Fury

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-No se si quiero oír lo que sigue... -dijo Ainia bajando la cabeza, acaricié sus pellirojos cabellos.

-Puedes oírlo, estarás bien Ainia.

-¿Por qué lo crees? Solo soy una niña que acaba de perder lo que más amaba. No soy nada.

-Te equivocas Ainia, eres fuerte, eres tan fuerte como yo.

Hoy era el día de la reunión con el White Fang, Roman y yo nos habíamos preparado, decidimos que lo mejor era ir juntos por seguridad tomando en cuenta los incidentes con la organización, eso y mi creciente mal presentimiento de que algo iba a pasar

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Hoy era el día de la reunión con el White Fang, Roman y yo nos habíamos preparado, decidimos que lo mejor era ir juntos por seguridad tomando en cuenta los incidentes con la organización, eso y mi creciente mal presentimiento de que algo iba a pasar. Suspiré viendo como los faunos llegaban con sus máscaras, fruncí el ceño, no me gustaba que lo hicieran, era tan fácil infiltrarse.

Roman me hizo una seña para que fuera con él, me pusé a su lado y lo miré cruzada de brazos, fingiendo seriedad.

-¿Todo está listo?

Miré por un costado a todos los faunos y a la pancarta del White Fang, un lobo rojo con rayas tipo corte encima de este. Un hombre estaba presentando a Roman, diciendo que él era un camarada muy especial.

Asentí y él salió de atrás de la pancarta.

-Les puedo asegurar que él es la clave para obtener aquello por lo que hemos luchado por tanto tiempo —dijo el hombre finalmente.

Tan pronto como apareció todos los faunos empezaron a abuchearlo, con odio, desprecio, rencor. ¿Cómo los humanos pudieron ser tan crueles para que los faunos llegaran hasta este punto?

-¡Gracias, gracias! por favor, guarden los aplausos. -dijo Roman a la par que yo también salía de atrás y retomaba mi posición original viendo todo cruzada de brazos.

-¿¡Qué hace un humano aquí?! -una chica fauno señaló a Roman, él en ningún momento hizo desaparecer su sonrisa.

-Me alegro que preguntes, querida. Bien, voy a ser el primero en admitirlo, los humanos son lo peor, yo soy la prueba -dijo mientras caminaba de un lado a otro y se arreglaba un poco el cabello. Sonreí mirándolo en mi interior rodando los ojos con diversión-. Así que entiendo porque les encantaría vernos a todos encerrados, o mejor aún: ¡muertos!

Reí por lo bajo ante sus palabras, nunca cambiaría.

-¡Pero! -continuó sin dejar de caminar-. Me gustaría mencionar el hecho de que ustedes y yo, todos, tenemos un enemigo común. Los que están en control, la gente que mueve los hilos, los sucios y podridos humanos que gobiernan nuestros reinos. El gobierno. El ejército. Incluso las escuelas.

Noté que los faunos parecían más relajados y dispuestos a escuchar lo que Roman tenía que decirles. Esto iba a ser más fácil de lo que pensé.

-Todos ellos son culpables de su mala vida -algunos empezaron a aplaudir-. Todos son plagas con las que tenemos que tratar. Por suerte, yo soy el mejor exterminador por aquí, sin ofender a ningún roedor en esta sala.

Neopolitane, la historia de una criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora