After all this years

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Ainia abrió los ojos sorprendida.

-Summer... ¿muerta? ¿quieres decir muerta muerta?

Me sorprendió que una niña pequeña comprendiera la muerte. Aunque, no era difícil de imaginar después de lo que acababa de pasar con su familia.

-Muerta, muerta.

El mundo pareció pararse, parecía que esto era una película y que el que la veía la había puesto en pausa

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El mundo pareció pararse, parecía que esto era una película y que el que la veía la había puesto en pausa. Solo escuché el vaso romperse mientras lágrimas empezaban a caer de mis ojos. ¿Summer... muerta? No, eso era imposible, la gente que trabajaba con Roman era mala, pero... nunca pensé que fueran a acabar con una vida, no iban a llegar tan lejos.

Y todo porque decidí ayudarlos. Era tan mala como ellos.

-¿Neo? -preguntó Roman preocupado al oír que el vaso se rompía.

Lo miré con los ojos llorosos. Roman se acercó a mi y se arrodilló. No podía parar de llorar, mi estómago empezaba a doler.

-Yo la maté... maté a Summer Rose, Roman... -susurre sollozando y empezando a temblar. La respiración me empezaba a fallar otra vez. Y el pecho se sentía oprimido. No me sentía en el control de esta situación. Era como revivir la muerte de mis padres. Solo que esta vez, si tuve la culpa- Soy un monstruo. Un monstruo.

El me abrazó fuertemente. Oculté mi cabeza en su pecho aún llorando.

-Tú no la mataste, solo hiciste lo que te pidieron, ellos son los monstruos, no tú, mi niña -Roman besó mi coronilla sin dejar de abrazarme-. Ellos lastiman a todas las personas.

-¡Y por hacer lo que me pidieron ahora está muerta! ¡Quizás yo no la maté pero ayudé a que lo hicieran! ¡No soy mucho mejor que ellos!

-Neopolitane Kori... -me acarició el cabello, era reconfortante, pero aún dolía- tu no sabías nada de esto.

-Ella... ella tenía una familia... -más lágrimas caían, Roman pasó un dedo por mis mejillas e hizo que lo mirara.

Roman suspiró, en ningún momento dejó de limpiarme las lágrimas.

-Escucha, no puedes retractarte de tus acciones, nunca -me dio un beso en la frente-. Hiciste lo que tenías que hacer. Es todo.

-Tú... ¿tú crees eso? -pregunté con la voz titubeante. Mi respiración volvía a regularse, pero aun sentía una opresión en mi pecho y un nudo en mi garganta.

-Neo, mírate, no lastimarías ni a una mosca. Eres la niña más inocente y dulce del mundo

-¡No lo sé! Claramente no sé nada... -me mordí el labio- solo, sabía que eso te haría feliz y actué... ¿hice mal?

Neopolitane, la historia de una criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora