Killer

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-¡Tu ex mejor amigo te había visto trabajando para los malos! -Ainia abrió los ojos sorprendida.

-Lo se, eso nos costó mucho a mí y a él.

Miré los ojos verdes que parecían ver a través de mí, Menthe estaba confudido, sorprendido y quizás hasta algo decepción

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Miré los ojos verdes que parecían ver a través de mí, Menthe estaba confudido, sorprendido y quizás hasta algo decepción. No aparté la mirada pero tampoco contesté su pregunta.

-No acabas de hacer lo que vi que acabas de hacer, ¿verdad? -conocía esa etapa, la etapa de la negación.

-Si, lo hice -respondí seria y cortante.

Miré como Menthe llevó sus manos a su espada, noté que también traía dos pistolas, una a cada lado. Mis manos se movieron instintivamente hacia mi paraguas sujetándolo con fuerza.

-¿Por qué lo ayudas? ¡Él causa daño! ¡Es un criminal mundial!

-Porque esto es lo que quiero -mi voz era segura-. Se lo debo todo a Roman.

-No tienes que seguir sus órdenes.

-Lo dices como si él me obligara. Yo elegí esta vida y no me arrepiento.

No quería luchar con él, no había punto en aquello. Mucho menos quería lastimarlo, el conservaba la parte de la niña que fui, fue mi mejor amigo ¿por qué querría tocarle un pelo?

-No quiero pelear contigo Menthe, vete de aquí -advertí-. Antes de que sea demasiado tarde.

-No dejaré que se salgan con la suya - desenvainó su espada, yo suspiré.

"Pero haré lo que tenga que hacer" se mentalizó mientras sacaba su paraguas antes de decir:

-Lo se.

Me lancé contra él, Menthe tomó una posición de ataque y colocó su espada frente a él. Esta espada era como de pirata, con una curva en esta, estaba hecha para que el polvo la cubriera, según lo que el seleccionara. Solo tenía cinco modalidades, fuego, agua, rayo, hielo y tierra. Pude observar un punto débil, algo que él no tenía cubierto por detrás de la nuca, si le daba en el punto justo podría dejarlo inconsciente.

Saqué mi espada de su paraguas y ambas chocaron, en este momento no tenía una modalidad en su espada. Era el momento perfecto.

-Neo, no quieres pelear contra mí.

"No, pero aún así lo haré" pensé mientras guardaba mi espada, cerré el paraguas y di una vuelta hacia atrás apoyándome en mis manos. El se lanzó hacia mí, yo esquivé, coloqué mi pie derecho entre sus pies de manera que no se pudiera mover, alcé mi paraguas para golpearle en la nuca y acabar con esto. Todo esto sería fácil, de repente el alzó su mano sin darse la vuelta y me agarró la muñeca intentando doblármela. Con mi pie que estaba entre sus piernas lo enrollé en su pierna derecha, empujé hacia adelante haciendo que perdiera el equilibrio y me soltara.

Neopolitane, la historia de una criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora