tres.

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3- un poco pesado.

Yuta no solía salir a seguido, si bien conocía la ciudad como la palma de su mano. Le gustaba salir, pero él era más de quedarse en casa, era raro que el saliera con voluntad, porque normalmente era obligado por DongHyuck.

Ahora, Yuta no veía la hora para que SiCheng llegase a su paradero para tomar un helado con él. Y en cuando menos se dio cuenta, estaba en el parque dicho para el encuentro... Una hora antes. Podía decirse que era un obsesionado, pero Yuta se había enamorado del chico, sin conocerlo aún del todo. Sentía las puntas de sus dedos cosquillar y su corazón latía demasiado rápido. Y fue cuando comenzó a ver aquella rosácea cabellera acercarse a él, sintiendo su corazón ir el doble de rápido.

—Hola. —dijo el chino en un tono tranquilo, como le gustaría tener esa tranquilidad que poseía el chico. Sonrió hacia él, provocando que los latidos del corazón del chino aumentarán.

—Antes del helado, ¿te gustaría caminar por ahí?

Yuta sabía, que aquella tarde su corazón no sobreviviría con SiCheng.

—(„ᵕᴗᵕ„)

No sabría en que momento decir que, ambos estaban riendo camino a la casa de Yuta, hablando de cosas sin sentido mientras sus sonrisas seguían intactas en sus rostros. Sus manos rozaban, Yuta había tomado con discreción el meñique de SiCheng. Tuvo que soltarlo al momento de abrir la puerta de su departamento, oía la voz del chico detrás suya. Una vez que pasaron, Yuta le ofreció jugar videojuegos.

Cuando las partidas comenzaron, ninguno de los dos tuvieron piedad entre el otro, fue cuando Yuta empezó a perder, la simple razón de, comenzó a pensar en el momento que estaba por vencer a SiCheng, todo lo que sentía el chino sin conocerlo aún del todo, cuando su corazón comienza a latir tan rápido cuando lo mira, cuando sus dedos cosquillean cuando sus manos rozan, las puntas de las orejas se sonrojaban, también parte de sus mejillas. Le gustaba cuando él le hacía reír, le gustaba todo de él.

Yuta estaba perdiendo, los nervios le consumían y el simple hecho de tener a SiCheng a su lado, le ponía peor. Llegó un momento en donde harto, bufo y pausó la partida.

—¿Sucede algo? —el chino le miró con diversión brillando en sus ojos, irritando un poco más al mayor.

—¿Tú qué crees? —dijo, mirando al chico con ojos entrecerrados. La sonrisa de SiCheng se agrando más -como si fuese posible- y una pequeña risa salió de sus labios.

—Vamos hyung, juguemos una partida más, ya verás que ganarás. —palmeo la pierna del mayor con suavidad, mirando al frente de nuevo. El ceño fruncido de Yuta se había transformado en el nuevamente sonrojo sobre sus mejillas.

E hizo lo que le dijo el chino, no era de sorprenderse que le dejase ganar, ya que SiCheng había cambiado la táctica del juego. Una vez el chino se decidió por empezar una nueva partida, Yuta pausó el juego.

—¡Me has dejado ganar!

—¿Qué? Yuta-hyung, ganó por mérito propio. —dijo rechistando la lengua, volviendo a poner el juego. Era verdad, le había dejado ganar porque le gustaba verlo enojado.

Yuta pausó una vez más la partida, acercándose más al cuerpo del chino para quitarle el mando. No sabía lo que hacia, solo sabía que estaba harto de perder todo el tiempo. Fue acercándose aún más, dejando a SiCheng debajo de su cuerpo, con ambos manos a un costado de su cabeza y sus piernas a los costados de las suyas. La situación era un poco... Extraña y fácil de sacar de contexto. Las mejillas de SiCheng estaban rojizas al notar el ambiente. Se sentía raro y los insectos en su barriga no dejaban de sacudirse, al igual que su corazón. Yuta lo miraba desafiante, ahora el tomaría el mando del juego. Acercó sus rostros, dejandose llevar por el ritmo de su corazón, dejando que sus narices rozaran con suavidad, ninguno de los dos entendía nada de la situación, pero se dejaban llevar por esta. Sus labios rozaban, dulcemente, era un leve tacto, inocente y dulce. Las manos de Yuta se dirigieron a la cabellera rosada de SiCheng, quien seguía todo con miedo brillando en su mirada. Yuta miró por última vez al chino, quien parecía aceptar lo que llegaría a continuación.

Y sus rostros se acercaron más, al punto que sus labios se tocaban, inocentemente. Las mejillas de SiCheng se colorearon aun más, abriendo sus ojos en grande. Fue cerrándolos de a poco. Los labios de Yuta, como se dejaban ver, eran la sensación más suave que alguna vez había sentido. Su corazón no dejaba de latir con rapidez.

Quizás, y solo quizás, SiCheng se haya enamorado de Yuta.

—🍢

mmmmm
gei, ahre

el chico detrás del mostrador; yuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora