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Mi milagro se demoró una hora y media en ver qué ponerse. Mientras yo, había gastado la tercera parte de mi cajetilla de cigarros esperando impaciente a mi cita en las afueras del local. Me encontraba apoyado en uno de los autos.

—Jesús Santo —susurré en inglés mientras guardaba la cajetilla en uno de mis bolsillos.

Park Jimin vestía un traje color azul marino y corbata rosada en su cuello. Tenía el cabello bien peinado hacia un lado y brillaba por la laca que se había puesto. Traía unos zapatos perfectamente lustrados y un perfume que derretiría a cualquier persona que se le cruzaba. La pequeña flor que tenía en el bolsillo de su saco fue el detalle que más me encantó.

—¿Qué tal estoy? —se atrevió a decir.

—Estas precioso.

—¿De verdad? —dijo dando una vuelta en su lugar. Yo asentí perplejo.

—Claro que sí, ¿vamos? —le propuse mi brazo izquierda y el aceptó. 


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No sabía si era buena idea llevarlo. Siendo sincero, me daban ganas hasta de ir a otro sitio con él, incluso a algo más elegante, pero Jimin obviamente no sabía sobre mis planes malévolos con él. Él, en su inocente cabecita, simplemente iba a una pequeña reunión de amigos conmigo y nada más.

Una parte de mí comenzaba a echarse para atrás.

—¿Seguro que estoy bien? —pregunto él cuando llegamos a la discoteca y estábamos en la fila para entrar.

—Que sí, aunque... —lo observé bien e intenté peinarlo.

—¿Qué haces? — se rió— Min, me estás despeinando.

Comencé a desordenar sus cabellos y luego desajusté su corbata . Tenía que convertirlo en un desastre sino todo resultaría en vano.

—¿Min? Estás arruinando todo —dijo nervioso y sacó un espejillo de bolsillo para observarse y peinarse de nuevo.

—¿Sabes? No hay que entrar, vamos a otro lado —contesté.

—¿Qué? ¡Pero, ya estamos acá!

—Sip, pero mejor vámonos, veo que está aburrido el ambiente desde aquí.

Mi cita me miró extrañado.

—No, señor —ordenó—. Ya estamos aquí, me hiciste cambiar y ahora vamos a entrar.

—Pero...

 —Vamos a entrar. 

No podía, no podía hacerle eso. Él era un buen chico y aquel lugar era una completa y tremenda mierda. Pero, joder. La noche se estaba poniendo y con esa dulce carita y ropa tan elegante, sentía que no podía decirle que no. 

¿Qué me estaba pasando?

Una vez entramos, reconocí a los de la casita de Micky Mouse. Estaban sentados en una sola mesa en medio de toda la gente salvaje que bailaba eufóricamente al son de la música.

—¿Qué hay? —me preguntó el líder.

—Namjoon, éste es Park —mencioné— Park, él es Namjoon, el líder.

—¡Hola Kim! Me llamo Park Jimin —dijo contento y le brindó una sonrisa.

—Hola Park, el gusto es mío.

Namjoon estaba tranquilo. Aunque por momentos cuando tenía oportunidad y su galán no lo miraba, me miraba algo extrañado. Me decía "¿Y a ése de dónde lo conseguiste?". Yo bien seguro le dije "Es el esposo de una vieja multimillonaria, es jodidamente rico" le mentí. Él había traído a un muchacho que era medio calvo y algo gordito que sonreía de vez en cuando sentado a su costado. Casi ni hablaba.

—¿Alguien sabe dónde carajos está metido Taehyung? —intervino Hoseok.

Él estaba de pie tomando una cerveza mientras tenía a su muchacho agarrado de la cintura al lado mío. Su chico tenía los ojos bizcos y era chimuelo. Dios santo, Hoseok sí que iba en serio.

—¡Holaaaaaa, me llamo Chang Min! —dijo su acompañante— Cariño, suéltame por un momento.

Mi mejor amigo asintió y desinteresado en la conversación, se fue a buscar a Taehyung quién estaba bailando pegado con un chico musculoso en la pista. Parecía que estaba borracho.

—¡Hola, yo me llamo Park Jimin! —dijo mi cita— ¿Eres la cita de Namjoon?

Él negó— No, no, soy de Hoseokie.

—Oh disculpa —asintió él—. Es que... Hay mucho ruido y no escucho bien —confesó y me miró extrañado.

—¿Qué sucede? —le pregunté.

No lucía contento.

—Me dijiste que era una reunión pequeña —susurró.

—Bueno, es pequeña —señale nuestra mesa pero el no se rió.

—¡¿Y señoritas, ya están listas para el baile?! —dijo Taehyung a través de un micrófono a todo pulmón. Claro, a más de la mitad casi se le rompía un tímpano.

Hoseok volvió rápidamente y agarró de la mano a su cita. Cuando pasó por mi costado, me susurró— Los jefes están que ponen el ojo en ti.

Lo último fue casi una advertencia. Todos ya habían casi visto quién era mi pareja a pesar de no haberlo presentado. Algo me decía que ya sabían los resultados de la apuesta. 

— ¡¿Están todos listooos?! —volvió a gritar el estúpido de Taehyung y la gente en la pista contestó un "¡Sí!" muy fuerte. 

Namjoon se levantó y agarró a su chico calvo y se lo llevó a la pista.

Por mi parte, comencé a rascarme la nuca de la ansiedad.

—¿No iremos? —preguntó Park y yo negué nervioso.

—¿Para qué? Hay que quedarnos para hablar sobre, ya sabes, sobre P- —rayos se me había olvidado el nombre del cantante.

—¿Paul McLain? —él me ayudó a terminar y asentí— ¡Pero si todos están yendo a bailar! —exclamó extrañado.

—Dijiste que no querías estar en una reunión grande.

Park suspiró y dijo sin titubear:

—Min Yoongi, quiero bailar.

Lucía casi molesto. Me agarró de la muñeca y me condujo hacia la misma boca del lobo en donde se encontraban las "ofertas" con sus respectivos apostantes. A la pista de baile.

—¡Agarren a sus citas y comiencen a menear! Digo, ¡a bailar!

¿Por qué nadie le quitaba el puto micrófono a Taehyung?

La música empezó a sonar y pensé en todas las excusas que podía decirle a mi cita para dejar de bailar y salir de allí. Pero no, no quería mentirle más. No podía. Era mi fin.

Tenía a un Park Jimin aferrado a mi cuello con su frente muy cerca a mis labios, bailábamos muy lento mientras sonaba alguna balada conocida en aquella ciudad. El momento era muy incómodo y extraño. Sentía que se me iba a salir el corazón. 

¡¿Por qué todo me salía al revés a como quería las cosas?!

Estábamos muy cerca. Su rostro ahora reposaba en mi pecho y supongo que para él todo estaba bien, todo estaba tranquilo. No podía ver sus ojos ni cómo se sonrojaba, por un segundo sentí que estaba verdaderamente disfrutando de la fiesta por su tierna presencia, que todo fluía. Hasta que recordé que tenía que pasar el terrible momento de bailar casi delante de las narices de los jefes mostrando a mi "oferta", aquellos oficiales que eran los "jueces".

Me sentí muy culpable.

—Todo es tan bonito, Min —susurró Park.

—Sí... —mentí.

Mientras nos movíamos para evitar a los jueces, me percaté que a nuestro alrededor estaban los demás con sus respectivas parejas; inclusos también estaban otros chicos de otros grupos que de igual manera se habían animado a apostar para ganar esa cantidad de dinero.

Podría jurar haber visto hasta una chica disfrazada de hombre con ropa varonil en medio de la pista.

¿Tanto era la necesidad de ganar esos cientos de dólares? Vaya, que ironía. Me impresionaba hasta que punto era yo también de doble moral y de imbécil.

—Allí está Edawn —me susurró Namjoon al pasar por mi lado—. Mira a Hoseok.

Aguanté la risa. Se notaba que él quería sí o sí ganarle al perdedor y perra de Edawn; era demasiado competitivo. Una vez le tocó a mi mejor amigo pasar delante de los jefes, comenzó a mostrar la "belleza" que tenía su cita haciéndolo reír para mostrar su escasa dentadura y demasiada fealdad.

Y así fue con cada uno.

Incluyéndome.

La última apuesta  💵  YoonminWhere stories live. Discover now