Capítulo 1: Trágame Tierra.

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No es posible despertar a la consciencia sin dolor. La gente es capaz de hacer cualquier cosa, por absurda que sea, para evitar enfrentarse a su propia alma. Nadie se ilumina imaginando figuras de luz, sino por hacer consciente la oscuridad.” –Karl Gustav Jung.

El salón sigue frío a pesar de haber encendido la estufa, me hubiera gustado que Doffi estuviese aquí, su cola esponjosa bailaría y me acompañaría su ronroneo mientras acaricio su brillante y suave pelaje, pero la vida de una amiga mamífera no es como la de nosotros los humanos; es más corta.

Me levanté del sofá con el melancólico recuerdo de Doffi, subí las angostas escaleras de madera hasta el segundo piso donde mis padres dormían para quitarles unas mantas. Abrí la puerta y una silueta negra estaba sentada en la cama, una pequeña taquicardia congeló mi cuerpo.

Sin dejar de mirar aquella masa deforme; encendí desesperadamente el interruptor. Cuando desapareció la oscuridad, la sombra ya no estaba, pero quedó un hundimiento en el lecho. Estaba atónita, mas me estremeció el sonido de los cuadros cayéndose en la habitación, aterrada cerré la puerta fuerte y bajé corriendo hacia el salón. No pensaba hacerme la valiente y averiguar lo que era, no estoy para eso.

Una neblina densa gobernaba las calles, con el poco dinero que tenía en los bolsillos subí a un taxi y me dirigí a casa de Alisha. No pienso volver por ahora, a pesar de que sean las 10 de la noche y mucho menos sola; Nancy, mi nana no llegaba hasta mañana.

El taxi se vacío y yo seguía perturbada por aquella sombra de la nueva casa. A unas pocas calles de llegar a casa de Alisha, una mujer alta y con cabello dorado sube al automóvil.

–Al Aeropuerto, por favor.

–Son 3 dólares. –Responde el chófer mirando por el retrovisor.

Mierda. –Susurra mientras busca entre sus pertenencias. El auto arranca lentamente y dobla por el parque. La mujer golpea mi codo suavemente por accidente; llamando mi atención y susurra.

Mierda, mierda, mierda.

–¿Está bien señora? –Pregunta el chófer con un tono de sospecha. La mujer levanta su rostro del bolso y lo mira nerviosa.

–¿Qué? ¡Oh, sí, sí! Sólo estoy buscando mi billetera.

–Si no tiene para pagar va a tener que bajarse del taxi, ahora. –Solicitó sereno

–Señor, no tengo mi billetera y necesito ir urgente a una reunión de la empresa, es Roiz Sec, por amparo, le suplico que me deje llegar y le pagaré el triple, se lo prometo. –Cambié la mirada de lo incómodo que se volvió y mire hacia la neblina.

–Señora, no puedo arriesgarme, va a tener que baj–. –La mujer interrumpe.

–Le daré mi número, un autógrafo de Videla Darlis o todo lo que usted quiera, pero esa reunión es muy importante, llamaría a mis chóferes, pero están en Canadá, por favor, señor.

–No señora, con mucho respeto se lo estoy pidiendo. Baje o pague.

Videla Darlis era la joven más popular desde 2002 hasta la fecha, una actriz, modelo, hermosa y perfecta. ¿Quién no quisiera ser como ella?, hasta yo quisiera ser como ella, tenía riqueza, fama, una buena vida con tan solo 23 años y fans que la aman. La pobre mujer me dio lastima e interrumpí su discusión.

–Pagaré yo. –Ambos se quedaron en silencio y la mujer sonrió. Tenía 3 dólares para devolverme después a casa, pero mujer lo necesitaba más. El chófer me miró por el retrovisor sorprendido y algo incómodo, pero aceptó sin más que decir y aumentó la velocidad. No lo crucifico, después de todo es su trabajo.

Heridas que no sangran. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora