sentido e insultarme de la manera más vulgar posible, pero en el momento que levantó la cabeza y me vio, se calló y me dijo "Por favor dime que me la has tirado queriendo", yo no sabía que decir, esperaba su insulto pero que me dijera eso me dejo sin palabras y mi única respuesta fue "Si, solo quería llamar tu atendión" y desde ese momento empezamos a quedar. A las dos semanas ya estábamos saliendo y a los seis meses ya estábamos viviendo juntos, al año él se me propuso y ahí vino mi primera negativa. Lo intentó en cada aniversario y no fue hasta el tercero que acepte, de eso hace ya tres años. Seis años de insulsa y aburrida monotonía que hasta día de hoy no me había dado cuenta. Buenos días, buenas noches, pelea, reconciliación... lo típico en una pareja o eso creía.

Yo había nacido en una familia desfigurada, mis padres no hacían otra cosa que pelearse y chillarse, hablaban mal el uno del otro y nunca se decían te quiero. Jamás hubiera podido soportar esa vida si no hubiera sido por mis hermanas, pero la cosa es que creo que viví tantos años esa locura que conseguí creerme que eso era el amor. Hoy me he dado cuenta de que no, el amor es mucho más que eso y es que dos personas que se aman no deberían discutir y si lo hacen deberían ser incapaces de pasar más de unos pocos minutos enfadados con el otro. El amor es no saber afrontar el día sin noticias de la otra persona, es no parar de pensar en ella y desear llegar a casa para besarla y hacer el amor con ella, pero ese no es mi caso, o al menos, no con Daniel.

Yo siempre he pensado que un matrimonio infiel, es un matrimonio egoísta. Cuando mis amigas me venían y me decían que no eran felices con sus maridos, que no las satisfacían como ellas querían y que habían conocido a otro hombre, mi respuesta siempre era la misma "Habla con tu marido y házselo saber". Y es que mira que era sencillo, porque antes de ir a buscar fuera, ¿no miras de arreglar lo que tienes dentro? Y en caso de que ya hayas buscado, porque no le cuentas a tu marido que ya no eres feliz con él y que has conocido a otra persona, ¿porque no darle la oportunidad a él de buscar a alguien que realmente lo aprecie, lo comprenda y lo quiera si tú ya no eres feliz a su lado?

Pues aquí me veo, seis meses después de darme cuenta que no soy feliz con Daniel, que no me completa, que no lo amo, tumbada en la cama con el abrazándome por la espalda y debatiendo como o de que mejor manera partirle el corazón.

La Fugitiva "Flozmin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora