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Ya había pasado una semana desde que Hermione había descubierto... eso, no le contó a nadie, ni siquiera a Ron, creyó que era mejor ver lo que hacían sin que ellos supieran que los vigilaban todo el día todos los días.

Se dio cuenta de los sonrojos por parte de ambos, pero más del rubio el martes en la cena cuando Parkinson, como siempre, le susurró algo en el oído, cuando se volteó vio a Harry viéndolo como si fuera la primera vez que lo viese.

-Harry, ¡cierra la boca siquiera!- pensó Hermione cuando presenció eso.

Cuando les tocaba sentarse juntos en pociones, cada pequeño roce no pasaba desapercibido para ninguno, quienes de inmediato fijaban su mirada en otro lado, sintiendo un calor hará las orejas, sonroje que la castaña obviamente notó.

Cuando estuvo sola en su dormitorio se puso a pensar.

Ya llevaba una semana viéndolos... y por ¡Merlín! Nunca había visto a Harry tan perdido por alguien, por que eso ya no es una simple fijación... estaba más que claro, a Harry no le gusta Malfoy... pero la idea de que eso sucediera en un futuro no le parecía tan descabellada, la manera en la que lo sigue con la mirada, como, de repente, empezaba a desear que tocase clase de pociones, mierda, si hasta se le ponen los nervios de punta cada vez que falta a las clases que comparten o al Desayuno, Comida, Cena, pero, por otra parte estaba Ginny... era cierto, en lo que llevaba saliendo con Ron, pudo entablar una buena amistad con la menor de los Weasley, no quería esconderle nada... pero no sentía que debía ser ella quien le dijera. 

En que me metí.

En ese momento alguien entró al dormitorio... para la mala suerte de ella, era Lavender.

-Ohhh... estás aquí...- dijo con cara de pocos amigos. Era bien conocido de que desde que Ron y ella habían empezado a salir oficialmente, a Lavender le hervía la sangre cada vez que los veía besarse, agarrarse de las manos, cuando el le hacía caricias en la sala común, sus paseos por el lago negro o Hogsmade. Todos le decían que lo superara, el lo había hecho, ella debía también, pero se negaba a hacerlo, decía que solo se tomaron un tiempo y el se está dando cuenta de lo que no quería, por eso seguía con ella.

Hermione solo la ignoraba, no quería problemas con nadie... ni siquiera con la exnovia loca de Ron.

Salió de los dormitorios de chicas dirigiéndose a la sala, encontrándose con la persona con la que se quería encontrar.

-Hermione... ¿estás bien? Estás un poco pálida y con una pequeñas ojeras- dijo un chico de ojos verdes esmeralda brillantes.

-Si... es solo que... ¿Podríamos hablar?

-Claro... ¿aquí? O conociéndote iremos a un lugar más privado.

-Por favor- dijo Hermione sujetándolo del brazo saliendo de la sala común.





-o-

-Pansy, te digo que si, tenias razón.

-Especifícate querido- dijo viéndose las uñas- suelo tener razón en todo.

-Que tenias razón, desde cuarto, desde que decías que tenía celos de que Diggory pasará tanto tiempo con Harry...

-¿Harry?- lo interrumpió- ¿Desde cuando llamamos al salvador llamamos por su nombre de pila?

-¿Me vas a escuchar o te vas a dedicar a interrumpirme cada vez que intento hablar contigo?

-Perdón Dragón, ¿Me decías?

-Gracias, como te decía, que aunque me lo negara, ya no puedo, los celos me matan, no soporto ver a Harry con la comadreja menor, y más cuando tú y yo la vimos con... ya sabes... ¿¡COMO ES POSIBLE QUE EL TARADO NO SE HAYA DADO CUENTA DE QUE LO ENGAÑA?!

Amor entre enemigos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora