Menthe

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-¿Perdiste tu voz? -Ainia abrió los ojos sorprendida.

-No exactamente. Verás, después de lo que te voy a contar, surgió un trauma que me privó de hablar correctamente.

 Verás, después de lo que te voy a contar, surgió un trauma que me privó de hablar correctamente

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Había pasado una semana desde que había cumplido quince años. Roman me había preparado una sorpresa, según el, un regalo digno de una quinceañera.

-Neo, ¿te gustan las galas?

Bajé el libro que estaba leyendo y lo coloqué encima de mis piernas.

-¿Las galas?

-Ya sabes, donde va la gente de alta clase a conversar, ver actos, un acto formal.

-Se lo que es una gala y sí, creo que son bonitas.

Me pasó un panfleto que leí con cuidado. En el anunciaba que el jefe de Industrias Schnne (Jacques Schnee, según lo que sabía) daría una gala en su casa.

-¿Te gustaría asistir?

-¿Asistir? Pero no tenemos una invitación.

-Neo, Neo, querida ¿desde cuando nosotros necesitamos una invitación para asistir a algo? Nosotros podemos hacer lo que queramos.

Sonreí. Una sonrisa que demostraría que no quedaba nada de la niña de hace diez años.

-¿Cuáles son tus órdenes, Roman?

En la noche todo estaba listo, yo usaría un vestido y fingiría ser la hija de un importante empresario. Evadiríamos la seguridad y yo me infiltraría para vigilar todo desde adentro. Roman mientras tanto iría a buscar polvo y quizás robar algunas joyas. Si alguien salía de la gala yo me encargaría de avisar a Roman.

Bajé totalmente arreglada, mi vestido era completamente blanco con algunos lazos negros y dejaba descubierto mis piernas a los lados, completamente diseñado por mí, era una de las obras de las que más estaba orgullosa. Usaba tacones del mismo color y me había peinado en una cola hace un lado.

-Te ves hermosa, Neo.

-¿No crees que deba usar alguna peluca? Podrían reconocerme, me refiero, ¿Cuánta gente en Remnant tiene cabello y ojos rosa y café?

-La mayoría de la gente aristócrata nunca esta informada de nada. Creen que tienen privilegios si algo les pasa y a menudo olvidan que son simples humanos.

Estiré mis brazos hacia arriba para calentar un poco mientras sonreía condescientemente.

-Veremos quien tiene privilegios al final del día.

Neopolitane, la historia de una criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora