Sentimiento prohibido (Foncest fell +18)

Capítulo 4: Grave equivocación

Casi una hora después de aquella discusión con su hermano, Papyrus se encontraba sentado en uno de los sillones que habían en el estudio de Mettaton. El robot estaba listo para comenzar su programa, pero mientras esperaba, conversaba con el menor. - La pelea será después de la entrevista, será contra un Knight Knight que despedí hace unos días. Mi hotel no fue tan bien resguardado por él, así que éste será su castigo. - A la vez que le contaba aquello al guardia, éste evitaba mostrar cualquier tipo de nerviosismo que era provocado por el presentador. - Sin piedad, ¿no? - Ante la mirada del esqueleto, aquella máquina soltó una risa bastante estridente que molestó ligeramente al más alto. - Sabes que el público AMA la violencia y la sangre. Es nuestro deber concederles ese deseo... ¡Oh! Es hora. -

Rápidamente Mettaton se puso en pie, mirando hacia la cámara. Detrás de esta, un Madjick le indicaba que estaban al aire; con una gran sonrisa, el robot juntó dos de sus manos, mientras que las otras se posaban en sus caderas. - ¡Bienvenidos de nuevo al MTTShow! Hoy tenemos junto a nosotros a un invitado muy especial... Un monstruo temido y respetado por todos nosotros, segundo al mando de la guardia real y un verdadero guerrero... ¡El "Terrorífico Papyrus"! - El estudio se llenó de aplausos de criaturas que componían el público del set, a la vez que la cámara se enfocaba en un Papyrus ya de pie que mostraba su aire de superioridad ante todos. Lejos de allí, Sans observaba entusiasmado a su hermano menor por la TV que habían robado hacía ya dos años.

- Bien, Papyrus. Es un honor tenerte en mi programa. - Tanto el robot como el esqueleto se acomodaron en los sillones, mientras que el público hacía lo mismo en las tribunas. En una de sus cuatro manos, Mettaton tenía una libreta en donde habían unas cuantas preguntas importantes para su entrevistado. - Bien, cuéntanos Papyrus... ¿Cómo es la vida de un segundo al mando de la guardia real? - La sonrisa del más alto se amplió a la vez que cruzaba sus piernas. Sabía que Undyne estaría atenta a lo que dijera, pero no le interesaba realmente ella... Sino aquel saco de huesos que lo observaba en su casa. - Bueno, no es nada del otro mundo. Levantarse temprano, comer, patear a los idiotas, hacer rondas y entrenar. Si hay algo como una amenaza, la elimino y listo. -

Durante varios minutos, el robot estuvo haciendo sus preguntas de rutina, pero finalmente comenzó con algunas un tanto más... personales, que poco a poco fastidiaron al más alto. - Entonces, ¿Por qué sigues soportando a Sans si lo odias tanto? - Aquella pregunta provocó que las cuencas del más bajo se abrieran desmesuradamente. ¿Odiarlo? Con una fuerte punzada en su alma, observó con atención la pantalla, esperando que su hermano simplemente negara aquella afirmación que hizo Mettaton. - Porque tengo curiosidad. Quiero ver cuánto puede soportar antes de volverse polvo. - Ante las palabras de su hermano, los ojos de Sans se humedecieron y un leve sollozo surgió de su garganta. Poco a poco las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas y un leve temblor sacudía su cuerpo. Su mundo se desvanecía a su alrededor, quedando solo él y esa pantalla que mostraba a Mettaton riendo ante aquella respuesta.

Lo que ninguno de los dos sabían era que en realidad Papyrus había mentido frente a todos. ¿Odiar a Sans? ¡Jamás! Daría su vida por la de él sin dudarlo. Por eso había mentido; en ese mundo tan despiadado, el mostrar una debilidad o un sentimiento contrario al odio era una oportunidad única para ser asesinado o hacerle sufrir... Aunque esta vez él mismo se había dañado al afirmar aquello. - (Por favor... Perdóname, Sans.) - Pocos minutos después, las preguntas habían acabado, quedando solo una cosa más. La batalla. Todos los monstruos del Underground observaban con atención al guardia real, quien se hallaba frente al Knight Knight.

- ¡Que empiece la batalla! - Ante la orden de Mettaton, el público comenzó a entusiasmarse, mientras que en una de las manos de Papyrus aparecía un gran hueso naranja bastante afilado; su contrincante se echaba al hombro una especie de garrote de metal. En su casa, Sans observaba el inicio del combate con su alma resquebrajada. A pesar de las palabras de su hermano, no podá evitar preocuparse por él. - (Tú puedes, jefe...)