cinco.

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5- ¿el sofá... O yo?

—El sofá.

La sonrisa del rostro de Yuta desapareció, se levanto de repente, dejando caer a SiCheng en el sillón solo. Se dirigió a la pequeña cocina-comedor. Abrió el refrigerador, saco una botella pequeña de agua. Se había enojado, si. Pero no podía sentir celos por un objeto como el sofá. El rubio con tonalidades rosadas se acerco a Yuta, lo abrazo por la espalda, apoyando su mentón en el espacio de su cuello y hombro. Miró sus ojos brillantes en fastidio.

—¿Estás enojado? —esa fue la gota que rebalsó el vaso. Aquella voz dulce con que lo había dicho había vuelto loco a el japones. Giro su cuerpo, apresando sus labios con los contrarios, fundiendo sus cuerpos en un fuerte abrazo. Se separaron lentamente, observando sus ojos brillantes. SiCheng alzó a Yuta, notando lo delgado que era, ya que no pesaba nada, suave como una pluma. Lo dejo en la encimera detrás de él y se coloco entre sus piernas, y observó el rostro del japones. Sus ojos grandes y algo curvos, muy brillantes, sus labios algo rellenos y rojizos, sus mejillas pálidas y algo rosadas por el momento, su nariz algo pequeña y fina. Sonrió y besó los belfos de nuevo.

—Yuta, siempre te preferiré a ti. —besó los labios castamente. —Pero, me gusta hacerte enojar. —sonrió, pícaro. Yuta soltó una risa nasal.

—Eres listo, Winko. —apretó la nariz del chino, sonriendo con ternura, para luego dejar un beso en sus labios.

—🍢

Decidieron salir a comer algo luego de clases. En la mente de Yuta y su estomago, clamaban por curry pero terminaron tomando un simple helado.

Cuando llegaron al pequeño local, Yuta lo primero que hizo fue mirar el lugar, analizarlo. Las paredes eran blancas y líneas negras, y había tres pequeñas mesas con sillas negras despegables y las luces blanquecinas, dándole un buen toque al lugar.

Se distrajo tanto con ello que, no se dio cuenta de la animada conversación que mantenía la empleada y SiCheng. Park SooYoung logro leer de la pequeña placa que colgaba de la camisa blanca de la chica. Labios delgados y rojizos, mejillas grandes al igual que los ojos cafés y una brillante sonrisa.

El cosquilleo nació en el vientre de Yuta... ¿Estaba celoso? ¿Él? ¿De qué debería estarlo? Él y SiCheng ni siquiera salían, no había razón. Y aquel cosquilleo aumento cuando los vio reír. Estaba irritado, los orificios nasales le quemaban.

—Te espero fuera.

Y salió, dejando a los dos chicos fuera de lugar. SiCheng sintió un pequeño dolor en su corazón, frunció el ceño. Yuta nunca se comportaba de aquella manera... ¿Por qué ahora?

—¡Oh, lo siento! —dijo en un tono completamente arrepentido SooYoung. Hizo una mueca en su rostro, mirando a SiCheng.

—No te preocupes. —dijo el rubio con tonalidades rosadas.

—¡Ah, ya sé que podrías hacer para arreglarlo!

El chino confiaba en ella. Se habían conocido en la antigua escuela a la que iba Dong, estaba solo y sin nadie, hasta que SooYoung se acerco y compartieron el almuerzo de ella. Siempre se ayudaban al otro y se tenían cariño, hasta que SiCheng tuvo que mudarse y dejaron de hablarse con el tiempo. Hasta ese día.

—🍢

Yuta estaba fuera con los brazos cruzados, habían pasado unos minutos desde que se fue de la heladería, donde casi hace la puerta giratoria. Estaba celoso. Sí y, se sentía mal por ello. SiCheng siempre le decía lo mucho que le quería o lo mucho que lo amaba. Pero, hasta Yuta quedo perplejo con aquel acto. Fue involuntario, su cuerpo actuó por si solo y cuando menos se dio cuenta, ya estaba saliendo del local. Luego, el enojo se fue, dejándolo con una sensación amarga en sus labios. Él no solía comportarse de aquella manera, nunca lo había hecho con sus antiguas parejas. Ahora las ganas de llorar se aproximaban más la ansiedad de, como le vería la cara a SiCheng. Se sentía patético, quería irse, resguardarse en sus sábanas y morir allí, con la depresión y la vergüenza. Estuvo a punto de irse, tomar su poca dignidad y marcharse, pero veía al rubio venir. Entonces entro en pánico, pero supo que debía hacerse cargo.

Cuando SiCheng llegó con el helado, Yuta se paró, admirando las manos del chino, las cuales se movían decorando el postre.

—Winko. —no le presto atención, Yuta esperó un momento, mordía impaciente sus labios, y rasgaba suavemente sus uñas en la palma de sus manos.

—Winko. —los ojos brillosos en curiosidad le enfrentaron, los nervios crecieron en Yuta. —Lo siento. —se acercó a el chico, quien le miraba inocencia cargada en sus ojos. Yuta paso sus delgados brazos la estrecha cintura de Dong. Apoyó la sien en el espacio entre el cuello y la cabeza de SiCheng, tocando la piel caliente del chino. Lo atrajo hacia su cuerpo, sintiendo pecho con pecho. Luego de un rato, las manos del rubio pasaron al el cabello ajeno, acariciando con lentitud.

—Está bien. —dijo con una sonrisa en sus labios, pero se alarmó cuando sintió las lágrimas mojar su piel.

—Cariño, Yuta. Yuta, mírame por favor.  —el otro chico alzo su vista mojada a una preocupada. Las delicadas manos de SiCheng apresaron las suaves y húmedas mejillas ajenas, secando el reciente llanto. Besó castamente los labios rosados. —Yuta, ¿sabes lo mucho que te amo, no? —el contrario asintió —, entonces no tengas miedo, porque te amo lo suficiente como para nunca dejarte. —dicho esto, beso los labios ajenos con dulzura, dejando que aquella sensación llenara sus pechos.

—🍢

926 palabras, wow, el
capítulo más largo hasta ahora:)

el chico detrás del mostrador; yuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora