Capítulo 3: Desayuno problemático

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Después de una noche bastante tranquila, Papyrus decidió levantarse. Sabía que su hermano mayor seguía en cama, pues era un saco de huesos bastante flojo; por si fuera poco, casi siempre que volvía a su casa después de entrenar con Undyne parecía que el más bajo estaba más agotado que de costumbre. Con algo de molestia, suspiró y bajó a la cocina, listo para preparar su delicioso espagueti; también haría una porción para Sans, pero no porque le preocupara su alimentación, sino porque le gustaba que alguien pudiera disfrutar de aquel manjar además de él mismo.

- (Bien, supongo que ya está listo...) - Mientras terminaba la salsa, pudo oír pasos que descendían por la escalera, era obvio que Sans había despertado. En ese momento, el mayor apareció en la cocina vistiendo una camisa amarillenta junto a unos pantalones cortos completamente negros.- Buenos días, jefe. - Saludó el más bajo mientras se acercaba al refrigerador para sacar una de las muchas botellas con mostaza que tenía almacenadas. Papyrus emitió un gruñido bastante bajo, que para el perezoso significaba un "Buenos días" o "Hasta que despiertas". Con una sonrisa un poco más relajada, abrió la botella y comenzó a beber aquel condimento dirigiéndose hasta la mesa.

- Hoy sí o sí tirarás esa maldita playera a la basura. - Ante el comentario de su hermano, Sans no pudo evitar levantar la mirada, observando la espalda de Papyrus, cubierta por aquella tela blanca. Con una media sonrisa, se atrevió a responderle en un tono algo más divertido; esa mañana el guardia real había amanecido de buen humor... Al parecer. - Pero si no está rota. ¿Para qué tirarla? Además, la lavé ayer... - Ante el comentario del mayor, el cocinero se dio la vuelta con cierto brillo de burla en sus ojos. No tenía ganas de golpear al más bajo en ese momento; mientras los fideos terminaban de cocer, apoyó su cuerpo en la pared mientras cruzaba los brazos. - Esa mierda que vistes... - Dijo mientras apuntaba a la prenda del otro esqueleto. - ...Pareciera que nunca la hubieras lavado. Si hay algo que odio más que nada en este mundo... Es la suciedad dentro de MÍ casa. -

- Pero jefe... Esta playera está buena... - No pudo terminar la oración, ya tuvo que tele-transportarse hacia un lado cuando un plato pasó zumbando por sobre su cabeza. Lo había logrado... Había logrado cabrear a Papyrus en menos de cinco minutos. Con el sudor cayendo de su frente, observó a su hermano acercándose peligrosamente a él mientras lo fulminaba con la mirada. - ¿Dijiste algo? - Ante el tono amenazante del menor, Sans sonrió asustado mientras se acercaba a la puerta de entrada sin darle la espalda al guardia. - Q... que voy a tirarla ahora, je... jefe. -

Una vez afuera, el mayor dejó escapar el aire que había retenido momentos atrás; con algo de tristeza y molestia por aquello, se quitó aquella playera y la tiró a la basura. Era una de las pocas posesiones que le quedaban desde... Bueno, desde hacía ya demasiado. Una de las pocas que permanecía sin agujeros o parches. Una vez obedecida la orden del menor, volvió a entrar a aquella casa y se dirigió a su habitación, sin darse cuenta de la atenta mirada de Papyrus y su leve sonrojo anaranjado.

- (¡Maldita sea, cálmate Papyrus! No puedes dejar que note que babeas cada vez que lo ves sin su maldita ropa... ¡ARGH! ¡MALDITO SANS!) - Mientras el menor luchaba contra sus impulsos de adueñarse del cuerpo del esqueleto mayor, Sans se colocaba una camisa carmesí que tenía guardada en caso de emergencia. Aunque antes poseía bastantes más, pero por culpa de aquellas noches de jadeos ahogados, la mayoría terminaron en la basura. - (Todavía no puedo creer que se quedaran tiesas... ¡DEBÍ LAVARLAS APENAS TERMINÉ! Pero... tengo que admitir que no me arrepiento de haberlo hecho.) -

Poco antes de salir de su habitación, Sans observó con detenimiento el calendario que había conseguido hacía unos meses. Con algo de fastidio enfocó su vista en cierto mes a la vez que suspiraba con pesadez. - ( Tres... Tres semanas para la época de celo. Mierda, con lo que me cuesta controlarme... ¡Y este año es el primer celo de Papyrus! ¡¿Cómo mierda voy a poder sobrevivir a eso?! ¡Cálmate, Sans! Seguro irá a pasar esos días con alguna prostituta o algo así. ) - Ante aquel último pensamiento, una punzada atravesó el corazón del mayor.

Era algo que le venía molestando desde hacía unas semanas, pues poco a poco aquella fecha se acercaba. Eso significaba... Que Papyrus perdería aquella última pizca de "inocencia" que permanecía en él. Aquella última esperanza de Sans para que el menor le correspondiera sus sentimientos. Que cursi, ¿no? En ese mundo de matar o morir había utilizado su primera vez con una simple prostituta, aunque había logrado desahogarse todas aquellas temporadas de celo haciendo lo mismo, aquel sentimiento de vacío le seguía persiguiendo.

- ¡¡SANS!! ¡¡BAJA AHORA MISMO A COMERTE EL ESPAGUETI O TE LO HARÉ TRAGAR A LA FUERZA!! - Rápidamente Sans volvió a la realidad y bajó apresuradamente con un muy tenue sonrojo en su rostro. Sabía que Papyrus hablaba de la comida, pero su sucia mente le había hecho imaginar una situación en donde terminaba con el miembro del otro esqueleto en su boca. Intentando desviar la atención de su hermano, se sentó frente al plato y comenzó a comerlo lentamente, intentando distraerse de la erección que tenía en ese momento. Para ocultar aquel sonrojo, se colocó su capucha.

- Fui invitado al programa de Mettaton para una entrevista. Si me entero que invitaste a alguien... SEA QUIEN SEA... Te vas a arrepentir de haber nacido, ¿Entendido? - Sans asintió mientras hacía una mueca. De todos los monstruos en el Underground... De todas las actividades habidas y por haber... ¡Tenía que ir justamente donde Mettaton! ¡Realmente odiaba a ese pretencioso robot de cuatro brazos que intentaba quitarle a su hermano menor - (¿Celoso, Sansy? )- Su voz resonó en el interior de su cráneo. Al "oír" aquella provocación, no pudo evitar soltar un bajo gruñido de molestia. - ¿Dijiste algo, imbécil? Creo que no te oí. Repítelo, AHORA. -

El menor  había oído que su hermano había soltado aquel sonido de molestia, eso sin duda era una gran falta de respeto a su persona. La ira despertó en él, provocando que en su mano derecha apareciera un hueso anaranjado bastante afilado. - Dije que le deseo suerte, jefe... - Antes de poder terminar la oración, Papyrus lo tomó de la correa y tiró con fuerza de ésta mientras que su rostro quedaba a pocos centímetros de la cara del otro. - ¿Suerte? Estúpido. El "Terrorífico Papyrus" no necesita algo tan inútil como la suerte. - Finalmente soltó aquel accesorio, haciendo que Sans cayera sobre su coxis, sacado una suave risa burlesca del guardia.

- No quiero un solo plato sucio cuando regrese. - Sin más dilación, se retiró dejando a Sans sentado en el piso. El esqueleto mayor temblaba un poco... El miedo y la adrenalina de haber tenido a su hermano tan cerca de su rostro provocó que aquel brillo de su erección se intensificara considerablemente. Comenzaba a dolerle por la presión que sentía en sus pantalones, por lo que se levantó rápidamente y corrió escaleras arriba, encerrándose en su habitación con un portazo.

Fuera de la casa, Papyrus estaba apoyado en la pared de ésta, tirando levemente de su bufanda para ocultar su creciente sonrojo. Había notado la erección de su hermano. - (Debí haber dejado que se le enfriara la comida... Seguro que estaba en UnderPorn otra vez... Siempre metido en esa página.) - A pesar de todo, comenzó a caminar en dirección a Hotland para encontrarse con aquel robot tan admirado por los monstruos comunes. Años atrás, él también había sido un enorme admirador de éste, pero desde su ascenso como segundo al mando de la guardia real debió mantener una personalidad bastante fría y calmada. Se había sentido nervioso cuando el ídolo le invitó a su show como entrevistado de honor, pero aquel temor desapareció cuando Sans le deseó suerte.

- (Más te vale que me estés observando, maldito costal de huesos.) - Con aquel pensamiento, una sonrisa imperceptible apareció en su rostro a la vez que se acercaba cada vez más al lugar acordado. Esperaba que Sans no se perdiera el programa... NO, sabía que Sans no se perdería el programa. Por si fuera poco, podría alardear de su poder frente a las cámaras, pues Mettaton le había confesado que le había conseguido a un contrincante para pelear. ¡Nadie podría hacerle frente al "Terrorífico Papyrus". - (Mataré a cualquiera que se te acerque, Sans. Te protegeré, pase lo que pase.) - Desde aquel día en donde recibió la cicatriz, juró hacerse más fuerte. Para no ser una carga... Y para proteger a aquel esqueleto que le había enamorado y cuidado desde el día de su nacimiento. ¿Cómo no hacerlo? Todas aquellas heridas que había recibido por protegerlo provocaron que su cuerpo se debilitara hasta no poder soportar un ataque más. Es cierto, él le daba palizas, pero no lo suficientemente fuertes como para terminar con su existencia.

Sentimiento prohibido (Foncest fell +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora