Decimocuarta carta

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01 de Enero

Hey Jude, tú eres mi ancla.

Voy a retomar un tema del que ya te he comentado, no puedo quitármelo de la cabeza. Todos hemos atravesado nuestro buen momento, o estamos en medio del camino, donde la marea está tranquila, donde el río descansa. Miras al cielo y el sol brilla, los pájaros vuelan, sonríes y te olvidas del futuro. Es un buen tiempo, tu buen momento, te salpicas con el agua, miras a los lados, te maravillas del mundo, el paisaje nunca se ha visto tan bonito. La vida te sonríe y le sonríes de vuelta.

Mi buen momento se ha terminado. Lo malo es que nadie te prepara para eso, nadie te dice que ese buen momento va a terminar, que por más bello que sea el paisaje y el camino placentero, a solo un paso todo puede cambiar. Estás tan concentrado en tu buen momento que no escuchas el ruido de fondo, no ves hacia el frente, donde las rocas comienzan a hacer parecencia, primero pequeñas y luego cada vez más grandes. No prestas tu oído al ruido del agua cayendo por una cascada, el ruido de la tormenta por venir.  

Todo pasa de un segundo a otro, como te he dicho, Jude, como ya lo has experimentado, porque estoy segura de que tu buen momento también ya ha terminado, y con el tuyo te has llevado el mío y el de toda nuestra familia.  El buen momento termina y llega la gran aflicción, que te hace dudar de tus ideales y creencias, te hace dudar sobre la belleza del mundo y sobre si la sonrisa que te ha dado la vida ha sido falsa o no. No hablo de pequeños problemas, como desaprobar una materia, perder algo importante o haber roto con tu parejo, hablo de grandes aflicciones, que te hacen caer y tal vez nunca más levantarte.

Cuando esa gran aflicción llega, cuando la marea y el primer rápido en un río llega, necesitas un ancla a la que aferrarte, necesitas llevar tu mirada a esa ancla, para que te de esperanza. Cuando el primer rápido pasa, cuando la gran aflicción pasa, ya no disfrutas de tu vida, ya no te salpicas con el agua, ya no ves hacia los costados, ves hacia el frente y te preparas para el próximo rápido. Eso es lo que me he dispuesto, no dejar que ese primer golpe me tire abajo, voy a levantarme, volver a la canoa y prepararme para el próximo golpe. 

Tú eres mi ancla, Jude. He vuelto mi mirada hacia ti, hacia los buenos momentos contigo, y me has dado esperanza. No voy a dejar que el agua me tape, saldré hacia delata y conmigo todo lo que me rodea. He reforzado mi canoa y nunca volveré mi vista lejos de ti.

Te quiero, me das esperanza.

Con amor, Emily.

Hey JudeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora